Después de explorar la ironía de la idolatría en el capítulo 45 en torno a la cuestión de moldear y formar, el profeta vuelve a dirigir su potencia de fuego sarcástico contra los idólatras en el capítulo 46. Esta vez su sarcasmo se dirige a los fabricantes de ídolos mediante las metáforas de levantar y llevar. Detrás de cada una de las dos imágenes se esconde, por un lado, el cansancio de fabricar y adorar a los propios dioses y, por otro, la incansable tarea de YHVH de levantar y sostener a sus hijas e hijos.
A continuación cito el breve capítulo en su totalidad. Se supone que quien habla es YHVH. He intentado destacar en cursiva las referencias del capítulo a la fatigosa carga que agotan a los idólatras, a los ídolos e incluso a los dioses que esos ídolos pretenden representar. Los términos “inclinarse” y “encorvarse” se entienden mejor como el colapso de las personas sometidas a una marcha forzada. El agotamiento se extiende a los desafortunados animales que están condenados a sostener pesados ídolos, aunque en la más amplia ironía isaística estas inocentes bestias de carga son más perspicaces que los necios judíos.
Por otra parte, he resaltado con negrita las referencias que denotan o aluden a que YHVH levanta y lleva a su pueblo. Obsérvese que incluso la cláusula “y salvará” al final del segundo párrafo citado debe leerse como una referencia a levantar y llevar porque el verbo (מלט) es la misma palabra que se usa en el primer párrafo “no pueden salvar la carga” (לא יכלו מלט משא) en lugar del lenguaje bíblico más convencional de salvación.
Se ha postrado Bel, se derrumba Nebo; sus imágenes son puestas sobre bestias, sobre animales de carga. Vuestros fardos son pesados, una carga para la bestia fatigada. Se derrumbaron, a una se han postrado; no pudieron salvar la carga, sino que ellos mismos han ido en cautividad.
Escuchadme, casa de Jacob, y todo el remanente de la casa de Israel, los que habéis sido llevados por mí desde el vientre, cargados desde la matriz. Aun hasta vuestra vejez, yo seré el mismo, y hasta vuestros años avanzados, yo os sostendré. Yo lo he hecho, y yo os cargaré; yo os sostendré, y yo os libraré. ¿A quién me asemejaréis, me igualaréis o me compararéis para que seamos semejantes? Los que derrochan el oro de la bolsa y pesan la plata en la balanza pagan a un orfebre para que haga un dios de ello; se postran y lo adoran. Lo levantan en hombros y lo llevan; lo colocan en su lugar y allí se está. No se mueve de su lugar. Aunque alguno clame a él, no responde, de su angustia no lo libra.
Acordaos de esto, y estad confiados; ponedlo en vuestro corazón, transgresores. Acordaos de las cosas anteriores ya pasadas, porque yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay ninguno como yo, que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: «Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré». Yo llamo del oriente un ave de rapiña, y de tierra lejana al hombre de mipropósito. En verdad he hablado, ciertamente haré que suceda; lo he planeado, así lo haré.
Escuchadme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia. Yo acerco mi justicia, no está lejos; y mi salvación no tardará. Pondré salvación en Sión, y para Israel será mi gloria.
Isaías 46.1-13 (LBLA)
El profeta presenta a Judá un mundo en el que la insensatez y la sabiduría representan una elección de llevar o ser llevado. Adorar lo que uno ha creado no da poder, se nos dice. Al contrario, quita la vida a todos y a todo. Es sencillamente agotador. Encontrarse envuelto en el propósito redentor de YHVH, por otro lado, se asemeja a la experiencia de ser elevado y llevado a un destino que merece la pena, en lugar de ser llevado al exilio.
Uno piensa aquí en la famosa afirmación de Jesús en el undécimo capítulo del evangelio de Mateo.
Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar.Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera.
Mateo 11:28-30 (LBLA)
Aunque no conozco pruebas convincentes de que Jesús aludiera deliberadamente a Isaías 46, la retórica es sorprendentemente similar tanto en la intención como en los medios.
En Isaías, el sarcasmo profético despliega violencia emocional para aclarar las consecuencias de la piedad idólatra frente a la confianza en YHVH. En Mateo, Jesús invita a abandonar la fatigosa labor y a encontrar descanso bajo -irónicamente- una “carga” de discipulado que él hace descansar ligeramente sobre los hombros humanos.
Como tantas otras cosas, ni la religión ni el trabajo ni el descanso son necesariamente lo que parecen a primera vista.
Los lectores de este blog estarán familiarizados con la ironía isaística. La obra de profecía israelita que abreviamos como El Libro de Isaías no instruye sólo con palabras directas. Más bien, su arte transmite su mensaje con implacable sutileza, parte de la cual se pierde inevitablemente cuando la conmovedora poesía del libro se traduce al inglés o a otro idioma moderno.
La sutileza se despliega con más fuerza en la polémica del profeta contra la idolatría. Dicho profeta considera que la veneración de los ídolos no sólo es esclavizante, sino también asombrosamente estúpida. La idolatría, insiste, es una práctica religiosa que cansa al adorador en lugar de vigorizarlo.
En los capítulos 44 y 45, el libro se permite una larga serie de sarcasmos con propósito. Las capacidades creadoras de YHVH se articulan mediante una plétora de vocabulario que aparece con frecuencia en los momentos en que la creación divina se convierte en el tema del discurso de la Biblia hebrea. Un verbo se destaca por su repetición en estos dos capítulos: יצר o yatsar. La palabra se traduce comúnmente como dar forma, formar o modelar. El lector con poco dominio del hebreo bíblico reconocerá las tres consonantes del verbo (צ ,י y ר) en los versículos citados más abajo.
No menos de nueve veces en los capítulos 44 y 45 se ve a YHVH formar o modelar importantes obras creadas. La tarea persuasiva de alto nivel del pasaje es convencer al lector de que YHVH ha podido formar a Israel, su siervo, porque no tiene impedimentos en todos sus caprichos creativos. Si es libre de formar y dar forma a lo que quiera crear, entonces sin duda puede crear y re-crear a Israel contra todas las probabilidades de los precedentes históricos y los cálculos humanos. Por esta razón, el desmoralizador cautiverio de Judá/Israel en Babilonia no significa que esté condenada. Al contrario, puede convertirse en la última novedad de YHVH. Esta nación, de otro modo desesperada, puede llegar a nacer de nuevo en un sentido nacional.
