Jesús eleva de forma memorable un estatus que se considera muy lamentable.
Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.
Mateo 5:3 (LBLA)
Nadie quiere estar tan empobrecido. Destrozado, abatido bajo una carga insoportable, desprovisto de fuerza emocional. Es un estado que hay que evitar cuando es posible, lamentar cuando no, sobrevivir si se puede.
O eso creíamos, hasta que Jesús nos enseñó que para tener derecho en el gobierno de su Padre en este mundo y en el siguiente es necesario experimentar ese tipo de pobreza.
El salmista, mucho antes de que Jesús pronunciara su cadena de bendiciones sobre los sujetos más inverosímiles, dio un giro similar.
El Señor guarda a los sencillos; estaba yo postrado y me salvó.
Salmo 116:6 (LBLA)
La palabra traducida como “simple” suele utilizarse para hablar de la peligrosa inocencia de un tonto. פתי en el texto hebreo es una palabra familiar. No es un cumplido.
La palabra se cuelga del cuello de los vagabundos demasiado necios para aprender sobre la vida. Uno es educado para reírse de esos simplones, para asegurarse de no cometer nunca el trágico error de convertirse en uno o parecerse a uno. Cruza la calle si es necesario, porque la vida es demasiado precaria para arriesgarlo todo en compañía de los culpables ignorantes.
Sin embargo, el poeta, con la percepción irónica que es común a esta literatura, ve más profundamente, casi anticipando la visión de Jesús de que la pobreza puede ser el camino hacia Dios en lugar de una barricada que aleja al hombre de él.
Resulta que El Señor preserva al simple, seguramente no al tonto ensimismado e ingenuo de los Proverbios, sino al hombre o a la mujer herido(a) que son conscientes de lo poco que saben. El que no tiene nada que reclamar a nadie. El que rechaza su propia incapacidad, el que desearía ser más inteligente, el que anhela comprender, pero siente que se queda corto. Otra vez.
“Bendito…”, casi podemos oír a Jesús diciendo por adelantado en la voz de los Salmos que conocía tan bien, “…es este tipo de simplón”. Porque aunque deseara ser un hombre mejor, con más conocimientos, YHVH lo rodeará. Lo preservará. Le enseñará.
Eso será suficiente.
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