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Archive for October, 2024

En el majestuoso discurso de YHVH que es el capítulo 45 del libro llamado Isaías, la atención recae sobre Ciro y el siervo de YHVH, Jacob/Israel. A Ciro se le llama atrevidamente ‘mi ungido’, empleando el término hebreo משיח de una forma que los mesianismos en desarrollo considerarán casi escandalosa después de que el título de ‘mesías’ se asocie a supuestas figuras ungidas de corta y larga duración.

En la mezcla, el oráculo que comprende los siete primeros versículos del capítulo juega ingeniosamente con el tema del saber y el no saber. El verbo ידע, saber, aparece no menos de cuatro veces, fenómeno que elucubro poniendo en cursiva la traducción e interponiendo el vocabulario hebreo en cuestión:

Así dice el Señor a Ciro, su ungido, a quien he tomado por la diestra, para someter ante él naciones, y para desatar lomos de reyes, para abrir ante él las puertas, para que no queden cerradas las entradas:
Yo iré delante de ti y allanaré los lugares escabrosos; romperé las puertas de bronce y haré pedazos sus barras de hierro. Te daré los tesoros ocultos, y las riquezas de los lugares secretos, para que sepas (למען תדע) que soy yo, el Señor, Dios de Israel, el que te llama por tu nombre. Por amor a mi siervo Jacob y a Israel mi escogido, te he llamado por tu nombre; te he honrado, aunque no me conocías (ולא ידעתני).
Yo soy el Señor, y no hay ningún otro; fuera de mí no hay Dios. Yo te ceñiré, aunque no me has conocido (ולא ידעתני), para que se sepa (למען ידעו) que desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, no hay ninguno fuera de mí.

Yo soy el Señor, y no hay otro; el que forma la luz y crea las tinieblas, el que causa bienestar y crea calamidades, yo soy el Señor, el que hace todo esto.

Isaías 45:1-7 (LBLA, énfasis y texto en hebreo añadidos)

Aunque la figura más poderosa del mundo parece bastante despistada, Ciro es respetado por la dignidad que le corresponde como instrumento redentor en manos de YHVH. Sin embargo, esta elevación no debe nada a la conciencia de la gravedad redentora de su liberación de los exiliados judíos de Persia. Permanece ignorante, salvo por el indicio de un eventual despertar de su vocación por YHVH, el Dios de Israel:

…para que sepas que soy yo, el Señor, Dios de Israel, el que te llama por tu nombre. 

Isaías 45.3 (LBLA)

Este fragmento de iluminación, sin embargo, parece ser un detalle de un despertar global más amplio a la incomparabilidad de YHVH, en el que el papel que desempeña Ciro es más instrumental que heroico.

Yo soy el Señor, y no hay ningún otro; fuera de mí no hay Dios. Yo te ceñiré, aunque no me has conocido, para que se sepa que desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, no hay ninguno fuera de mí.

(Isaías 45:5-6 LBLA)

Momentáneamente, su conocimiento queda subordinado a la maravilla más amplia de que las naciones lleguen a conocer la singularidad de YHVH.

Ciro es un peón en el juego redentor de YHVH. No se siente humillado por asumir este papel no elegido. Estaba, por así decirlo, ocupándose de sus propios asuntos imperiales. Ciro no es un faraón de corazón duro, que se enfrenta a YHVH oprimiendo a su primogénito y sufriendo las crueles consecuencias de la pérdida del suyo.

Más bien, es una figura un tanto desconcertada en la trama de la visión de Isaías. Se le encomendó una tarea digna y la llevó a cabo en una especie de nebulosa en cuanto a la importancia de sus acciones. Tal vez, de algún modo, llegó a ‘saber’ que formaba parte de algo más grande que él mismo.

Tal vez no.

Hay honor en todo ello. Redención para Israel. Un despertar para el mundo entero.

La gloria sólo para YHVH.

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Es un hecho ampliamente reconocido que los capítulos en prosa de Isaías 36-39 preparan el camino para una postura bastante diferente a partir del capítulo 40 en adelante. Los días en que una división fácil del largo libro llamado Isaías en tres partes claramente divididas y generalmente no relacionadas parecía evidente han pasado. Sin embargo, la realidad de las dos posturas muy diferentes del libro, si se me permiten repetir la palabra tan pronto, es innegable. Los capítulos 1-35 representan una y los capítulos 40-66 la otra.

Los capítulos 36-39 median la diferencia.

