El salmista, en su difícil situación, citará a veces las palabras grabadas del Señor, a veces con un tono audaz de hacer responsable a YHVH de sus compromisos anteriores. Otras veces, como en el salmo ochenta y seis, la intención parece más benigna. Golpeado por el persistente asalto de sus adversarios, el poeta coloca las palabras autorreveladoras de YHVH -que el testimonio bíblico remonta a la revelación del nombre divino registrada en los primeros capítulos del libro del Éxodo- frente a los hechos inflexibles de su angustia.
Mas tú, Señor, eres un Dios compasivo y lleno de piedad,
(Salmo 86:15 (LBLA)
lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad.
Es curioso que el salmista contraponga el amor paciente de YHVH al ataque implacable. Está claro que no está invocando la lentitud de la ira divina con respecto a sus enemigos, pues sin duda preferiría verlos vaporizados en un momento. Más bien, puede haber una admisión encubierta de su propia indignidad para el rescate de Dios. Hace su invocación, más bien urgente, en el lenguaje de la provocación lenta, porque espera que la propia paciencia de YHVH con él le haya mantenido en la lista de personas para las que el favor de Dios puede ser anticipado.
Compasivo y lleno de piedad, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad…
Son palabras duraderas, recicladas a menudo cuando un temperamento divino más ardiente habría hecho que las circunstancias de uno sobrepasaran la estación de la esperanza. La asimetría del amor divino, por la que su ira es lenta y su misericordia rápida, su amor abundante y su ira escasa, marca las geometrías de la gracia dentro de cuyas líneas angulares podemos vivir. Hasta que la gracia se desliza en la experiencia humana hacia la presunción, se puede contar con que YHVH es más paciente, más misericordioso, más sufrido de lo que imaginamos.
Por eso sus recurrentes actos de amor son nifla’ot (נפלאות), o sorpresas. Para cualquier otro cálculo matemático, el momento de tales misericordias intervinientes habría pasado. Sin embargo YHVH, en su camino hacia el punto de no retorno misericordioso, es insufriblemente y magníficamente lento.
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