Así dice el Señor que te creó, que te formó (יצרך) desde el seno materno, y que te ayudará: «No temas, Jacob, siervo mío, ni tú, Jesurún, a quien he escogido. (Isaías 44:2 LBLA)
Recuerda estas cosas, Jacob, y tú Israel, porque mi siervo eres. Yo te he formado (יצרתיך), siervo mío eres; Israel, no me olvidaré de ti. (Isaías 44:21 LBLA)
Así dice el Señor, tu Redentor, el que te formó (ויצרך) desde el seno materno: Yo, el Señor, creador de todo, que extiendo los cielos yo solo y afirmola tierra sin ayuda; (Isaías 44:24 LBLA)
El que forma (יוצר) la luz y crea las tinieblas, el que causa bienestary crea calamidades, yo soy el Señor, el que hace todo esto. (Isaías 45:7 LBLA)
¡Ay del que contiende con su Hacedor (את־יצרו), el tiesto entre los tiestos de tierra! ¿Dirá el barro al alfarero (ליצרו): «Qué haces»? ¿O tu obra dirá: «Él no tiene manos»? (Isaías 45:9 LBLA)
Así dice el Señor, el Santo de Israel y su Hacedor (ויצרו): Preguntadme acerca de las cosas venideras tocante a mis hijos, y dejaréis a mi cuidado la obra de mis manos. (Isaías 45:11 LBLA)
Porque así dice el Señor que creó los cielos (¡Él es el Dios!) que formó (יצר) la tierra y la hizo, Él la estableció y no la hizo un lugar desolado, sino que la formó (יצרה) para ser habitada): Yo soy el Señor y no hay ningún otro. (Isaías 45:18 LBLA, ligeramente modificado)
El profeta-poeta habría dejado claro su punto de vista si esto fuera todo lo que tuviera que decir sobre el asunto. Pero su ingenio sarcástico quiere decir algo más. Es algo así: YHVH es el creador soberano de Israel y de todas las cosas. Sin embargo, los idólatras insisten en sudar la gota gorda dando forma a sus patéticos dioses, cansándose en la “creación” de dioses que no les sirven para nada.
La idolatría hace de la criatura al creador y del creador la criatura.
Los tres versículos siguientes, tomados de los mismos dos capítulos, lo confirman.
Los que dan forma a un ídolo(יצרי־פסל) todos ellos son nada, y sus cosas más preciadas de nada sirven; aun sus propios testigos no ven ni entienden, por eso serán avergonzados. ¿Quién ha dado forma (מי־יצר) a un dios o fundido un ídolopara no tener ganancia? (Isaías 44:9–10 LBLA)
El herrero hace un instrumento cortante; lo trabaja sobre las brasas, lo forma (יצרהו) con martillos y lo forja con su brazo fuerte. Después siente hambre y flaquean sus fuerzas; no bebe agua, y desfallece. (Isaías 44:12 LBLA)
El idólatra se hace un pequeño YHWH, así se lo imagina. Crea su propio dios.
Sin embargo, la sátira del profeta no se ha agotado, pues en el capítulo 44, versículo 9 retoma el asunto de que los ídolos no son nada y lo extiende al idólatra engreído: Todos los que fabrican ídolos no son nada.
El lector moderno que empieza a descubrir las capas de sofisticada ironía que hacen del libro de Isaías un objeto perdurable de nuestra contemplación podría detenerse aquí para reírse de aquellos patéticos antiguos que hacían tales cosas y se convertían así en el blanco de la ironía profética.
Sin embargo, uno se imagina que la sofisticada comprensión de Isaías sobre la idolatría es tan pertinente ahora como en ese entonces, tanto hoy como en la antigüedad precristiana. Nosotros, los sofisticados modernos y posmodernos, nos afanamos en las cosas que adoramos, las construcciones que ensamblamos, las imágenes a las que damos forma. Luego nos inclinamos ante ellas, concediendo a nuestros patéticos monstruitos el dominio sobre nuestras propias vidas, nuestro propio destino.
Imaginándonos hábiles y sabios, nos convertimos -como ellos- en nada.
Mientras tanto, YHVH sigue formando y modelando a su antojo, con una simple palabra y una invitación implícita a que nos convirtamos en la belleza que está creando en su mundo.
“No puede ser”, decidimos, y volvemos a nuestro afanoso trabajo de lijado y pulido, con los brazos un poco adoloridos y los dedos desgastados casi hasta los huesos.
La polivalencia del imaginario de Isaías hace que uno tenga la sensación de que pisa terreno conocido. Sin embargo, justo antes de dominar ese terreno, el imaginario cambia ante el lector atento. Hay sombras por todas partes, y movimiento entre las sombras.
Al presentar al siervo de YHVH en el capítulo 42, el libro de Isaías repite la paradoja de que son los humildes y los destrozados los que están más cerca de YHVH. Precisamente porque el siervo es el agente de YHVH, será afable con los débiles. El texto emplea la imagen de un pabilo mortecino, que arde débilmente y está a punto de fallar contra la oscuridad. El siervo de YHVH, se nos instruye, no apagará ese tipo de llama valientemente mortecina.
He aquí mi Siervo, a quien yo sostengo, mi escogido, en quien mi alma se complace. He puesto mi Espíritu sobre Él; Él traerá justicia a las naciones. No clamará ni alzará su voz, ni hará oír su voz en la calle. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pabilo mortecino; con fidelidad traerá justicia.
Isaías 42.1-3 (LBLA
Sin embargo, un capítulo después, cuando leemos que el poderío de Babilonia no es obstáculo contra lo Nuevo que el Señor está a punto de realizar, el texto echa mano del vocabulario del antiguo Éxodo de la esclavitud en Egipto para presionar hacia la esperanza de que la esclavitud forzada de Judá en Babilonia pronto resultará igual de inútil. Una vez más aparece un pabilo, esta vez con la seguridad de que se apagará.
Así dice el Señor vuestro Redentor, el Santo de Israel: Por vuestra causa envié a Babilonia e hice descender como fugitivos a todos ellos, es decir, a los caldeos, en las naves de las cuales se gloriaban. Yo soy el Señor, vuestro Santo, el Creador de Israel, vuestro Rey. Así dice el Señor, que abre camino en el mar y sendero en las aguas impetuosas; el que hace salir carro y caballo, ejército y fuerza (a una se echarán y no se levantarán, como pabilo han sido apagados y extinguidos): No recordéis las cosas anteriores ni consideréis las cosas del pasado. He aquí, hago algo nuevo, ahora acontece; ¿no lo percibís?
Isaías 43:14-19 (LBLA)
Este es el modo de proceder del profeta Isaías con las palabras, y también el modo de proceder de sus reverentes maestros con lo que administran y declaran. El lector que se sienta a sus pies aprende a esperar la ironía, el revés del imaginario, la verdad llevada por la cuidadosa administración del don del lenguaje, la sorpresa está a medio paso.
Conocemos por primera vez al enigmático ‘siervo del Señor’ al traspasar el umbral de Isaías 42. Sin embargo, para el lector de Isaías tiene un parecido familiar. Y es que lo que aquí se dice del siervo tiene ecos de pensamientos y lenguaje que han resultado importantes para el libro de Isaías a lo largo de los cuarenta y un capítulos que han conducido a este primer encuentro directo.
‘Hay algo en él…’, podríamos preguntarnos. ‘¿Había visto antes a esta persona? ¿A quién me recuerda?’
