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Posts Tagged ‘Miriam’

Moisés y Miriam tienen un espacio imprevisto para una canción en Éxodo 15. Avanzando tambaleantes desde la violenta salvación del Yam Suf (el ‘Mar de las Cañas’), con los gritos de los egipcios todavía ahogados y pegados a ellos como el humo a la ropa de un superviviente, los esclavos hebreos fugados cantan. Y ¡cómo! Las canciones de Moisés y Miriam estallan en agradecimiento. Algo más que una pizca de alegría por el mal ajeno acelera el ritmo. Moisés se imagina a toda la tierra contemplando la escena, encogiéndose de miedo ante la aparición de un pueblo favorecido por Dios:

Lo han oído los pueblos y tiemblan;
el pavor se ha apoderado de los habitantes de Filistea.
Entonces se turbaron los príncipes de Edom;
los valientes de Moab se sobrecogieron de temblor;
se acobardaron todos los habitantes de Canaán.
Terror y espanto cae sobre ellos;
por la grandeza de tu brazo quedan inmóviles, como piedra,
hasta que tu pueblo pasa, oh Señor,
hasta que pasa el pueblo que tú has comprado.

Éxodo 15:14-16 (LBLA)

Miriam agarra una pandereta y baila. Las ‘hijas de Israel’ la siguen. Todo se convierte en conmoción y canto, en una celebración de acción de gracias por parte de los bailarines que no pueden olvidar cómo -hace apenas un momento- todo parecía perdido, atrapado entre los aurigas de los carros egipcios y las aguas infranqueables. La canción de la salvación, cuando se canta tan fuerte, a menudo esconde en sus sombras focos de frenesí, de exceso, de amor, de fiesta. Cuando todas las hijas de una nación bailan, los hombres rara vez se quedan quietos.

Los eruditos bíblicos encuentran en el hebreo arcaico de canciones como ésta -y la de Débora, en Jueces 5- algunas de las primeras palabras de la Biblia hebrea. Las generaciones las cantan, porque han llegado a sonar pintorescas y poderosas, sin actualizar el lenguaje de una época anterior. Se deleitan con acentos y sílabas cuya rareza les confiere una especie de autoridad que traslada la acción de YHVH en aquel antiguo día a este momento, a este ahora, a este aquí.

Qué extraño, entonces, que la murmuración de Éxodo 16 siga al canto y la danza del capítulo que es su precursor. De repente, los hijos e hijas de Israel pronuncian el nombre de YHVH no con gratitud, sino con las amargas palabras del resentimiento. Uno se pregunta si la danza les pareció ridícula y prematura en una siguiente mañana virtual, cargada de decepción.

Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y contra Aarón en el desierto. Y los hijos de Israel les decían: Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.

Éxodo 16:2-3 (LBLA)

La caída libre desde el canto de la salvación hasta la amarga murmuración es una trayectoria que resulta familiar a los lectores de la Biblia hebrea y del Nuevo Testamento. Por desgracia, su arquitectura fluida y descendente ocupa un lugar destacado en el creciente edificio que es Israel. Arcos, balaustradas y escombros están hechos del mismo material.

También en el Nuevo Testamento, la proyección del desaliento como intención dañina sobre ‘los que nos trajeron aquí’ es demasiado evidente. La cantidad de palabras apostólicas escritas para contrarrestar los chismes y las murmuraciones identifican estos hábitos como algo más que hipotéticas amenazas para el bienestar de una comunidad.

Los címbalos sonaban mientras Miriam y sus hermanas bailaban.

Un sonido diferente y chocante llegó demasiado pronto. El canto de la salvación es muy a menudo un preludio.

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