La ayuda está disponible.
Este es el mensaje que el poeta que creó el Salmo 46 subraya en un tiempo en donde todo parece que lo que es confiable ha sido estremecido. Solo se necesita haber sentido un terremoto para que esa estaca existencial se clave en el alma, que solo aparece cuando la tierra se mueve.
Se puede suponer que cualquier cosa se mueva bajo coacción. Pero no se supone que la tierra se mueva. Es la Cosa Inmóvil, el escenario en el que todo tipo de mobiliario hace un sonido agrietado y se agita. La gente marcha, corre, se arrastra, algunos se quedan, otros nos hacen desear que se hayan quedado. Pero la tierra en sí misma no se mueve.
Entonces, de repente, se mueve, dejando a uno a preguntarse si existe algo en que se puede.
Dios es nuestro refugio y fortaleza,
nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios,
y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares;
aunque bramen y se agiten sus aguas,
aunque tiemblen los montes con creciente enojo. (Salmo 46:1-3 LBLA)
Al explorar su tema, el poeta se refiere a Dios en medio del caos con una descripción hebrea que es única en la antología bíblica. Él es, se nos dice, נמצא מאד (nimtsa’ me’od). Para una traducción, el traductor muy literal podría querer algo como esto: muy encontrable/descubrible. Las almas más poéticas nos han dado una convincente y duradera tradución: un pronto auxilio en las tribulaciones.
Lo que esta frase castella consigue con un notable toque estético, sacrifica parcialmente por el otro lado en términos del significado que el salmista desea expresar. Dios no está tan presente en una manera ordinaria e indiscutible, en tiempos de angustia, como la interpretación más bien filosóficamente inclinada en el español podría llevarnos a creer.
Más bien, él está disponible. Es decir, es sensible a ser buscado. Él escucha y reacciona cuando se le pide. Puede parecer que está oculto o incluso, al contrario de la traducción español que tenemos ante nosotros, ausente, ya que todo lo que es fuerte y fiable es lanzado como las olas en el mar. Pero él se dejará descubrir en esa mêlée por alguien que lo busca asiduamente mientras la casa se quema a su alrededor.
Este salmo, uno de los mejores de la antología bíblica, pasa a explicar el significado de la disponibilidad divina cuando los cimientos se estremecen. Aprendemos, de forma más prosaica, que el Señor está con nosotros. Quizás fue esta afirmación la que llevó a los traductores a expresar la presencia de YHWH con su notable giro de una frase que merece ser repetida: una ayuda muy presente.
Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios,
las moradas santas del Altísimo.
Dios está en medio de ella, no será sacudida;
Dios la ayudará al romper el alba.
Bramaron las naciones, se tambalearon los reinos;
dio Él su voz, y la tierra se derritió.
El Señor de los ejércitos está con nosotros;
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
La espiritualidad bíblica, más a menudo de lo que vence las circunstancias de caos, alimenta un espíritu tranquilo en el centro de la existencia. Pero aun esta afirmación no es es mecánica, no es el producto de una quietud forjada por la fuerza de un alma human. Más bien, es el resultado del paradójico esfuerzo de buscar a un Dios que se deja encontrar a la fuerza, normalmente mientras las montañas y los pueblos continúan su furia justo afuera de la frágil puerta.
Leave a Reply