He aquí mi Siervo, a quien yo sostengo, mi escogido, en quien mi alma se complace. He puesto mi Espíritu sobre Él; Él traerá justicia a las naciones. No clamará ni alzará su voz, ni hará oír su voz en la calle. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pabilo mortecino; con fidelidad traerá justicia. No se desanimará ni desfallecerá hasta que haya establecido en la tierra la justicia, y su ley esperarán las costas.
Isaías 42:1–4 (LBLA)
Si hablo de ‘mi siervo’ (en hebreo: עבדי) como individuo o como persona, no lo hago para prejuzgar la cuestión de su identidad, sino más bien para reflejar el propio tratamiento del texto. De las muchas cosas que se revelan sobre este desconcertante personaje, permítanme destacar algunas que sobresalen en esta primera ‘presentación pública’.
En primer lugar, el texto insiste en que YHVH sostiene al siervo. El siervo no sólo recibe el poder de YHVH, sino que es mantenido en su misión por la presencia sustentadora de YHVH. Veremos más de esto en otro momento, pero sería un descuido no mencionarlo aquí.
En segundo lugar, el siervo es un agente de la justicia (en hebreo: משפט), un tema con profundas raíces en suelo isaístico. El tema se repite tres veces en este oráculo de cuatro versos. Tal vez como resultado de la imposición del Espíritu de YHVH sobre el siervo, éste hará justicia a las naciones. Luego, en un nuevo énfasis sorprendentemente acentuado, impartirájusticiafielmente (o ‘realmente‘). Y, finalmente, el vigor del siervo no disminuirá hasta que haya establecido la justicia en la tierra.
En tercer lugar, en estos versículos aparece una doble aplicación exquisitamente isaística de la terminología de las nociones de quebrar y apagar. La primera afirmación se refiere a la consideración del siervo hacia aquellos que son débiles o están comprometidos de alguna manera material. Tras la afirmación de que el siervo no acechará ruidosamente por las calles, el texto pasa a tratar a los débiles:
No quebrará la caña cascada, ni apagará el pabilo mortecino.
Sin embargo, tan pronto como se hace esta afirmación, el texto aclara que esta ternura no dice nada sobre la propia debilidad del siervo. Repitiendo el mismo vocabulario hebreo para quebrar (קצץ) y apagar (כחה) en orden inverso a su primera aparición, el oráculo afirma que:
No se desanimará ni desfallecerá hasta que haya establecido en la tierra la justicia.
El hecho de que la Versión de la Biblia de las Américas (LBLA) varíe su traducción de רצץ de ‘quebrado’ en el primer caso a ‘desanimado’ en el segundo oculta este sutil doble despliegue de idéntico lenguaje, pero está ahí para que lo vea el lector hebreo. Por último, esta introducción del siervo bien puede alimentar el argumento de que Isaías prevé un lugar de bendición y no de mera condena para ‘las naciones’, aunque esa bendición se encuentre por un camino que se abre paso a través de la justicia enardecida de YHVH. Las costas, se nos dice, esperan la justicia del siervo, que es de hecho la justicia del propio YHVH.
De manera significativa, esto sitúa el viaje redentor de las naciones junto a la ruta del propio viaje riguroso y esperanzador de Israel/Judá.
También el ‘siervo del Señor’ de Isaías establece sus primeras impresiones. Este agente de la justicia divina, que opera por la propia fuerza y provisión de YHVH, extiende incansablemente la justicia a lo largo y ancho sin arrollar a los débiles y necesitados en el proceso.
El desarrollo del personaje del siervo por parte de Isaías apenas ha comenzado. Ya es rico, sugerente, inquietante y también desconcertante.
Podría decirse que el rasgo más asombroso de la metanarrativa bíblica es la inclinación de YHVH a emplear agentes no cualificados en la ejecución de su mejor obra.
Algunos textos lo expresan para asegurar que sólo YHVH reciba la gloria del resultado, un asunto que no causa vergüenza a la estética bíblica. Otros simplemente registran el hecho, dejando que el lector establezca el motivo.
La enigmática y polivalente figura del Siervo del libro de Isaías es un buen ejemplo. Independientemente de cómo se interprete la imagen en cada momento -Sión, un remanente del Israel exiliado, el propio Israel castigado, una figura ungida o incluso mesiánica-, el título ‘Siervo’ denota un estatus y una postura serviles. No sólo eso, el Siervo parece compartir las enormes deficiencias de Israel:
¿Quién es ciego sino mi siervo, tan sordo como el mensajero a quien envío? ¿Quién es tan ciego como el que está en pazconmigo, tan ciego como el siervo del Señor?
Isaías 42:19 (LBLA)
Aunque la preferencia del libro por la ironía y la inversión puede eliminar parte del aguijón de esta descripción, el hecho es que la sordera y la ceguera endémicas de Israel -incapacidades que tienen su origen literario en el encargo del profeta en la sala del trono en el capítulo seis- se proyectan aquí sobre una figura sombría cuyo principal objetivo es redentor y restaurador.
Esto parece muy poco prometedor, pero está totalmente en consonancia con ese instinto del segundón, el desvalido, el marginado y el abandonado que distingue a la Biblia de toda expresión religiosa corriente. YHVH parece profundamente descuidado o intencionado. Las ironías abundan en más de un plano.
Parece que el instinto de lo que podríamos llamar solidaridad redentora está grabado en la estructura profunda del metarrelato al que me he referido. La salvación en un universo concebido por YHVH no se logra de forma abstracta o distante. Una y otra vez, requiere la más profunda identificación entre agente y objeto.
Sea quien sea el Siervo de YHVH, la figura cojea, pasa por alto, no oye, va dando tropezones sin ver, sin saber, sin entender, incapaz de inspirar esperanza en los corazones de los desesperados y necesitados espectadores.
El libro titulado Isaías va superponiendo capas retóricas a medida que avanza en la dirección general de la glorificada Sión.
Para cuando se llega al conmovedor revés de las fortunas que toma el volante firmemente en el capítulo 40, nos hemos encontrado con la expresión יעהו con una preposición prefijada varias veces. Ha descrito la acción de una persona abandonada o juzgada a/por su prójimo o a su compañero. A la manera isaística, esta expresión, por lo demás neutra, ha ido acumulando con cada nueva capa una connotación discerniblemente negativa.
Y el pueblo será oprimido, el uno por el otro y cada cual por su prójimo (ואיש ברעהו); el joven se alzará contra el anciano, y el indigno contra el honorable. (Isaías 3.5 LBLA)
Y se aterrarán; dolores y angustias se apoderarán de ellos, como mujer de parto se retorcerán; se mirarán el uno al otro con asombro (יחילון איש אל־רעהו), rostros en llamas serán sus rostros. (Isaías 13:8 LBLA)
Incitaré a egipcios contra egipcios, y cada uno peleará contra su hermano y cada cual contra su prójimo (ואיש ברעהו), ciudad contra ciudad y reino contra reino. (Isaías 19:2 LBLA).
Una vez más, el término en sí es neutro y nada especial. Sin embargo, el sentido que adquiere es el de una reciprocidad aterradora o malévola.
