En este momento, parecemos estar embriagados por nuestra propia autoestima, sin embargo, con pocas esperanzas de lograrlo por la ruta intoxicante que hemos elegido. Por lo tanto, puede parecer un momento difícil para hablar de Dios riéndose sarcásticamente de los pequeños esfuerzos de la humanidad para establecer su estatus y prerrogativa. Sin embargo, los salmos eligen esa imagen cuando sus escritores imaginan al Señor que gobierna a las naciones tomando la medida de los esfuerzos terrenales tendientes a suplantarlo.
Esta risa es un buen sonido -una manera de euanggelion– para aquellos israelitas que se encuentran rodeados por enemigos gentiles cuya enemistad declarada contra el Dios de Jacob debe tener consecuencias dolorosas para sus hijas e hijos. Frecuentemente, la mención del cielo riendo a carcajadas de los designios de los maquinadores es precedida por alguna declaración en labios de los malhechores en el sentido de que “nadie escucha” o “nadie ve”. Son inmunes a la justicia celestial, o así consideran.
Observa el salmo 59.
Aquí el escritor está preocupado por lo que parece ser una amenaza de guerra por parte de los gentiles contra el pueblo de Israel y/o Judá. Su descripción de guerra en términos caninos es de agarre:
Regresan al anochecer, aúllan como perros,
y rondan por la ciudad.
He aquí, se jactan con su boca;
espadas hay en sus labios,
pues dicen: ¿Quién oye? (Salmo 59.6-7 LBLA)
Luego, el sonido de la risa:
Mas tú, oh Señor, te ríes de ellos;
te burlas de todas las naciones.A causa de su fuerza esperaré en ti,
porque Dios es mi baluarte.
Mi Dios en su misericordia vendrá a mi encuentro;
Dios me permitirá mirar victorioso sobre mis enemigos.
La imagen marca el movimiento contra la soberanía de YHWH sobre su mundo como “cosa de locos”. Dicha insurrección parece prudente desde cierto punto de vista, pero risible cuando se tiene la perspectiva adecuada.
O mira, el tan famoso, salmo 2, un himno de confianza en la arquitectura histórica del Señor y el estatus de su rey ungido:
¿Por qué se sublevan las naciones,
y los pueblos traman cosas vanas?
Se levantan los reyes de la tierra,
y los gobernantes traman unidos
contra el Señor y contra su Ungido, diciendo:
¡Rompamos sus cadenas
y echemos de nosotros sus cuerdas!Él que se sienta como Rey en los cielos se ríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les hablará en su ira,
y en su furor los aterrará, diciendo:
Pero yo mismo he consagrado a mi Rey
sobre Sión, mi santo monte. (Salmo 2:1-6 LBLA)
Sería un error muy común leer en tal risa burlona un papel de adversario por parte de YHWH hacia los pueblos como naciones. Por el contrario, el mismo material presenta un compromiso con su redención, que es en puntos impresionante en su alcance y belleza. Sin embargo, a través de tales pasajes se evidencia una fuerte corriente de humildad y, a veces, de humillación. Es decir, la redención en los salmos y los profetas llega a las naciones cuando se someten al Dios de Jacob y a veces incluso al mismo Jacob/Israel. No hace falta decir que la historia de la interpretación se ha tardado mucho en discernir qué forma podría tomar tal subyugación—forzada o abrazada con alegría.
Cuando se escucha esta variedad de risa divina, no se dirige contra los no judíos en su totalidad, sino contra las naciones que buscan escapar de la soberanía determinada de YHWH no sólo sobre su pueblo Israel, sino sobre todo el mundo creado. Para los escritores que se complacen en el género, el reino de YHWH incluye no sólo su tribu abrahámica sino también—la frase es importante para fijar la atención de Dios en la gente—el tevah, el “mundo entero habitado”.
Es una estupidez, de hecho es una especie de broma, que pequeños hombres y mujeres se crean capaces de resistirse a tal poder.
Es más para su beneficio, la literatura parece sugerir, encontrar su misericordia en su fuerza, su bondad en su consejo, su futuro—velado por la desconcertante niebla del caos—en la historia.