Una ponencia ofrecida en la ocasión del cuadragésimo aniversario del Seminario ESEPA, San José, Costa Rica
25 enero 2023
Me parece entre ridículo e inculto, iniciar esta charla con una anécdota no tan favorable respecto a mi amigo y colega don Eugenio Green. Pero no poseo las fuerzas—ni natas, ni inspiradas, ni producto de la disciplina—para no aprovechar de la oportunidad.
Así que, se la voy a contar.
Era agosto del año 1988. Mi esposa y yo y nuestros dos bebés vivíamos entre baúles y maletas en un apartamento asfixiante cerca de Boston. Yo había concluido una maestría en Nuevo Testamento, habíamos levantado los fondos indicados y nuestra partida para Costa Rica y un nuevo seminario que se llamaba ESEPA quedaba a una distancia de unos ocho días y ocho noches. Todo estaba listo.
Suena el teléfono. Me llamaba un excelente amigo Kevin Jezequel, decano estudiantil del nuevo seminario, la persona que me había reclutado para unirme a esta nueva causa en Centroamérica y amigo de todo el mundo.
Después de hablar paja por un minuto, se volvió evidente que Kevin no llamaba para ese fin, sino como mensajero del entonces decano académico de ESEPA, un tal Eugenio Green.
‘El decano me pidió llamarte’, me dice Kevin en esos días cuando las llamadas telefónicas internacionales eran caras y, por ese motivo, infrecuentes. ‘Dice el decano que si solo podés traer una porción de tus libros, trae los de Antiguo Testamento, pues vas a ser nuestro tipo del Antiguo Testamento.’
Así descubríamos nuestras vocaciones en aquellos días. Eugenio nos las reveló y después Dios apoyó.
¿Con qué fin les cuento esta anécdota de la Época de los Dinosaurios?
Pues, en consecuencia de la revelación que llegó por las santas manos de don Eugenio, he vivido los últimos 35 años como especialista en el Antiguo Testamento.
Cuando vuelvo al Nuevo Testamento, siento que soy un peregrino descubriendo tierras y paisajes nuevos y desconocidos. O a veces latitudes que conocía en otro mundo o por lo menos en otro momento, y que ahora esto volviendo a dimensionar.
Quizás en este detalle tengo el privilegio de solidarizarme con los primeros creyentes judíos.
Entre más recorro el cambio que vengo describiendo, partiendo del Antiguo Testamento y llegando al Nuevo, algo interesante me pasa. Descubro que las realidades asumidas y descritas en el Nuevo Testamento se desarrollan naturalmente a partir del Antiguo, una vez que Jesús y su hermenéutica activan e iluminan las conexiones que ahí quedaban latentes. Aquel texto bíblico memorable de Lucas 24, dos tipos caminando a Emaús entre nostalgia y pavor, se encuentran acompañados por el Jesús resucitado y este empeñado en comunicarles una hermenéutica que les permitiese encontrar a Jesús en cada línea de su Biblia Hebrea.
Es decir, percibo y experimento los enlaces entre los dos testamentos como cada vez orgánicos y naturales.
Es decir, el puente entre los dos testamentos es en la vida de este siervo suyo una estructura bien transitada. El pasar de los años me ha familiarizado con los carriles, la rotulación y los sitios donde ocurren la mayoría de los accidentes de tránsito.
Por lo tanto, cuando me topo con las palabras de Jesús sobre la vida abundante, conecto este fenómeno rápidamente con el tema de la plenitud de Dios como la vengo escudriñando en el libro de Isaías desde hace varios años.
En los momentos que compartimos en esta tarde, me gustaría reflexionar sobre la naturaleza de la famosa ‘vida abundante’ de Jesús y ofrecerles varias observaciones sobre la manera en que yo experimenté esa abundancia en ESEPA. Quizás, aún, se me ocurra una que otra idea sobre aquella misma plenitud en el futuro de ESEPA, ya que ESEPA es ESEPA y no el frágil y tierno experimento de un puño de ticos y misioneros en la década de los 1980.
=====================================
Entre las palabras más memorables de Jesús, registradas en los cuatro evangelios, pocos superan o se citan más en nuestro entorno que la descripción de su propósito en el Evangelio de Juan, capítulo 10, versículo 10.