Un elemento clave que aparece en la lista de temas a mediar es el paso del periodo de dominación asiria al del señor babilónico exiliado. Los capítulos 36-39 ayudan a negociar ese paso, sobre todo a través de la historia de los emisarios babilonios que visitan el país en el capítulo 39. 

Si este no es el mejor momento del rey Ezequías, quizá podamos reconocer en la dinámica de la adulación babilónica y la ingenuidad de Ezequías los principios operativos de este oscuro momento, insinuando como lo hace que los babilonios tendrán con el tiempo algo más que decir que palabras halagadoras.

En aquel tiempo Merodac-baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y un regalo a Ezequías porque oyó que había estado enfermo y se había recuperado. Se alegró por ello Ezequías y les mostró la casa de su tesoro: la plata y el oro, las especias y el aceite precioso, todo su arsenal y todo lo que se hallaba en sus tesoros. No hubo nada en su casa ni en todo su dominio que Ezequías no les mostrara. Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué han dicho esos hombres y de dónde han venido a ti? Y Ezequías respondió: Han venido a mí de un país lejano, de Babilonia.Y él dijo: ¿Qué han visto en tu casa? Y Ezequías respondió: Han visto todo lo que hay en mi casa; no hay nada entre mis tesoros que yo no les haya mostrado.

Isaías 39:1-4 (LBLA)

En ese momento, ni Merodac-baladán ni Babilonia son potencias imperiales. De hecho, ambas están sometidas a Asiria, una circunstancia común que Babilonia y Judá probablemente experimentaron de diferentes maneras. Sin embargo, el texto y su lector son conscientes de que Babilonia se convertirá en ese imperio asfixiante, empeñado en la supresión de la pequeña Judá, a cuyo rey presentan ahora regalos halagadores con motivo de su recuperación de la enfermedad.

El versículo dos capta la respuesta de Ezequías en términos tanto de sentimiento como de actuación. 

Se alegró por ello Ezequías y les mostró la casa de su tesoro: la plata y el oro, las especias y el aceite precioso, todo su arsenal y todo lo que se hallaba en sus tesoros. No hubo nada en su casa ni en todo su dominio que Ezequías no les mostrara.

Isaías 39:2 (LBLA, énfasis añadido)

Ciertas traducciones velan el sentimiento ostensible de la bienvenida de Ezequías como su fuera un mero acto diplomático de recibir los embajadores babilónicos. Se podría argumentar que ellas captan correctamente un modismo diplomático o -menos envidiablemente- ocultan un elemento clave de la descripción. No así la LBLA. La expresión hebrea -וישמח עליהם ישעיהו – informa de que Ezequías se alegró por ellos. A este lector le parece que el escritor arroja luz sobre la culpable afición de Ezequías a la adulación, subproducto quizá de una especie de ingenuidad negligente.

Al confidente profético del rey, por supuesto, no le hará ninguna gracia.

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En el capítulo 31 del libro llamado Isaías, una secuencia de oráculos aborda la caída prevista de Egipto y Asiria. El pasaje describe a Israel renunciando y, de hecho, deshaciéndose de sus ‘ídolos de plata y sus ídolos de oro, que os han hecho vuestras manos pecadoras’. Además, la Jerusalén/Zión sitiada es el lugar en el que se centra todo el pasaje.

Porque así me dice el Señor: Tal como gruñe el león o el leoncillo sobre su presa, contra el que se reúne una multitud de pastores, y no se atemoriza de sus voces ni se acobarda por su multitud, así descenderá el Señor de los ejércitos para combatir sobre el monte Sión y sobre su collado.
Como aves que vuelan, así protegerá el Señor de los ejércitos a Jerusalén; la protegerá y la librará, la perdonará y la rescatará.


Volved a aquel de quien tan profundamente os habéis apartado, oh hijos de Israel. Porque en aquel día cada uno repudiará sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que os han hecho vuestras manos pecadoras.

El asirio caerá por espada no de hombre, y la espada no humana lo devorará; no escapará de la espada, y sus jóvenes serán sometidos a trabajos forzados. Su fortaleza a causa del terror pasará, y sus príncipes se espantarán ante el estandarte —declara el Señor, que tiene su fuego en Sión y su horno en Jerusalén.

Isaías 31:4-9 (LBLA, énfasis añadido)

Las tres metáforas principales del pasaje se despliegan de forma efervescente. He puesto en cursiva fragmentos de cada una de ellas en el texto anterior.