No es casualidad que un pasaje del capítulo 41 del libro invierta la naturaleza de esta reciprocidad. El texto celebra el llamado intencionado de YHVH al monarca persa Ciro, que liberaría a los cautivos judíos y les permitiría volver a casa, a un futuro en Judá. A la luz de este asombroso giro, que YHVH ha planeado desde el principio de los tiempos, las ‘costas’ y los ‘confines de la tierra’ contemplan los acontecimientos con tembloroso asombro. Por el momento, no es fundamental establecer si el texto personificador está hablando de naciones no judías o de cautivos judíos en esas naciones (me inclino por lo primero).
Lo importante es más bien la forma en que interactúan.
Guardad silencio ante mí, costas, y renueven sus fuerzas los pueblos; acérquense y entonces hablen, juntos vengamos a juicio. ¿Quién ha levantado del oriente al que Él llama en justicia a sus pies? Ante Él entrega naciones, y a reyes somete. Los deja como polvo con su espada, como hojarasca dispersa con su arco. Los persigue, pasando seguros por una senda por donde no habían andadosus pies. ¿Quién lo ha hecho y lo ha realizado, llamando a las generaciones desde el principio? Yo, el Señor, soy el primero, y con los postreros soy.
Las costashan visto y temen, tiemblan los confines de la tierra,
Se han acercado y han venido. Cada uno ayuda a su prójimo (איש את־רעהו יעזרו), y dice a su hermano: Sé fuerte.
Isaías 41.1-6 (LBLA)
De repente, la interacción recíproca de los sujetos es positiva, alentadora e incluso redentora.
Una nota de polémica contra la idolatría en el versículo inmediatamente posterior significa que el tono aquí podría ser irónico y no tan positivo como estoy sugiriendo. Pero los fuertes elementos conceptuales del capítulo 41 combinados con el estímulo mutuo conceptualmente similar de las naciones en la visión programática del capítulo 2 (…y vendrán muchos pueblos, y dirán: ‘Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob; para que nos enseñe acerca de sus caminos, y andemos en sus sendas’, Isaías 2:3; LBLA) me convencen de que el tono aquí es bastante positivo.
Cuando mi vecino se vuelve para mirarme, ya no hay asesinato en sus ojos, sino aliento.
La redención en el libro de Isaías se produce en reveces infinitamente grandiosas e infinitesimalmente sutiles. El cambio que menciono aquí pertenece a esta última categoría.
Sin embargo, no es menos potente por su pequeño y estratificado alcance y escala. En sus sílabas, se oye el rumor susurrado de antiguos enemigos que se convierten en amigos a la luz de la manifestación de la bendición de YHVH, guardada durante mucho tiempo en lugares secretos.
A pesar de todos los indicios y transiciones que han aparecido hasta ahora, es en el capítulo 40 del libro de Isaías donde la restauración y el retorno irrumpen en escena con todo su resplandeciente colorido. La misteriosa voz que clama convoca y anuncia que todos los obstáculos a este imposible serán eliminados.
Una voz clama: Preparad en el desierto camino al Señor; allanad en la soledad calzada para nuestro Dios. Todo valle sea elevado, y bajado todo monte y collado; vuélvase llano el terreno escabroso, y lo abrupto, ancho valle. Entonces será reveladala gloria del Señor, y toda carne a una la verá, pues la boca del Señor ha hablado.
Isaías 40:3-5 (LBLA)
Para un montañero como este lector, devoto de las sinuosas carreteras rurales, cuesta acostumbrarse a las imágenes del profeta. No hay en ella ningún romance con respecto al desierto. Su propósito es establecer que no se tolerará ningún obstáculo a la redención del pueblo de YHVH.
La nueva carretera del desierto será recta. No hay tiempo que perder en trazar elegantes curvaturas a través del desierto.
Los valles serán elevados y las montañas y colinas abatidas. El pueblo deberá regresar a casa sin que las aflicciones de la gravedad o los abandonados fondos de los valles le frenen.
El autor del texto ha determinado que recto y nivelado describe mejor la improbable resolución de YHVH en este caso. Nada limitará. Nada lo retrasará. La misericordia de segunda oportunidad de YHVH para con su pueblo es su propósito y -haciendo referencia a otro giro isaiano de la frase- se mantendrá.
Hay más aquí, si inspeccionamos esta declaración con ojos adiestrados en los matices de la retórica isaiana. Los verbos del versículo 4 resultan familiares al lector de Isaías.
Todo valle sea elevado (נשא), y bajado (שפל) todo monte y collado; vuélvase llano el terreno escabroso.
Isaías 40:4 (LBLA)
Este dialecto de elevar y bajar florece en la retórica de Isaías. La observación crítica es que habla con mayor frecuencia de las alturas del corazón humano. Es el lenguaje del escrutinio moral, el vocabulario que el profeta emplea para hablar de personas arrogantes y humildes y de las promesas de YHVH de ‘rebajar’ a las primeras y ‘elevar’ a las segundas.
Un par de ejemplos pueden ayudarnos.
La mirada altiva del hombre será abatida (שפל), y humillada la soberbia de los hombres; el Señor solo será exaltado en aquel día.
Porque el día del Señor de los ejércitos vendrá contra todo el que es soberbio y altivo, contra todo el que se ha ensalzado (נשא), y será abatido (שפל). Y esto será contra todos los cedros del Líbano altos (נשא) y erguidos, contra todas las encinas de Basán, contra todos los montes encumbrados, contra todos los collados elevados (נשא); y será humillado (שפל) el orgullo del hombre y abatida la altivez de los hombres; el Señor solo será exaltado en aquel día. (Isaías 2:11–14, 17 LBLA).
Yo sólo he destacado la precisa mezcla de estilos en el lenguaje. Si ampliáramos nuestro ejercicio al nivel del mezcla conceptual, el superposición sería aún más evidente.
Y de nuevo, en el capítulo cinco:
El hombre común será humillado (שפל) y el hombre de importancia abatido, y los ojos de los altivos serán abatidos (שפל).
Isaías 5:15 (LBLA)
Estas dos selecciones no son más que un par entre muchas otras.
Parece muy probable, pues, que cuando el profeta habla de los obstáculos topográficos que se apartan del camino de Judá mientras contemplan lo que significaría volver a casa, está señalando que la oposición de la gente y sus maquinaciones contra el propósito de YHVH para el remanente de Judá quedarán inertes. Si la aplicación de este imaginario a los seres humanos no agota su capacidad, al menos la enfoca.
Hay otro detalle que parece concordar con esta interpretación. En el versículo cuatro, es toda montaña y colina la que será humillada. La palabra en cursiva se traduce del hebreo XXX (giv’ah). Esto está relacionado, al menos auditiva y probablemente también etimológicamente, con dos de las palabras isaísticas características para la arrogancia o la altivez: גבעה / (gava[c]h) y גבהות / gavhut). De hecho, en 2.11 (citado anteriormente), es explícitamente las miradas altivas (עיני גבהות) del hombre que serán abatidas (el ya familiar שפל).