Me permito leerlo en su contexto y tal como lo encontramos en la Nueva Versión Internacional:
Jesús les puso este ejemplo, pero ellos no captaron el sentido de sus palabras. Por eso volvió a decirles: «Ciertamente les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí eran unos ladrones y unos bandidos, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá con entera libertad, y hallará pastos. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
Juan 10:6-10 (NVI)
Registremos el detalle de que el discurso de Jesús se refiere insistentemente a pluralidades: ‘las ovejas’, verbos plurales como ‘no les hicieron caso’, ‘para que tengan vida’ y ‘la tengan en abundancia’. Esta nota ‘comunitaria’, si así se le puede describir, se mezcla con una innegable singularidad: ‘el que entre por esta puerta … será salvo’.
Al afirmar el referente comunitario, no rechazo el referente singular. Pero me parece difícil que este discurso sea compatible con—mucho menos que genere—la asombrosa interpretación de la vida abundante que prevalece en nuestros días en términos individualistas y aun psicológicos. Cuando perdemos la nota ‘social’ de esta enseñanza, la convertimos en algo diferente a lo que Jesús pretendía comunicar.
El argumento que les traigo es que habría sido improbable que los primeros seguidores de Jesús—y por qué no la tradición juanina que convierte el discurso arameo hablado de Jesús en texto griego escrito—sin tomar en cuenta los antecedentes establecidos por el libro de Isaías. Recordemos que al lado de Deuteronomio y los Salmos, Isaías es el rollo bíblico que más influencia ejerce en el judaísmo del Segundo Templo, inclusive en el mismo Nuevo Testamento.
¿Tenemos un antecedente concretamente textual en Isaías que convertiría la ‘vida abundante’ que Jesús presenta como un objetivo suyo en cita o aún en alusión concreta? En realidad, no. Si lo tuviéramos, mi argumento pasaría de lo especulativo a lo comprobable. Pero admito abiertamente que no puedo probar mi humilde tesis. Inescapablemente es de índole especulativa. Sin embargo, mi estudio de Isaías y de la asimilación de la Biblia Hebrea en el movimiento primitivo mesiánico me convence que mi argumento goza de probabilidad.
Si le vamos a derivar nuestras pautas al libro de Isaías, pienso que estamos obligados a comenzar en el famoso sexto capítulo de este libro. El término que uso para la visión que Isaías experimenta en el salón del trono de Yahvé que aparece ahí es la visión generadora del libro. Es uno de los pocos aportes biográficos de Isaías. No creo, con algunos de los intérpretes clásicos del libro, que es una adenda que procura darle rostro a la voz del profeta. Al contrario, me parece más congruente con el libro afirmar que la experiencia narrada en el capítulo 6 genera lo que llamo La visión de visiones en el capítulo 2 y, por ende, la trayectoria de la totalidad de esta inmensa obra.
Posiblemente ya conocen el texto al que hago referencia. Al riesgo de desmantelar nuestra asimilación de este texto ancla aun antes de haber iniciado, me permito leer solamente los primeros cuatro versículos:
El año en que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el Templo. Por encima de él había serafines. Cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban.
Y el uno al otro daba voces diciendo: «¡Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!».
Isaías 6:1-3 (RVR95)
Reflexionen conmigo sobre esos gigantescos e intimidantes seres que en este texto se llaman serafines. Si la etimología de una palabra significa algo, es difícil no concluir que son seres ardientes, pues la raíz saraf significar arder o quemar. Aquí se trata de un sustantivo que emplea esa misma raíz hebrea.
Ellos manifiestan una vocación que consiste en hacer algo y en declarar algo. Lo que hacen es probablemente servir; lo que declaran es un canto doble. Es decir, estos seres ardientes cuya voz—consten que no es la voz de Yahvé, sino de estas criaturas—hace temblar las cimientas del templo, declaran dos verdades … dos realidades. Me refiero al versículo 3.
La primera: קדוש קדוש קדוש יהוה צבאות—tradicionalmente ‘Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos’, es digna de una cuota de reflexión que el calendario y el reloj no nos permiten.
Es la segunda que se debe adueñar de nuestra atención hoy.
Los serafines declaran מלא כל־הארץ כבודו.
Todas las traducciones convencionales modernas alguna variante de nuestra Reina Valera:
¡Toda la tierra está llena de su gloria!
El problema es que esta traducción convencional nos obliga a darle un codazo a una persona para pasarlo a los márgenes donde ojalá se quede callado. Me refiero al masoreta, un custodio judío medieval cuya labor consistía en insertar en el texto los signos vocálicos que el texto sagrado de su día no tenía. Ahora, su trabajo no consistió en inventar lecturas creativas. Al contrario, se le encomendó la responsabilidad de insertar las vocales que reflejaban la lectura del texto consonántico en la sinagoga que él conocía.
El resultado, y queda como testigo mudo en nuestras Biblias Hebreas, afirma algo diferente. A mi criterio, la mejor forma de expresar esta lectura en castellano es …
La plenitud de toda la tierra es Su gloria.
