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Posts Tagged ‘Éxodo 13’

¿Acaso no había sepulcros en Egipto…

Así, los esclavos hebreos, acosados y aterrorizados, interrogan a su posible liberador mientras la fuerza del imperio se cierra sobre ellos como un muro de Berlín ambulante.

…para que nos sacaras a morir en el desierto?

Éxodo 14:11 (LBL)

Los recuerdos de la esclavitud suelen ser pintorescos.

La retrospectiva de la angustia de la libertad erige vallas pulcras donde no existían, carne roja donde había salvado de avena, tranquilidad donde de hecho se conocía más que nada el látigo del opresor.

El libro del Éxodo sondea no sólo la historia de un pueblo, sino el paisaje de la experiencia humana, pidiendo a su lector que no desvíe la mirada de la inconstancia del corazón que prefiere la seguridad de la ‘casa de servidumbre’ a los lugares abiertos donde hay que depender de un Dios invisible empeñado en lograr la libertad de las hijas y los hijos.

Es, de hecho, un dilema razonable. La esclavitud tiene ventajas que no hay que despreciar. La confianza en cómo son las cosas, la ignominia igualitaria del sufrimiento, la libertad de concentrarse en lo banal en lugar de tener que restregarse constantemente en el imperativo de elegir la vida o la muerte.

La esclavitud hace gala de sus lujos, comodidades que, de hecho, son profundamente atractivas cuando la ausencia de luz en el horizonte ha desgastado el alma hasta la pequeñez.

La libertad en manos de un Dios exigente es lo que un día se llamaría ‘el camino menos transitado’. Es tan temible como hacer ladrillos a cambio de una sopa aguada.

No es prudente sentimentalizar esto que la Biblia hebrea llama ‘salvación’ o ‘liberación’. No es ni autonomía ni descanso. El propio nombre de Israel insinúa que se trata de una lucha con Dios que, con demasiada frecuencia, huye antes del amanecer, dejando sin nombre al luchador agotado y con cojera.

Uno debe preguntarse, o al menos debería preguntarse, por qué la narración bíblica insiste en que se prefiera decididamente. Un Dios oculto, se especula, tiene una riqueza oculta en la liberación que se descubre principalmente en los páramos sin caminos y -a veces- en las casas que otros han construido, en los viñedos que otros han plantado, en los ricos jardines que han dejado labrados quienes los han abandonado a los recién llegados.

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Al huir de sus capataces egipcios bajo la media verdad de adorar a YHVH en el Sinaí, los esclavos hebreos mostraron una capacidad de miopía extraordinaria. ‘¿No había tumbas en Egipto?”, se burlaron de Moisés. ‘¿Por eso nos has traído aquí a morir?’

Sin embargo, con la promesa palpable de los huesos de José, atrapados entre la servidumbre negociada y la libertad audaz, los quejumbrosos ‘hijos de Israel’ merecen un poco de empatía. La esclavitud, una cantidad conocida, puede, al menos, sobrevivir. La libertad es potencialmente letal. 

Uno muere fácilmente en libertad. Un captor está obligado a alimentar a su esclavo aunque sólo sea para sacarle el sudor de otro día. Optar por la libertad requiere un cálculo muy duro. Sus beneficios se ven empañados por el peligro.

Frente a este enigma, el texto sitúa el acompañamiento constante de YHVH:

El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche. No quitó de delante del pueblo la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego durante la noche.

Éxodo 13:21-22 (LBLA)

La cercanía de YHVH rompe la lógica de la desesperación o, al menos, inyecta una variable que, potencialmente, multiplica las opciones y desmecaniza el determinismo de las elecciones menos malas.

Los refugiados ya no viajan a ciegas. El pilar de la nube de YHVH los guía.

Los esclavos que juguetean con las posibilidades de liberación tienen más de una opción cuando la oscuridad cae sobre su compañía. Todavía pueden aprovechar la noche, es cierto, para algún descanso necesario. Pero pueden optar por seguir adelante, si así lo desean.

De repente, ‘hebreos’ no significa ‘personas definidas y determinadas por quienes las utilizan’.

La presencia de YHVH abre la peligrosa posibilidad de decidir. Su proximidad no es ni fugaz ni efímera, nos dice el texto a través del relato de los esclavos quejumbrosos en su camino hacia una nueva identidad.

De día o de noche, nunca se va. Así comienza el libro del Éxodo a definir la ‘libertad’.

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