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La cautela y la precaución no son la virtud central. Sin embargo, son necesarias. Sin ellas, las propiedades vivificantes de la comunidad se agotan antes de tiempo. En su ausencia, el caos prospera con una rica dieta de ingenuidad, credulidad y riesgo desenfrenado.

Varios de los tratados de ejemplo llamados “jurisprudencia” que encontramos en el libro del Éxodo ilustran la forma moral de la precaución. La intención de los legisladores de Israel no es establecer un código de conducta exhaustivo, sino más bien emplear situaciones hipotéticas que podrían encontrarse en la vida real para construir el alma de una nación en torno a preferencias que son a la vez alegres y responsables.

Tomemos como ejemplo un toro, una gran bestia capaz de muchas cosas buenas pero también de acabar con la vida o mutilarla con un solo impulso de sus cuernos:

Y si un buey acornea a un hombre o a una mujer, y le causa la muerte, ciertamente el buey será apedreado y su carne no se comerá; pero el dueño del buey no será castigado.Sin embargo, si el buey tenía desde antes el hábito de acornear, y su dueño había sido advertido, pero no lo había encerrado, y mata a un hombre o a una mujer, el buey será apedreado, y su dueño también morirá. 

Éxodo 21:28-30 (LBLA)

Las personas cautelosas deben discernir los niveles de riesgo y actuar en consecuencia. No se trata de precisión actuarial, sino de cultivar una comunidad en la que la gente sea libre de arar, bailar y amar sin mirar constantemente por encima del hombro.

Las palabras apocalípticas de Jesús en el capítulo 24 del Evangelio de Mateo difícilmente podrían pertenecer a un conjunto de circunstancias más diferentes que las instrucciones legales del Éxodo que promueven la estabilidad. Sin embargo, aquí también se toma la precaución de evitar que se dañe la inocencia:

Entonces si alguno os dice: «Mirad, aquí está el Cristo», o «Allí está», no le creáis. Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos. Ved que os lo he dicho de antemano. Por tanto, si os dicen: «Mirad, Él está en el desierto», no vayáis; o «Mirad, Él está en las habitaciones interiores», no les creáis. Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre.

Mateo 24:23-27 (LBLA)

Ya sea cerca del génesis de Israel o de las últimas palabras de Jesús antes de su ascensión al Padre, la precaución se presenta como una virtud necesaria. Noble a su manera, no debe permitirse el tipo de autoimportancia que elevaría su estatura por encima de la de, por ejemplo, la fe, la esperanza o el amor. Sin embargo, sin ella, la fe se vuelve vacía y débil. La esperanza se convierte en una herramienta evasiva que permite que la realidad siga sin ser abordada. El amor se convierte en una inmolación voluntaria a manos de hombres y mujeres peligrosos que se deleitan encendiendo fuegos.

La alegría, esa improbable virtud de las personas arraigadas, se vuelve imposible.

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