Aunque esta inquietante posibilidad es tema de conversación en los comentarios técnicos, la única versión de la Biblia Hebrea (Antiguo Testamento) que yo he visto otorgarle la presencia que merece es la reciente y magistral obra de Robert Alter, The Hebrew Bible: A Translation with Commentary.
Alter nos ofrece esta traducción de 6.3b:
The fullness of all the earth is His glory.
(La plenitud de toda la tierra es Su gloria.)
Cuando en mi propio estudio de Isaías, me topé con la lectura masorética y la marginación que ha sufrido, me vino a la mente un período de mi vida que yace en una época aún más remota del siglo XX que el evento que estamos celebrando esta semana.
Como joven, bajo el cuidado de un genuino pastor y en un hogar donde mis padres se despertaban espiritualmente bajo la misma influencia, comencé a descubrir los textos de la Biblia con una solemnidad adolescente. Me dio a la tarea de memorizar largos capítulos del texto bíblico, cuya poder de fascinarme nunca se agotaba. En los relatos de la creación en Génesis, me encontré ante una misma retórica de abundancia.
Recuerdo donde me sentaba en la sala de estar de la casa de mis papás cuando la florida retórica de abundancia que es Génesis 1.20-25 se posesionó de mí:
Dijo Dios: «Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en el firmamento de los cielos». Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su especie, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. Y los bendijo Dios, diciendo: «Fructificad y multiplicaos, llenad las aguas en los mares y multiplíquense las aves en la tierra». Y fue la tarde y la mañana del quinto día.
Luego dijo Dios: «Produzca la tierra seres vivientes según su especie: bestias, serpientes y animales de la tierra según su especie». Y fue así. E hizo Dios los animales de la tierra según su especie, ganado según su especie y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Génesis 1:20-25 (RVR95)
No se trata de una fría tabla que convierte los insumos de la creación en lista. Al contrario, es una celebración extática de la abundante y activa diversidad de lo que Elohim creó.
El posicionamiento de Elohim es interesante. El deleite que se le nota gira en torno a tres detalles: (a) la variedad de sus criaturas, (b) la cantidad de ellas y (c) la forma en que se mueven. Aún antes de dimensionar la realidad de que este creador bendice lo que crea con una inmediatez marcada, es evidente que Elohim queda fascinado con el bullicioso resultado de sus dos días de inventos. El ama sus criaturas y quiere ver más de ella: ‘Fructificad … multiplicaos … llenad … multiplíquense…’.
El vocablo que representa llenad es el mismo verbo מלא. Por esta y otras razones, el encuentro de Isaías con Yahvé y sus serafines no queda remoto.
El autor de Génesis 1 sabe lo que los serafines declaran, según la tradición que nuestro anónimo masoreta del siglo XII: מלא כל־הארץ כבודו. ‘¡La plenitud de la tierra es Su gloria!’
Supongo que aun en esos capítulos tiernos de mi vida, el testimonio bíblico comenzó a serrucharle el piso a la escasez y la penuria de mis antecedentes fundamentalistas.
La Biblia nunca ha dejado de ejercer ese mismo efecto, pues da testimonio a un Dios de abundancia, diversidad y deleite.
Ahora, ¿a qué hemos venido en estas alturas de nuestra reflexión?
He tratado de convencerles de varias facetas de una lectura bíblica—una hermenéutica—que uno halla coherente. Consten que no he probado nada. Eso sería conversación para otro día.
Pero en primer lugar he dado testimonio de que me es casi impensable que Jesús invente y la comunidad juanina atesore un concepto de la vida abundante que no goza de múltiples antecedentes en la Biblia Hebrea y en particular el libro de Isaías.
Segundo, me he liberado de la convicción que el inmenso libro de Isaías está anclado en La visión generadora de Isaías 6 y en La visión de visiones de Isaías 2. Poca mata florece en el resto del libro cuya semilla no se encuentra en esas dos visiones fundamentales.
Tercero, he sugerido que Isaías de manera que es coherente con los relatos de la creación en Génesis le asigna un alto valor al concepto de la plenitud en todo lo que Yahvé hace o pretende hacer.
Permítanme, en estas alturas, mencionar unos pocos aspectos de aquella plenitud—llámese abundancia—que vislumbramos en el libro de Isaías. Lo hago para, al final, ofrecer unas observaciones sobre la vida abundante como yo la experimenté entre 1988 and 2004 en ESEPA, permitiéndome soñar un poco hacia un futuro que deja de ser mío en esa última fecha.
