El código levítico establece una transacción que es vital para que el Israelita y su familia convivan con un Dios exigente.
Reconocemos esta lógica en la legislación sobre el holocausto. El animal que el ofrendador presenta se recibe en lugar de la persona que toma la iniciativa de realizar un holocausto.
Aunque parezca rudimentaria la observación, es importante hacerla. Existe un déficit en la situación del Israelita ante el Dios que habita en la tienda de encuentro a las márgenes de la misma comunidad. Es de crítica importancia que este déficit se resuelva conforme al intervalo apropiado. El faltante en la situación parece merecer la muerte del Israelita, es decir, representa un dilema existencial en lugar de un mero inconveniente.
Varios elementos de la gramática hebrea conspiran para acentuar la realidad de que la ofrenda es aceptable ante YHVH en lugar del ofrendador. Estos detalles apuntan a una substitución. Uno presenta el animal como sustituto por su propia muerte.
La legislación agrega un factor concreto para establecer la lógica sustituyente de la transacción sacrificial. En Levítico 1.4, el ofrendador pone su mano sobre la cabeza de la victima, la cual será aceptable en su lugar. Por un instante, pues, se realiza el drama de la solidaridad entre el hombre—quien sobrevivirá el rito y regresará a su hogar y su familia—y el animal cuya vida será extinguida en respuesta a las demandas misteriosas de la deidad que cohabita con Israel.
Sería un instinto netamente moderno y poco relevante interpretar esta solidaridad en términos sentimentales, como si el animal muerto hubiera sido una mascota. No la fue.
Pero no sería demasiado imaginar que el ofrendador, camino a su hogar después de haber cumplido su deber sacrificial, contemplara la realidad de que, si no fuera por ese animal, ya no existiría yo. La gracias y las acomodaciones a las necesidades humanas existen en la legislación levítica. Pero sin la severidad de las demandas de YHVH para con el pueblo que él escogió para compartir su existencia desde cerca, ellas pierden todo su sentido.
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