En efecto, el profeta de YHVH ‘habla al corazón de Jerusalén’, tal como el texto invita a hacer a los destinatarios anónimos. Si Judá ha de abrazar las misericordias restauradoras de YHVH, su pueblo debe primero aceptar que las naciones son para él como polvo en una balanza. Nadie ajeno a la nueva conversación de YHVH con su pueblo impedirá lo bueno que él ha determinado para ellos.
Esto es como decirle a la hormiga que el elefante de patas enormes no tiene nada que ver con su futuro. Era casi imposible de creer entonces. Hoy pone a prueba nuestra credibilidad, ya que el texto reverbera en nuestra alma y desafía a nuestras Babilonias más pequeñas.
Una ponencia ofrecida en la ocasión del cuadragésimo aniversario del Seminario ESEPA, San José, Costa Rica
25 enero 2023
Me parece entre ridículo e inculto, iniciar esta charla con una anécdota no tan favorable respecto a mi amigo y colega don Eugenio Green. Pero no poseo las fuerzas—ni natas, ni inspiradas, ni producto de la disciplina—para no aprovechar de la oportunidad.
Así que, se la voy a contar.
Era agosto del año 1988. Mi esposa y yo y nuestros dos bebés vivíamos entre baúles y maletas en un apartamento asfixiante cerca de Boston. Yo había concluido una maestría en Nuevo Testamento, habíamos levantado los fondos indicados y nuestra partida para Costa Rica y un nuevo seminario que se llamaba ESEPA quedaba a una distancia de unos ocho días y ocho noches. Todo estaba listo.
Suena el teléfono. Me llamaba un excelente amigo Kevin Jezequel, decano estudiantil del nuevo seminario, la persona que me había reclutado para unirme a esta nueva causa en Centroamérica y amigo de todo el mundo.
Después de hablar paja por un minuto, se volvió evidente que Kevin no llamaba para ese fin, sino como mensajero del entonces decano académico de ESEPA, un tal Eugenio Green.
‘El decano me pidió llamarte’, me dice Kevin en esos días cuando las llamadas telefónicas internacionales eran caras y, por ese motivo, infrecuentes. ‘Dice el decano que si solo podés traer una porción de tus libros, trae los de Antiguo Testamento, pues vas a ser nuestro tipo del Antiguo Testamento.’
Así descubríamos nuestras vocaciones en aquellos días. Eugenio nos las reveló y después Dios apoyó.
¿Con qué fin les cuento esta anécdota de la Época de los Dinosaurios?
Pues, en consecuencia de la revelación que llegó por las santas manos de don Eugenio, he vivido los últimos 35 años como especialista en el Antiguo Testamento.
Cuando vuelvo al Nuevo Testamento, siento que soy un peregrino descubriendo tierras y paisajes nuevos y desconocidos. O a veces latitudes que conocía en otro mundo o por lo menos en otro momento, y que ahora esto volviendo a dimensionar.
Quizás en este detalle tengo el privilegio de solidarizarme con los primeros creyentes judíos.
Entre más recorro el cambio que vengo describiendo, partiendo del Antiguo Testamento y llegando al Nuevo, algo interesante me pasa. Descubro que las realidades asumidas y descritas en el Nuevo Testamento se desarrollan naturalmente a partir del Antiguo, una vez que Jesús y su hermenéutica activan e iluminan las conexiones que ahí quedaban latentes. Aquel texto bíblico memorable de Lucas 24, dos tipos caminando a Emaús entre nostalgia y pavor, se encuentran acompañados por el Jesús resucitado y este empeñado en comunicarles una hermenéutica que les permitiese encontrar a Jesús en cada línea de su Biblia Hebrea.
Es decir, percibo y experimento los enlaces entre los dos testamentos como cada vez orgánicos y naturales.
Es decir, el puente entre los dos testamentos es en la vida de este siervo suyo una estructura bien transitada. El pasar de los años me ha familiarizado con los carriles, la rotulación y los sitios donde ocurren la mayoría de los accidentes de tránsito.
Por lo tanto, cuando me topo con las palabras de Jesús sobre la vida abundante, conecto este fenómeno rápidamente con el tema de la plenitud de Dios como la vengo escudriñando en el libro de Isaías desde hace varios años.
En los momentos que compartimos en esta tarde, me gustaría reflexionar sobre la naturaleza de la famosa ‘vida abundante’ de Jesús y ofrecerles varias observaciones sobre la manera en que yo experimenté esa abundancia en ESEPA. Quizás, aún, se me ocurra una que otra idea sobre aquella misma plenitud en el futuro de ESEPA, ya que ESEPA es ESEPA y no el frágil y tierno experimento de un puño de ticos y misioneros en la década de los 1980.
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Entre las palabras más memorables de Jesús, registradas en los cuatro evangelios, pocos superan o se citan más en nuestro entorno que la descripción de su propósito en el Evangelio de Juan, capítulo 10, versículo 10.
Me permito leerlo en su contexto y tal como lo encontramos en la Nueva Versión Internacional:
Jesús les puso este ejemplo, pero ellos no captaron el sentido de sus palabras. Por eso volvió a decirles: «Ciertamente les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí eran unos ladrones y unos bandidos, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá con entera libertad, y hallará pastos. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
Juan 10:6-10 (NVI)
Registremos el detalle de que el discurso de Jesús se refiere insistentemente a pluralidades: ‘las ovejas’, verbos plurales como ‘no les hicieron caso’, ‘para que tengan vida’ y ‘la tengan en abundancia’. Esta nota ‘comunitaria’, si así se le puede describir, se mezcla con una innegable singularidad: ‘el que entre por esta puerta … será salvo’.
Al afirmar el referente comunitario, no rechazo el referente singular. Pero me parece difícil que este discurso sea compatible con—mucho menos que genere—la asombrosa interpretación de la vida abundante que prevalece en nuestros días en términos individualistas y aun psicológicos. Cuando perdemos la nota ‘social’ de esta enseñanza, la convertimos en algo diferente a lo que Jesús pretendía comunicar.
El argumento que les traigo es que habría sido improbable que los primeros seguidores de Jesús—y por qué no la tradición juanina que convierte el discurso arameo hablado de Jesús en texto griego escrito—sin tomar en cuenta los antecedentes establecidos por el libro de Isaías. Recordemos que al lado de Deuteronomio y los Salmos, Isaías es el rollo bíblico que más influencia ejerce en el judaísmo del Segundo Templo, inclusive en el mismo Nuevo Testamento.
¿Tenemos un antecedente concretamente textual en Isaías que convertiría la ‘vida abundante’ que Jesús presenta como un objetivo suyo en cita o aún en alusión concreta? En realidad, no. Si lo tuviéramos, mi argumento pasaría de lo especulativo a lo comprobable. Pero admito abiertamente que no puedo probar mi humilde tesis. Inescapablemente es de índole especulativa. Sin embargo, mi estudio de Isaías y de la asimilación de la Biblia Hebrea en el movimiento primitivo mesiánico me convence que mi argumento goza de probabilidad.