Primero, la plenitud de Yahvé—la vida abundante—en Isaías abarca una cantidad inmensa de gente redimida. No es una visión de escasez, sino de dimensiones abundantes. Uno podría decir masivas.
Cumplo la ardua labor de seleccionar ejemplos, conectando una expresión que nace en la Visión de Visiones con otra que demuestra su tendencia reiterativa.
Acontecerá que al final de los tiempos será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes; será exaltado sobre los collados y correrán a él todas las naciones.
Vendrán muchos pueblos y dirán: «Venid, subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob. Él nos enseñará sus caminos y caminaremos por sus sendas». Porque de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén la palabra de Jehová.
Él juzgará entre las naciones y reprenderá a muchos pueblos. Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra.
Isaías 2:2-4 (RVR95)
En el dialecto isaiano, las tres expresiones ‘todas las naciones’, ‘muchos pueblos’ y ‘las naciones’ son sinónimos. La visión profética insiste en un enlace cósmico sumamente positivo.
Veamos otra edición del mismo mensaje en la ‘visión idílica’—muchos dirían mesiánica—del capítulo 11:
Me temo estar en la obligación de leer la visión en la hermosa totalidad de sus nueve versos, a riesgo de ser interpretado como fastidioso en la avanzada hora de la noche.
Saldrá una vara del tronco de Isaí; un vástago retoñará de sus raíces
y reposará sobre él el espíritu de Jehová: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.
Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos ni resolverá por lo que oigan sus oídos,
sino que juzgará con justicia a los pobres y resolverá con equidad a favor de los mansos de la tierra. Herirá la tierra con la vara de su boca y con el espíritu de sus labios matará al impío.
Y será la justicia cinto de sus caderas, y la fidelidad ceñirá su cintura.
Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro, el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará.
La vaca pacerá junto a la osa, sus crías se recostarán juntas; y el león, como el buey, comerá paja.
El niño de pecho jugará sobre la cueva de la cobra; el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora.
No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte, porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.
Isaías 11:1-9 (RVR95)
¿Captaron esa última y gloriosa afirmación? ‘…porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.’
Plenitud … llenura … abundancia.
¿Plenitud de qué? Le aseguro que lo que el profeta prevé no es mucho conocimiento, a pesar de la muy poética brevedad de su retórica. La Biblia Hebrea no tiene apetito por ese tipo de abstracción. Lo que él sí ve es mucha gente … personas … muchos pueblos que conocen a Yahvé.
Después de casarme vocacionalmente con el libro de Isaías y sujetarme como discípulo a su vara, no soy capaz de creer en esas escatalogías de escasez y penuria que alguna vez me enseñaron. No sería bíblico. No estaría participando en ni añorando la realización de la vida abundante.
Entonces, la plenitud de Yahvé—la vida abundante—en Isaías abarca una cantidad inmensa de gente redimida.
¿Cuáles otras facetas de esta plenitud encontramos en el libro de Isaías?
En realidad, la mayoría de las declaraciones de plenitud en Isaías se efectúan mediante expresiones de ausencia, escasez, o inexistencia. Para cada expresión de plenitud, descubrimos aproximadamente diez manifestaciones negativas. Para entender el tema de la plenitud en Isaías de manera global, habríamos que ver ambos tipos. Nuestro tiempo no da para todo eso.
Pero sí me gustaría que viéramos una expresión más de plenitud, llenura o abundancia. En este caso, lo que abunda es aquella combinación profética clásica de משפט y צדקה (tradicionalmente, justicia y rectitud).
Escuchemos primero un lamento sobre Jerusalén que ocurre en el capítulo 1, trozo introductorio que introduce el libro cuyo contenido per se inicia en el capítulo 2.
Leo el versículo 1.21 conforme a la Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH), porque la NVI considera que su lector no es capaz de entender una metáfora personificada y la Reina-Valera tropieza, convirtiendo una exclamación en pregunta:
¡Cómo se ha convertido en ramera la ciudad fiel, La que estaba llena de justicia! Moraba en ella la rectitud, Pero ahora, asesinos.
Isaías 1:21 (NBLH)
La lamentable infidelidad de Jerusalén se torna vívida precisamente porque sus antecedentes eran prometedores. El texto a su lector le recuerda de una época en la vida de Sión cuando la justica llenaba sus calles, sus casas, sus comercios. En aquel entonces, la rectitud era su principal ciudadano. ‘Ahora’, declara el texto con una potente elipsis.
Ahora, asesinos.
¿Ahora qué? Ahora, asesinos llenan. Asesinos moran.
