La insistencia deuteronómica en que la conversación con YHVH debe impregnar toda la vida no es tanto la imposición de la religión en cada minuto sino la disolución de la religión como categoría.
El culto, es cierto, sobrevive a esta perspectiva, pues concentra una orientación vital hacia YHVH en una promulgación precisa y altamente consciente que puede compartirse con toda la comunidad. Sin embargo, la práctica de la conciencia de que la presencia salvadora y exigente de YHVH está entre nosotros es algo distinto del culto o la liturgia. A los oyentes de los discursos de Moisés en el Deuteronomio se les dice que se entrenen a sí mismos y a sus familias para un atletismo espiritual que no se toma descansos, aunque festeja enérgicamente cuando llega el momento de hacerlo:
Grabad, pues, estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma; atadlas como una señal a vuestra mano, y serán por insignias entre vuestros ojos.Y enseñadlas a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y escríbelas en los postes de tu casa y en tus puertas, para que tus días y los días de tus hijos sean multiplicados en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, por todo el tiempo que los cielospermanezcan sobre la tierra.
La descripción de la fe en YHVH 24/7 es, como la articulación detallada de la jurisprudencia, representativa. Los ejemplos que se dan como momentos propicios para hablar de YHVH son sólo eso, ejemplos. El punto más importante es que la práctica de la conciencia de que YHVH está presente nunca debe estar alejada ni ser ajena a ningún aspecto de la vida tal y como uno la experimenta. No ha de ser algo religioso, un asunto aislado de los pasillos normales en los que uno progresa y retrocede en la vida.
YHVH, lo sepan o no los cabezas de familia israelitas, siempre está presente. Sin embargo, parafraseando a un israelita muy posterior cuya lealtad a la Torá era a la vez intensa y complicada, incluso los demonios lo saben. Lo que Moisés busca aquí es una gratitud receptiva y articulada. El dictado más básico del pacto exige este tipo de obediencia inteligente, insistiendo como lo hace en una maravillosa reciprocidad:
Yo seré vuestro Dios // y vosotros seréis mi pueblo.