En primer lugar, la determinación de YHVH de prevalecer en ‘su combate sobre el monte Sión y sobre su collado’ se retrata como un león intrépido, recién alimentado e intrépido frente a una banda de pastores que intenta ahuyentarlo. Aquí, YHVH se presenta como un león singular que se enfrenta a una ‘banda de pastores’ en plural.

En segundo lugar, la protección del Señor a Jerusalén se alinea con ‘aves que vuelan’. Aquí, la naturaleza plural del rebaño se sitúa en el lado de la metáfora de YHVH, mientras que la ciudad está en singular. Aunque las metáforas de YHVH como pájaro no son desconocidas en la Biblia hebrea, cuesta imaginar otro texto bíblico que se atreva a representarlo como una bandada de pájaros.

Finalmente, en la conclusión del oráculo, se nos dice que YHVH tiene un ‘fuego’ en Sión y un ‘horno’ en Jerusalén. Ahora se hace referencia a YHVH a través de una imagen presumiblemente humana, un hombre que cuida de un horno en llamas que está en Jerusalén o que posiblemente sea Jerusalén. El contexto sugiere que el calor del fuego destruye a unos asirios presas del pánico, que se muestran incapaces de conquistar una ciudad tan temiblemente defendida.

Rara vez las metáforas fluyen con tanta energía y diversidad en la representación que Isaías hace de YHVH. Cada una de ellas expone su punto de vista con brevedad, y luego da paso a la siguiente. Juntas, tocan múltiples cuerdas en su descripción de la fuente divina de la seguridad de Sión.

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Si los versículos 1-5 insinúan que la subyugación por parte de YHVH de los ‘pueblos fuertes’ y las ‘naciones despiadadas’ podría ser en realidad para su propio beneficio, el amplio alcance que insinúa se hace casi indiscutible en los versículos 6-10. 

En el texto que sigue, he añadido énfasis a cada referencia a todos/as (en hebreo כל), junto con los sustantivos implicados por este descriptor.

Y el Señor de los ejércitos preparará en este monte para todos los pueblos un banquete de manjares suculentos, un banquete de vino añejo, pedazos escogidos con tuétano, y vino añejo refinado. 

Y destruirá en este monte la cobertura que cubre todos los pueblos, el velo que está extendido sobre todas las naciones.
Él destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque el Señor ha hablado.

Y en aquel día se dirá: He aquí, este es nuestro Dios a quien hemos esperado para que nos salvara; este es el Señor a quien hemos esperado; regocijémonos y alegrémonos en su salvación.


Porque la mano del Señor reposará en este monte.

Isaías 25.6-10 (LBLA, énfasis añadido).

A pesar de este amplio resultado redentor, el texto no pierde de vista una tenaz particularidad. Lo vemos al menos en tres aspectos.

En primer lugar, el monte Sión sigue siendo el escenario. YHVH destruirá ‘en este monte la cobertura que cubre todos los pueblos…’ (7). La declaración culminante del pasaje -si consideramos el discurso inmediatamente posterior y bastante más hosco contra Moab como algo separado- declara que ‘la mano de YHVH se reposará en este monte’ (10).

En segundo lugar, Jacob/Israel sigue estando en el centro de la causalidad. El banquete universal que se describe aquí parece estar supeditado a que YHVH quite ‘el oprobio de su pueblo… de sobre toda la tierra’. No hay razón para imaginar que ‘su pueblo’ tenga un significado distinto del convencional. Sin embargo, cuando quita el oprobio de Jacob, el beneficiario es todo el mundo. Paralelamente a las cláusulas circundantes que son más explícitas sobre el destino bendito de las naciones, ‘de toda la tierra’ se refiere muy probablemente a esos pueblos, así como al propio Jacob.

Por último, el estribillo que se anticipa ‘en aquel día’ debe describir retrospectivamente la experiencia de Jacob/Israel, en lugar de la última inclusión jubilosa de ‘todos los pueblos’:

Y en aquel día se dirá: He aquí, este es nuestro Dios a quien hemos esperado para que nos salvara; este es el Señor a quien hemos esperado; regocijémonos y alegrémonos en su salvación.

Isaías 25.9 (LBLA)

Como tantas veces y de tantas maneras a lo largo del extenso libro llamado Isaías, aquí la restauración de Jacob representa de algún modo la restauración de todas las naciones. O quizá de todas menos una. En 10b-12 sigue el terrible sometimiento de Moab. La separación editorial de la NBLA de esa oscuridad de la luz anterior de este oráculo se realiza sin apoyo del Texto Masorético. Puede que la Visión de Isaías se resista visceralmente a las utopías que apartan su mirada de una especie de resistencia final, funesta y deprimente que al final sólo puede ser sofocada por la fuerza renuente.

