Con algo parecido a la potencia explicativa del relato del Génesis sobre los orígenes humanos, la historia de los esclavos hebreos que huyen de su ‘casa de servidumbre’ en el libro del Éxodo golpea al oyente con una inmediatez impresionante. Reconocemos nuestro propio terror en el de ellos, acorralados por el mar delante, asediados por el pisoteo de las botas egipcias, llevados casi a la locura por el relincho de los caballos egipcios detrás de ellos.
Entonces los egipcios los persiguieron con todos los caballos y carros de Faraón, su caballería y su ejército, y los alcanzaron acampados junto al mar, junto a Pi-hahirot, frente a Baal-zefón. Y al acercarse Faraón, los hijos de Israel alzaron los ojos, y he aquí los egipcios marchaban tras ellos; entonces los hijos de Israel tuvieron mucho miedo y clamaron al Señor.
Éxodo 14:9-10 (LBLA)
Es muy familiar, este atrapamiento, estas esperanzas frustradas de libertad, estos remordimientos de adrenalina.
Así también, el ácido que sube sin fricción a sus lenguas secas:
Y dijeron a Moisés: ¿Acaso no había sepulcros en Egipto para que nos sacaras a morir en el desierto? ¿Por qué nos has tratado de esta manera, sacándonos de Egipto?
Éxodo 14:11 (LBLA)
Estos miedos son nuestros, este giro a nuestro liberador lleva nuestra impronta, este espejo muestra nuestros rostros con una distorsión casi nula. En los momentos en los que se presenta como lucidez despavorida, sabemos exactamente lo que se puede y no se puede hacer por nosotros, con nosotros, en nosotros. Nos preguntamos en qué estábamos pensando cuando nos sumimos en sueños de cosas mejores que lo que ahora parece ser como la buena vida de servir a nuestros malditos y azotadores egipcios. En aquel entonces, nadie estaba tan loco como para hablar de libertad.
Qué tiempos aquellos.
¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: «Déjanos, para que sirvamos a los egipcios»? Porque mejor nos hubiera sido servir a los egipcios que morir en el desierto.
Éxodo 14:12 (LBLA)
Ante todo, el pueblo de YHVH es un esclavo liberado. La ética bíblica fluye de la experiencia de la esclavitud y la liberación, YHVH se consagra como el Único del Sinaí, su recordada liberación se convierte en fuerza y canción. El paradigma forjado a partir del pánico de los esclavos y de la liberación que YHVH efectuaría para ellos es una construcción profunda y moldeadora, fuerte y flexible como el acero más fino.
Todo comienza aquí, al borde de un mar inexorable, perseguidos por egipcios que les dan muerte, amargados por la inflexibilidad de un sistema cerrado y asfixiante en el que no pueden ocurrir cosas buenas porque la esclavitud segura es lo mejor que puede haber.
Entonces YHVH divide las aguas.
Leave a Reply