Si le vamos a derivar nuestras pautas al libro de Isaías, pienso que estamos obligados a comenzar en el famoso sexto capítulo de este libro. El término que uso para la visión que Isaías experimenta en el salón del trono de Yahvé que aparece ahí es la visión generadora del libro. Es uno de los pocos aportes biográficos de Isaías. No creo, con algunos de los intérpretes clásicos del libro, que es una adenda que procura darle rostro a la voz del profeta. Al contrario, me parece más congruente con el libro afirmar que la experiencia narrada en el capítulo 6 genera lo que llamo La visión de visiones en el capítulo 2 y, por ende, la trayectoria de la totalidad de esta inmensa obra.
Posiblemente ya conocen el texto al que hago referencia. Al riesgo de desmantelar nuestra asimilación de este texto ancla aun antes de haber iniciado, me permito leer solamente los primeros cuatro versículos:
El año en que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el Templo. Por encima de él había serafines. Cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban.
Y el uno al otro daba voces diciendo: «¡Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!».
Isaías 6:1-3 (RVR95)
Reflexionen conmigo sobre esos gigantescos e intimidantes seres que en este texto se llaman serafines. Si la etimología de una palabra significa algo, es difícil no concluir que son seres ardientes, pues la raíz saraf significar arder o quemar. Aquí se trata de un sustantivo que emplea esa misma raíz hebrea.
Ellos manifiestan una vocación que consiste en hacer algo y en declarar algo. Lo que hacen es probablemente servir; lo que declaran es un canto doble. Es decir, estos seres ardientes cuya voz—consten que no es la voz de Yahvé, sino de estas criaturas—hace temblar las cimientas del templo, declaran dos verdades … dos realidades. Me refiero al versículo 3.
La primera: קדוש קדוש קדוש יהוה צבאות—tradicionalmente ‘Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos’, es digna de una cuota de reflexión que el calendario y el reloj no nos permiten.
Es la segunda que se debe adueñar de nuestra atención hoy.
Los serafines declaran מלא כל־הארץ כבודו.
Todas las traducciones convencionales modernas alguna variante de nuestra Reina Valera:
¡Toda la tierra está llena de su gloria!
El problema es que esta traducción convencional nos obliga a darle un codazo a una persona para pasarlo a los márgenes donde ojalá se quede callado. Me refiero al masoreta, un custodio judío medieval cuya labor consistía en insertar en el texto los signos vocálicos que el texto sagrado de su día no tenía. Ahora, su trabajo no consistió en inventar lecturas creativas. Al contrario, se le encomendó la responsabilidad de insertar las vocales que reflejaban la lectura del texto consonántico en la sinagoga que él conocía.
El resultado, y queda como testigo mudo en nuestras Biblias Hebreas, afirma algo diferente. A mi criterio, la mejor forma de expresar esta lectura en castellano es …
La plenitud de toda la tierra es Su gloria.
Aunque esta inquietante posibilidad es tema de conversación en los comentarios técnicos, la única versión de la Biblia Hebrea (Antiguo Testamento) que yo he visto otorgarle la presencia que merece es la reciente y magistral obra de Robert Alter, The Hebrew Bible: A Translation with Commentary.
Alter nos ofrece esta traducción de 6.3b:
The fullness of all the earth is His glory. (La plenitud de toda la tierra es Su gloria.)
Cuando en mi propio estudio de Isaías, me topé con la lectura masorética y la marginación que ha sufrido, me vino a la mente un período de mi vida que yace en una época aún más remota del siglo XX que el evento que estamos celebrando esta semana.
Como joven, bajo el cuidado de un genuino pastor y en un hogar donde mis padres se despertaban espiritualmente bajo la misma influencia, comencé a descubrir los textos de la Biblia con una solemnidad adolescente. Me dio a la tarea de memorizar largos capítulos del texto bíblico, cuya poder de fascinarme nunca se agotaba. En los relatos de la creación en Génesis, me encontré ante una misma retórica de abundancia.
Recuerdo donde me sentaba en la sala de estar de la casa de mis papás cuando la florida retórica de abundancia que es Génesis 1.20-25 se posesionó de mí:
Dijo Dios: «Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en el firmamento de los cielos». Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su especie, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. Y los bendijo Dios, diciendo: «Fructificad y multiplicaos, llenad las aguas en los mares y multiplíquense las aves en la tierra». Y fue la tarde y la mañana del quinto día.
Luego dijo Dios: «Produzca la tierra seres vivientes según su especie: bestias, serpientes y animales de la tierra según su especie». Y fue así. E hizo Dios los animales de la tierra según su especie, ganado según su especie y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Génesis 1:20-25 (RVR95)
No se trata de una fría tabla que convierte los insumos de la creación en lista. Al contrario, es una celebración extática de la abundante y activa diversidad de lo que Elohim creó.
El posicionamiento de Elohim es interesante. El deleite que se le nota gira en torno a tres detalles: (a) la variedad de sus criaturas, (b) la cantidad de ellas y (c) la forma en que se mueven. Aún antes de dimensionar la realidad de que este creador bendice lo que crea con una inmediatez marcada, es evidente que Elohim queda fascinado con el bullicioso resultado de sus dos días de inventos. El ama sus criaturas y quiere ver más de ella: ‘Fructificad … multiplicaos … llenad … multiplíquense…’.
El vocablo que representa llenad es el mismo verbo מלא. Por esta y otras razones, el encuentro de Isaías con Yahvé y sus serafines no queda remoto.
El autor de Génesis 1 sabe lo que los serafines declaran, según la tradición que nuestro anónimo masoreta del siglo XII: מלא כל־הארץ כבודו. ‘¡La plenitud de la tierra es Su gloria!’
Supongo que aun en esos capítulos tiernos de mi vida, el testimonio bíblico comenzó a serrucharle el piso a la escasez y la penuria de mis antecedentes fundamentalistas.
La Biblia nunca ha dejado de ejercer ese mismo efecto, pues da testimonio a un Dios de abundancia, diversidad y deleite.
Ahora, ¿a qué hemos venido en estas alturas de nuestra reflexión?
He tratado de convencerles de varias facetas de una lectura bíblica—una hermenéutica—que uno halla coherente. Consten que no he probado nada. Eso sería conversación para otro día.
Pero en primer lugar he dado testimonio de que me es casi impensable que Jesús invente y la comunidad juanina atesore un concepto de la vida abundante que no goza de múltiples antecedentes en la Biblia Hebrea y en particular el libro de Isaías.
Segundo, me he liberado de la convicción que el inmenso libro de Isaías está anclado en La visión generadora de Isaías 6 y en La visión de visiones de Isaías 2. Poca mata florece en el resto del libro cuya semilla no se encuentra en esas dos visiones fundamentales.
Tercero, he sugerido que Isaías de manera que es coherente con los relatos de la creación en Génesis le asigna un alto valor al concepto de la plenitud en todo lo que Yahvé hace o pretende hacer.