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La perspectiva polivalente del libro llamado Isaías con respecto a las naciones vuelve a levantar cabeza en el amplio horizonte que celebra el himno que es el capítulo vigésimo quinto del libro.

Los cinco primeros versículos parecen presentar una especie de relato de conversión en relación con ‘pueblos fuertes’ y ‘ciudades de crueles naciones’ que parecen haber sido movidos a su conversión por la atención de YHVH a los pobres. 

Oh Señor, tú eres mi Dios; te ensalzaré, daré alabanzas a tu nombre, porque has hecho maravillas, designios concebidos desde tiempos antiguos con toda fidelidad. 

Porque has convertido la ciudad en un montón de escombros, la ciudad fortificada, en una ruina; el palacio de extranjeros ya no es ciudad, nunca será reedificado. 

Por eso te glorificará un pueblo fuerte, ciudades de crueles naciones te reverenciarán. 

Porque tú has sido baluarte para el desvalido, baluarte para el necesitado en su angustia, refugio contra la tormenta, sombra contra el calor; pues el aliento de los crueles es como turbión contra el muro. Como calor durante la sequía, tú aquietas el estruendo de los extranjeros; como el calor a la sombra de una nube, es acallado el cántico de los tiranos.


Isaías 25.1-5 (LBLA, cursiva añadida)

El texto no deja lugar a dudas sobre la realidad del sometimiento de los ‘pueblos fuertes’ y las ‘crueles naciones’.

De hecho, se encuentran en el monte del Señor’ (versículo 6, justo después) precisamente porque su ciudad y su palacio han sido arrasados. Los verbos del versículo 5 concluyen la primera sección de este oráculo con actividades divinas que no dejan lugar a dudas. YHVH sometió el efímero ardor de los pueblos (תכניע) y es acallado el cántico de los tiranos (יענה, traducido por la LBLA de forma un tanto lírica por la pasiva ‘es acallado’ para el uso activo de 3 ms del texto masorético de un verbo a menudo traducido de forma más prosaica como humillar).

Claramente, estos pueblos se consideran naciones a las que YHVH ha subyugado en cumplimiento de su antiguo propósito (25.1).

Sin embargo, no parece que los propios pueblos lamenten este resultado. De hecho, el versículo 3 podría interpretarse como el vocabulario de una mera conquista, impuesta a víctimas involuntarias. Pero en el contexto, en particular el que proporciona el oráculo a partir del versículo 6, parece haber de nuevo un elemento de participación voluntaria en el comportamiento de los conquistados.

Por eso te glorificará un pueblo fuerte, ciudades de crueles naciones te reverenciarán. 

Isaías 25.3 (LBLA)

Los versículos 6-10 completarán el cuadro, si es que esos versículos deben leerse como una unidad con los versículos 1-5, como me parece que es el caso. La dispersión de ‘todos’ entre sus protagonistas insinúa un banquete en el que todos -incluidos los enemigos históricos del pasado- levantan juntos sus copas y disfrutan del festín con el despreocupado abandono de los amigos.

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En el capítulo nueve, el profeta denuncia el orgullo de Jacob/Israel. Al hacerlo, afirma dos componentes comunes del discurso profético e invierte otro.

Pero el pueblo no ha vuelto a Aquel que los hirió, no han buscado al Señor de los ejércitos.

El Señor, pues, corta de Israel la cabeza y la cola, la hoja de palmera y el junco en un mismo día. El anciano y venerable es la cabeza, y el profeta que enseña la mentira, es la cola. Porque los que guían a este pueblo lo extravían; y los guiados por ellos son confundidos. 

Por eso no se complace el Señor en sus jóvenes, ni se compadece de sus huérfanos ni de sus viudas; porque todos ellos son impíos y malhechores, y toda boca habla necedades. Con todo eso no se aparta su ira, y aún está su mano extendida.

Isaías 9.13-17 (LBLA, cursivas añadidas)

Veamos primero los puntos en común que se afirman aquí. En primer lugar, el oráculo despliega el patrón frecuente en el que YHVH golpea y sana, o tal vez golpea para sanar. Aquí este tropo frecuente se interrumpe pero no se aborta. El contexto más amplio de la Visión Isaística nos asegura que Jacob/Israel -o una parte de la nación- se preparó para la parte curativa del compromiso de YHVH con su pueblo. En este oráculo, sin embargo, sólo tenemos una advertencia de que esto todavía no ha ocurrido.