Por un momento, podemos imaginar una ciudad caracterizada por su vida abundante de justica y rectitud. Luego, sentimos la trágica pérdida de estas cualidades.
No es de sorprender que el motivo recurra. En 33.5, tenemos una momentánea celebración de Sion tal y como la vimos celebrada en 1.21:
Exaltado es el SEÑOR, pues mora en lo alto; Ha llenado a Sion de derecho y de justicia. (משפט וצדקה)
Isaías 33:5 (NBLH)
Estos pocos ejemplos quizá sean capaces de provocarnos a imagina una vida abundante que es comunitaria, efervescente, pública y caracterizada por aquella buena relación entre seres humanos y hasta otros elementos de la creación que la Biblia Hebrea describe con los preferidos vocablos משפט (justicia) y צדקה (rectitud).
Les propongo que esta visión de abundancia no es principalmente individual, ‘espiritual’, ni una realidad que se da al interior del ser humano. Además, les sugiero que este concept de plenitud/llenura/abundancia hubiera habitado las mentes y corazones tanto de Jesús como de los que asimilaban su formación en el discurso que se resume en el Evangelio de Juan en su décimo capítulo.
El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
Juan 10:10 (NVI)
Ahora, paso a una reflexiones que no esquivan la cuota de nostalgia que les quiere compenetrar. Al final de día, son memorias ancladas en dieciséis de los mejores años de mi vida.
- Experimenté esa vida abundante en ESEPA cuando furiosamente matriculamos a olas de pastores, evangelistas, consejeros y profesionales en esos primeros años de locura. Había una demanda explosiva. Cada uno traía lo que tenía. Muchos trajeron años de experiencia ministerial. Otros llegamos con experiencia ministerial limitada, pero con un acercamiento disciplinado a metodologías bíblicas y teológicas. El ambiente no emanaba caos sino una intensa y diversa plenitud.
- Lamento que teníamos tanto temor de no mantener las fronteras teológicas que nos parecían tan importantes. Hubo poca colaboración con otras instituciones teológicas que hoy día consideraría hermanas. En este sentido, vivimos escasez en lugar de abundancia/plenitud.
- Experimenté esa vida abundante en ESEPA en la medida que los ticos, los norteamericanos y uno que otro europeo (John & Elizabeth …) quienes éramos el equipo sudamos, reímos, lloramos, celebramos, enterramos a familiares, nos casamos y en todo sentido vivimos juntos. Se dio una muy manifiesta abundancia que hasta el día de hoy marca mi vida.
- Lamento la miopía calvinista que traje al tapete en esos primeros años. Pero celebro el momento cuando me di cuenta que mis amigos y colegas pentecostales y arminianos manifestaron en nuestras oraciones una confianza en la soberanía de Dios mucho más fuerte que la mía. Lo recuerdo como si fuera memoria de la semana pasada. Mi escasez se convirtió, una vez más, en aquella muy diversa abundancia.
- Lamento las inevitables desfases culturales que migraron a Costa Rica en mis genes. Pero celebro los momentos ‘David, es que vos no sabés…’ que me alinearon con una realidad que había sido la mía … y agradezco que el Señor me regaló la apertura para recibir tales momentos como oportunidades de iluminación en lugar de humillación.
- Lamento la distancia entre iglesia y seminario que nunca nos soltó de sus garras. Es un distanciamiento diabólico que continúa hasta hoy, condenándonos a una escasez infernal.
- Lamento que las guerras teológicas y eclesiales de los años 1970 nos callaron la boca ante los temas de justicia y conciencia social que son tan prevalentes en las Escrituras porque son compromisos del mismo Señor de los Ejércitos. Una vez más … escasez cuando con podríamos convivido en abundancia.
- Lamento que no encontramos o la valentía o la astucia que nos hubiera permitido ocupar los espacios que ahora son propiedad de los falsos credos de abundancia que son los evangelios de la prosperidad.
- Experimenté y sigo experimentando niveles de profunda amistad con amigos ticos que considero amigos de por vida. Recuerdo el día que Kevin Jezequel y yo nos percatamos de que nuestros mejores amigos eran ticos. Nos reímos al darnos cuenta que nuestra gente anglosajona e italiana en el norte jamás nos comprenderían. Pura, dulce y vigorizante amistad.
- Experimenté y experimento aquel gozo y plenitud que resultan de tener no un solo idioma hablado, sino dos. Pero aun esta abundancia se torna blanda al contemplar la visión profética que aplaude la marcha de todas las naciones hacia una nueva Jerusalén, donde ninguno pierde su identidad ni sus antecedentes mientras todos nos volvemos familia eternamente. Eso sí será abundancia.
¡Así sea!