Permítanme, en estas alturas, mencionar unos pocos aspectos de aquella plenitud—llámese abundancia—que vislumbramos en el libro de Isaías. Lo hago para, al final, ofrecer unas observaciones sobre la vida abundante como yo la experimenté entre 1988 and 2004 en ESEPA, permitiéndome soñar un poco hacia un futuro que deja de ser mío en esa última fecha.
Primero, la plenitud de Yahvé—la vida abundante—en Isaías abarca una cantidad inmensa de gente redimida. No es una visión de escasez, sino de dimensiones abundantes. Uno podría decir masivas.
Cumplo la ardua labor de seleccionar ejemplos, conectando una expresión que nace en la Visión de Visiones con otra que demuestra su tendencia reiterativa.
Acontecerá que al final de los tiempos será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes; será exaltado sobre los collados y correrán a él todas las naciones.
Vendrán muchos pueblos y dirán: «Venid, subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob. Él nos enseñará sus caminos y caminaremos por sus sendas». Porque de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén la palabra de Jehová.
Él juzgará entre las naciones y reprenderá a muchos pueblos. Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra.
Isaías 2:2-4 (RVR95)
En el dialecto isaiano, las tres expresiones ‘todas las naciones’, ‘muchos pueblos’ y ‘las naciones’ son sinónimos. La visión profética insiste en un enlace cósmico sumamente positivo.
Veamos otra edición del mismo mensaje en la ‘visión idílica’—muchos dirían mesiánica—del capítulo 11:
Me temo estar en la obligación de leer la visión en la hermosa totalidad de sus nueve versos, a riesgo de ser interpretado como fastidioso en la avanzada hora de la noche.
Saldrá una vara del tronco de Isaí; un vástago retoñará de sus raíces
y reposará sobre él el espíritu de Jehová: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.
Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos ni resolverá por lo que oigan sus oídos,
sino que juzgará con justicia a los pobres y resolverá con equidad a favor de los mansos de la tierra. Herirá la tierra con la vara de su boca y con el espíritu de sus labios matará al impío.
Y será la justicia cinto de sus caderas, y la fidelidad ceñirá su cintura.
Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro, el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará.
La vaca pacerá junto a la osa, sus crías se recostarán juntas; y el león, como el buey, comerá paja.
El niño de pecho jugará sobre la cueva de la cobra; el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora.
No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte, porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.
Isaías 11:1-9 (RVR95)
¿Captaron esa última y gloriosa afirmación? ‘…porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.’
Plenitud … llenura … abundancia.
¿Plenitud de qué? Le aseguro que lo que el profeta prevé no es mucho conocimiento, a pesar de la muy poética brevedad de su retórica. La Biblia Hebrea no tiene apetito por ese tipo de abstracción. Lo que él sí ve es mucha gente … personas … muchos pueblos que conocen a Yahvé.
Después de casarme vocacionalmente con el libro de Isaías y sujetarme como discípulo a su vara, no soy capaz de creer en esas escatalogías de escasez y penuria que alguna vez me enseñaron. No sería bíblico. No estaría participando en ni añorando la realización de la vida abundante.
Entonces, la plenitud de Yahvé—la vida abundante—en Isaías abarca una cantidad inmensa de gente redimida.
¿Cuáles otras facetas de esta plenitud encontramos en el libro de Isaías?
En realidad, la mayoría de las declaraciones de plenitud en Isaías se efectúan mediante expresiones de ausencia, escasez, o inexistencia. Para cada expresión de plenitud, descubrimos aproximadamente diez manifestaciones negativas. Para entender el tema de la plenitud en Isaías de manera global, habríamos que ver ambos tipos. Nuestro tiempo no da para todo eso.
Pero sí me gustaría que viéramos una expresión más de plenitud, llenura o abundancia. En este caso, lo que abunda es aquella combinación profética clásica de משפט y צדקה (tradicionalmente, justicia y rectitud).
Escuchemos primero un lamento sobre Jerusalén que ocurre en el capítulo 1, trozo introductorio que introduce el libro cuyo contenido per se inicia en el capítulo 2.
Leo el versículo 1.21 conforme a la Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH), porque la NVI considera que su lector no es capaz de entender una metáfora personificada y la Reina-Valera tropieza, convirtiendo una exclamación en pregunta:
¡Cómo se ha convertido en ramera la ciudad fiel, La que estaba llena de justicia! Moraba en ella la rectitud, Pero ahora, asesinos.
Isaías 1:21 (NBLH)
La lamentable infidelidad de Jerusalén se torna vívida precisamente porque sus antecedentes eran prometedores. El texto a su lector le recuerda de una época en la vida de Sión cuando la justica llenaba sus calles, sus casas, sus comercios. En aquel entonces, la rectitud era su principal ciudadano. ‘Ahora’, declara el texto con una potente elipsis.
Por un momento, podemos imaginar una ciudad caracterizada por su vida abundante de justica y rectitud. Luego, sentimos la trágica pérdida de estas cualidades.
No es de sorprender que el motivo recurra. En 33.5, tenemos una momentánea celebración de Sion tal y como la vimos celebrada en 1.21:
Exaltado es el SEÑOR, pues mora en lo alto; Ha llenado a Sion de derecho y de justicia. (משפט וצדקה)
Isaías 33:5 (NBLH)
Estos pocos ejemplos quizá sean capaces de provocarnos a imagina una vida abundante que es comunitaria, efervescente, pública y caracterizada por aquella buena relación entre seres humanos y hasta otros elementos de la creación que la Biblia Hebrea describe con los preferidos vocablos משפט (justicia) y צדקה (rectitud).
Les propongo que esta visión de abundancia no es principalmente individual, ‘espiritual’, ni una realidad que se da al interior del ser humano. Además, les sugiero que este concept de plenitud/llenura/abundancia hubiera habitado las mentes y corazones tanto de Jesús como de los que asimilaban su formación en el discurso que se resume en el Evangelio de Juan en su décimo capítulo.
El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
Juan 10:10 (NVI)
Ahora, paso a una reflexiones que no esquivan la cuota de nostalgia que les quiere compenetrar. Al final de día, son memorias ancladas en dieciséis de los mejores años de mi vida.
Experimenté esa vida abundante en ESEPA cuando furiosamente matriculamos a olas de pastores, evangelistas, consejeros y profesionales en esos primeros años de locura. Había una demanda explosiva. Cada uno traía lo que tenía. Muchos trajeron años de experiencia ministerial. Otros llegamos con experiencia ministerial limitada, pero con un acercamiento disciplinado a metodologías bíblicas y teológicas. El ambiente no emanaba caos sino una intensa y diversa plenitud.
Lamento que teníamos tanto temor de no mantener las fronteras teológicas que nos parecían tan importantes. Hubo poca colaboración con otras instituciones teológicas que hoy día consideraría hermanas. En este sentido, vivimos escasez en lugar de abundancia/plenitud.