En segundo lugar, el mencionado fracaso de YHVH se consolida con lo que sólo puede describirse como un estribillo en los primeros capítulos del libro:

Con todo eso no se aparta su ira, y aún está su mano extendida.

Isaías 9.17 (LBLA)

En lo que respecta a estos dos componentes del oráculo, el pasaje es continuo y no discontinuo con su entorno.

Sin embargo, el contenido del versículo 17 (versículo 16 en el texto hebreo) justo antes de este estribillo modifica ligeramente y luego invierte bastante radicalmente una preocupación profética común:

Por eso no se complace el Señor en sus jóvenes, ni se compadece de sus huérfanos ni de sus viudas; porque todos ellos son impíos y malhechores, y toda boca habla necedades. 

Isaías 9.17 (LBLA)

Isaías y sus homólogos proféticos definen con frecuencia a las víctimas más vulnerables y, por tanto, las primeras afectadas por la injusticia, como los pobres, los huérfanos y las viudas. Aquí, estos dos últimos -los huérfanos (יתומים) y las viudas (אלמנות)- hacen su habitual aparición como los que reciben más misericordia. ‘Los jóvenes’ (בחוריו) aparecen donde cabría esperar ‘los pobres’, aunque hay que admitir que son objeto de un verbo diferente (לא ישמח, no se regocijará sobre; LBLA sigue el לא יחמול de 1QIsa/a [El Gran Rollo de Isaías], ni se compadece de).

La inversión radical, que se produce con algo de mordacidad profética, es que no son los injustos los que se mostrarán duros de corazón ante la difícil situación de los jóvenes, las viudas y los huérfanos de Israel. Es el propio YHVH, el exaltado en este libro precisamente por su justicia, rectitud y compasión.

El texto proporciona una justificación para su asombrosa declaración:


…porque todos ellos son impíos y malhechores, y toda boca habla necedades. 

Isaías 9.17 (LBLA)

No es éste el único momento en que la Visión de Isaías presenta una ‘obra extraña’ de YHVH, a la que parece haber sido empujado por el exasperante comportamiento de su pueblo, pero que no brota de su naturaleza.

Porque el Señor se levantará como en el monte Perazim, se enojará como en el valle de Gabaón, para hacer su tarea, su extraña tarea, y para hacer su obra, su extraordinaria obra.Y ahora, no continuéis como escarnecedores, no sea que se hagan más fuertes vuestros grillos, pues de parte del Señor, Dios de los ejércitos, he oído de una destrucción decretada sobre la tierra.


Isaías 28:21-22 (LBLA)

También leemos que YHVH es el autor de la oscuridad, el infortunio y la calamidad (véanse 31:2, 42:23, 45:7, 50:3, 54:16). Sin embargo, el pasaje que nos ocupa no es menos chocante por la compañía de sus amigos. 

YHVH, en la visión isaística, se vuelve oscuro. Se vuelve impasible ante la difícil situación de la víctima, colaborador de la injusticia profundamente arraigada que es a la vez causa y consecuencia de los oídos sordos y los ojos ciegos de Israel.

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Uno de los motivos dominantes del juicio de Israel en el libro llamado Isaías es la tala del poderoso árbol que es Jacob/Israel. De hecho, esta noción aparece en la Visión Generadora del profeta en Isaías 6.13. Allí, la restauración se insinúa -discutiblemente- en la cláusula final, donde ‘la semilla santa’ y ‘su tronco’ parecen referirse a un remanente del pueblo que finalmente será restaurado.

Pero aún quedará una décima parte en ella, y esta volverá a ser consumida como el roble o la encina, cuyo tronco permanece cuando es cortado: la simiente santa será su tronco.

 Isaías 6:13, LBLA

El conmovedor oráculo de la regeneración que aparece en el cuarto capítulo del libro hace algo bastante parecido.

Aquel día el Renuevo del Señor será hermoso y lleno de gloria, y el fruto de la tierra será el orgullo y adorno de los sobrevivientes de Israel. 

Isaías 4:2, LBLA

De un modo que anticipa varios motivos de restauración de este libro, el ‘fruto de la tierra’ y muy posiblemente ‘el renuevo del Señor… y el fruto de la tierra’ se contraponen a ‘los supervivientes de Israel’. Las imágenes no son, en apariencia, iguales.

