El estudio de Levítico en el siglo veinte no puede ser resumido sin destacar el nombre de Jacob Milgrom. Los escritos magisteriales de Milgrom dan evidencia de una amorosa imersión en la literatura sacerdotal.
Este erudito crítico logra mostrar en cada sílaba de su acogedora prosa un profundo respeto por los valores que el libro procurar transmitir. Es más, Milgrom considera los ritos sacerdotales como valores inscritos en ceremonia. No se puede comprender una ley levítica en su espléndido—o tedioso—aislamiento. Al contrario, es necesario ver cada pronuncamiento como un elemento en un sistema global que pretende llevar a Israel a la escuela para que ahí aprenda los valores que necesita para realizar una vida significante en la presencia de YHVH.
Si presentas una ofrenda de cereal cocida en la sartén, la ofrenda será de flor de harina sin levadura, amasada con aceite. La partirás en pedazos y le echarás aceite. Es una ofrenda de cereal.
Milgrom afirma que las palabras fallan. Por un lado, no penetran a la comprensión de las personas menos ‘letradas’. Por otro lado, es fácil olvidarlas.
Las acciones repetidas son menos vulnerables al olvido. Así entra el sistema ritual en la escolaridad de Israel.
Una ley como la citada arriba, con su atención esmerada a la receta correcta de la ofrenda de cereal no es un detalle desnudo. Es un elemento en un sistema practicado y repetido que pretende inculcar valores que solo se comprenden a lo largo de una sumisión extendida al sistema global.
Leave a Reply