Experimenté esa vida abundante en ESEPA en la medida que los ticos, los norteamericanos y uno que otro europeo (John & Elizabeth …) quienes éramos el equipo sudamos, reímos, lloramos, celebramos, enterramos a familiares, nos casamos y en todo sentido vivimos juntos. Se dio una muy manifiesta abundancia que hasta el día de hoy marca mi vida.
Lamento la miopía calvinista que traje al tapete en esos primeros años. Pero celebro el momento cuando me di cuenta que mis amigos y colegas pentecostales y arminianos manifestaron en nuestras oraciones una confianza en la soberanía de Dios mucho más fuerte que la mía. Lo recuerdo como si fuera memoria de la semana pasada. Mi escasez se convirtió, una vez más, en aquella muy diversa abundancia.
Lamento las inevitables desfases culturales que migraron a Costa Rica en mis genes. Pero celebro los momentos ‘David, es que vos no sabés…’ que me alinearon con una realidad que había sido la mía … y agradezco que el Señor me regaló la apertura para recibir tales momentos como oportunidades de iluminación en lugar de humillación.
Lamento la distancia entre iglesia y seminario que nunca nos soltó de sus garras. Es un distanciamiento diabólico que continúa hasta hoy, condenándonos a una escasez infernal.
Lamento que las guerras teológicas y eclesiales de los años 1970 nos callaron la boca ante los temas de justicia y conciencia social que son tan prevalentes en las Escrituras porque son compromisos del mismo Señor de los Ejércitos. Una vez más … escasez cuando con podríamos convivido en abundancia.
Lamento que no encontramos o la valentía o la astucia que nos hubiera permitido ocupar los espacios que ahora son propiedad de los falsos credos de abundancia que son los evangelios de la prosperidad.
Experimenté y sigo experimentando niveles de profunda amistad con amigos ticos que considero amigos de por vida. Recuerdo el día que Kevin Jezequel y yo nos percatamos de que nuestros mejores amigos eran ticos. Nos reímos al darnos cuenta que nuestra gente anglosajona e italiana en el norte jamás nos comprenderían. Pura, dulce y vigorizante amistad.
Experimenté y experimento aquel gozo y plenitud que resultan de tener no un solo idioma hablado, sino dos. Pero aun esta abundancia se torna blanda al contemplar la visión profética que aplaude la marcha de todas las naciones hacia una nueva Jerusalén, donde ninguno pierde su identidad ni sus antecedentes mientras todos nos volvemos familia eternamente. Eso sí será abundancia.
El profeta Isaías describe la conducta anticipada de YHVH al traer de vuelta a casa a sus hijos exiliados de una manera que logra combinar ternura e infinitud.
Como pastor apacentará su rebaño, en su brazo recogerá los corderos, y en su seno los llevará; guiará con cuidado a las recién paridas. ¿Quién midió las aguasen el hueco de su mano, con su palmo tomó la medida de los cielos, con un tercio de medida calculó el polvo de la tierra, pesó los montes con la báscula, y las colinas con la balanza? ¿Quién guió al Espíritu del Señor, o como consejero suyo le enseñó? ¿A quién pidió consejo y quién le dio entendimiento? ¿Quién le instruyó en la senda de la justicia, le enseñó conocimiento, y le mostró el camino de la inteligencia?
Isaias 40:11-14 (LBLA)
La poesía de Isaías decora la arraigada convicción bíblica de que YHVH es incontenible. No responde ante nadie, su brazo no es bastante corto para cualquier propósito que corresponda a su majestuoso carácter.
Las palabras resaltadas argumentan que YHVH es también y finalmente inconcebible para las meras mentes humanas. Esto no significa que sea incognoscible o que eluda toda relación. Al contrario, se revela a sí mismo y se deleita en ser conocido. Sin embargo, el profeta, a pesar de su originalidad, coincide con el testimonio bíblico al afirmar que YHVH no puede ser conocido exhaustivamente. YHVH es libre de actuar como quiera, y sus juicios a este respecto son inconmensurables.
El contraste entre YHVH y los ídolos tallados con el hacha de un hombre fuerte en la polémica de Isaías contra la idolatría pone aún más de relieve esta característica de la persona de Isaías.
Hay libertad, podría insistir el profeta, en adorar a un Dios de este tipo. Él está vivo por su propio propósito, libre para crear un futuro que se alinee con sus buenas intenciones, sin restricciones como el barro que nos absorbe los talones.
YHVH va más allá de cualquier medida o medición. Los pequeños cautivos, que se atreven a comenzar a esperar, bien podrían encontrar un ancla en esta infinitud, este Amante es a la vez incautado e inaprehensible.
Solo hace falta una generación de confort para que un pueblo olvide que el mundo es peligroso.
Los hombres y mujeres que saben lo que es una mecedora están mal equipados para imaginar lobos. Somos capaces de hacerlo, por supuesto, cuando la adversidad nos presiona a actuar. Sin embargo, esa observación confirma que se requiere presión para que imaginemos la amenaza, y mucho menos para que nos levantemos contra ella arriesgando la vida, las extremidades y los cuerpos desgarrados.
En su brillante obra, Shepherds After my Own Heart: pastoral traditions and leadership in the Bible, Timothy S. Laniak sostiene que la función del pastor antiguo es algo distinto de lo que suponemos los modernos. Su esencia, persuade Laniak, era la de proteger y proveer al rebaño en un contexto lleno de escasez y peligro.
El romanticismo se desvanece rápidamente de la vocación y nos lleva de nuevo a la bendición aarónica. Cuando el sacerdote habla en voz alta sobre el pueblo, con la esperanza de que YHVH esté escuchando y se preste al consejo, desarrolla lo que significa para la deidad bendecir a su pueblo pactado al instar a …
Que el Señor te guarde…
Números 6:24 (LBLA)
En muchos contextos, la traducción más robusta y quizás precisa no sería ‘mantener’, sino ‘guardar’ o ‘proteger’. El hecho de que palabras menos activas se hayan convertido en la traducción convencional se debe quizá más a su recitación en entornos litúrgicos seguros que a la dinámica lingüística de la propia palabra hebrea y al entorno salvaje decididamente inseguro en el que los artesanos literarios de la Torá han situado su establecimiento.
Si uno elige vivir dentro de la historia bíblica como la historia más competentemente contextualizada de todas las que tenemos a nuestra disposición en nuestro tiempo, entonces uno debería tener los ojos bien abiertos respecto a esa autoinserción. Es un mundo peligroso el que se elige, con un argumento de lo más peligroso. La muerte y la calamidad estallan con una regularidad inquietante, a veces por la espada del propio enemigo, a veces por la perfidia del propio hermano, y ocasionalmente por el fuego que emana del propio Dios al que uno ha pactado seguir en el desierto.
El sacerdote no era tonto cuando entonaba diariamente sobre su pueblo…
Que el Señor te bendiga… y te proteja…
Puede que en ese momento se haya erigido como el mayor guerrero de Israel.
Aunque hay que admitir que tal bendición divina habría sido rica, su alternativa era demasiado terrible de contemplar.