Existe una interpretación diferente de la sintaxis y el vocabulario que elimina esta ambigüedad, reflejada ya en la Septuaginta y tan recientemente como la traducción inglesa de la Biblia hebrea de la Jewish Publication Society:

Τῇ δὲ ἡμέρᾳ ἐκείνῃ ἐπιλάμψει ὁ θεὸς ἐν βουλῇ μετὰ δόξης ἐπὶ τῆς γῆς τοῦ ὑψῶσαι καὶ δοξάσαι τὸ καταλειφθὲν τοῦ Ισραηλ…

Isaías 4:2, LXX

But on that day God will gloriously shine on the earth with counsel, to uplift and glorify what remains of Israel.

Isaías 4:2 , New English Translation of the Septuagint)

In that day, The radiance of the LORD Will lend beauty and glory, And the splendor of the land [Will give] dignity and majesty, To the survivors of Israel.

Isaías 4:1, Jewish Publication Society

Probablemente sería inexacto calificar esta tradición interpretativa de antimesiánica. Más bien, representa una lectura no mesiánica de un texto que choca con la tradición masorética. El Tárgum Jonatán es una voz temprana que lee el texto mesiánicamente de un modo que refleja el camino seguido por la mayoría de las traducciones de Isaías a las lenguas modernas, incluido el inglés.

In that time the Messiah of the Lord will be for joy and for glory, and those who perform the Law for pride and for praise to the survivors of Israel.

Isaías 4:2, The Aramaic Bible

A nuestros efectos, es importante señalar que la presentación masorética de 4.2 contempla una doble presencia en la tierra habitada por el Israel restaurado, que tal vez prefigura la presencia del siervo intensamente personificado frente a una población remanente restaurada en el cuarto Cántico del Siervo en 52.13-53.12. En cada caso, el pueblo está allí junto a otra presencia que sigue siendo enigmática y que es en ocasiones colectiva y en otras una entidad singular, pero siempre profundamente unida al pueblo.

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La visión de Visiones de Isaías (2.1-5) es compartida por el libro de Miqueas en su cuarto capítulo. Se discute mucho si uno tomó prestado del otro o si ambos sacaron sus aguas visionarias de un pozo común. En el libro llamado Isaías, este breve atisbo de un futuro imaginado proféticamente se convierte en el pilar profundamente impulsado de toda la aventura. Es la propia Visión de Visiones de Isaías. 

Ambas ediciones, la de Miqueas y la de Isaías, hablan de forma idéntica de la animada conversación de las naciones mientras fluyen en su curso fluvial hasta la recién elevada Sión. Un rasgo del intercambio parece confirmar la impresión más amplia de que en Isaías la salvación es de los judíos y para las naciones.

Me refiero a la combinación del verbo ירה (enseñar) con la preposición מן (convencionalmente, de) que media la relación del verbo con su objeto directo דרכיו (sus caminos). En ningún otro lugar de la Biblia hebrea, fuera de la visión compartida de Miqueas e Isaías, aparece esta construcción.

En mi opinión, la preposición se entiende mejor como מן partitivo, una forma establecida de comunicar ‘parte de’, ‘algo de’ o ‘una porción de’. Si aplicamos lo que sabemos de la expresión a su aparición en la Visión de Visiones de Isaías (y, por supuesto, a la versión de Miqueas de ésta), el versículo dos viene a decir lo siguiente:

Vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob; para que nos enseñe algunos de sus caminos, y andemos en sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor. (NBLH, modificado)

No hay nada en el entusiasmo de las naciones que sugiera un apetito limitado por la instrucción de YHVH. Más bien, el límite parece aplicarse a sus expectativas

En el mundo trastornado que vislumbra el profeta, los extranjeros afluyen a la humilde Sión, ahora elevada por encima de la inmensidad de la topografía del mundo, hambrientos y sedientos de justicia, como podría haberlos descrito un profeta posterior. Sin embargo, ni siquiera ellos pueden imaginar que el Dios de Jacob pueda saciar toda su sed, que pueda ofrecer un banquete completo a los recién llegados.

Así que, en una lectura del texto que me parece totalmente defendible, ellos aseguran sus apuestas. 

…para que nos enseñe algunos de sus caminos…

Uno casi se imagina que esperan que quizá se nos permita comer algunas migajas sabrosas.¡Qué poco saben!

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