En el majestuoso discurso de YHVH que es el capítulo 45 del libro llamado Isaías, la atención recae sobre Ciro y el siervo de YHVH, Jacob/Israel. A Ciro se le llama atrevidamente ‘mi ungido’, empleando el término hebreo משיח de una forma que los mesianismos en desarrollo considerarán casi escandalosa después de que el título de ‘mesías’ se asocie a supuestas figuras ungidas de corta y larga duración.
En la mezcla, el oráculo que comprende los siete primeros versículos del capítulo juega ingeniosamente con el tema del saber y el no saber. El verbo ידע, saber, aparece no menos de cuatro veces, fenómeno que elucubro poniendo en cursiva la traducción e interponiendo el vocabulario hebreo en cuestión:
Así dice el Señor a Ciro, su ungido, a quien he tomado por la diestra, para someter ante él naciones, y para desatar lomos de reyes, para abrir ante él las puertas, para que no queden cerradas las entradas:
Yo iré delante de ti y allanaré los lugares escabrosos; romperé las puertas de bronce y haré pedazos sus barras de hierro. Te daré los tesoros ocultos, y las riquezas de los lugares secretos, para que sepas (למען תדע) que soy yo, el Señor, Dios de Israel, el que te llama por tu nombre. Por amor a mi siervo Jacob y a Israel mi escogido, te he llamado por tu nombre; te he honrado, aunque no me conocías (ולא ידעתני).
Yo soy el Señor, y no hay ningún otro; fuera de mí no hay Dios. Yo te ceñiré, aunque no me has conocido (ולא ידעתני), para que se sepa (למען ידעו) que desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, no hay ninguno fuera de mí.
Yo soy el Señor, y no hay otro; el que forma la luz y crea las tinieblas, el que causa bienestar y crea calamidades, yo soy el Señor, el que hace todo esto.Isaías 45:1-7 (LBLA, énfasis y texto en hebreo añadidos)
Aunque la figura más poderosa del mundo parece bastante despistada, Ciro es respetado por la dignidad que le corresponde como instrumento redentor en manos de YHVH. Sin embargo, esta elevación no debe nada a la conciencia de la gravedad redentora de su liberación de los exiliados judíos de Persia. Permanece ignorante, salvo por el indicio de un eventual despertar de su vocación por YHVH, el Dios de Israel:
…para que sepas que soy yo, el Señor, Dios de Israel, el que te llama por tu nombre.
Isaías 45.3 (LBLA)
Este fragmento de iluminación, sin embargo, parece ser un detalle de un despertar global más amplio a la incomparabilidad de YHVH, en el que el papel que desempeña Ciro es más instrumental que heroico.
Yo soy el Señor, y no hay ningún otro; fuera de mí no hay Dios. Yo te ceñiré, aunque no me has conocido, para que se sepa que desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, no hay ninguno fuera de mí.
(Isaías 45:5-6 LBLA)
Momentáneamente, su conocimiento queda subordinado a la maravilla más amplia de que las naciones lleguen a conocer la singularidad de YHVH.
Ciro es un peón en el juego redentor de YHVH. No se siente humillado por asumir este papel no elegido. Estaba, por así decirlo, ocupándose de sus propios asuntos imperiales. Ciro no es un faraón de corazón duro, que se enfrenta a YHVH oprimiendo a su primogénito y sufriendo las crueles consecuencias de la pérdida del suyo.
Más bien, es una figura un tanto desconcertada en la trama de la visión de Isaías. Se le encomendó una tarea digna y la llevó a cabo en una especie de nebulosa en cuanto a la importancia de sus acciones. Tal vez, de algún modo, llegó a ‘saber’ que formaba parte de algo más grande que él mismo.
Tal vez no.
Hay honor en todo ello. Redención para Israel. Un despertar para el mundo entero.
La gloria sólo para YHVH.