]En Isaías 56, YHWH se acerca hasta donde la gramática hebrea permite a nombrarse a sí mismo con un nuevo nombre.
Así dice el Señor omnipotente, el que reúne a los desterrados de Israel: «Reuniré a mi pueblo con otros pueblos, además de los que ya he reunido». (Isaías 56:8 NVI).
De hecho, casi se podía leer el prefacio de la declaración de YHWH como…
YHWH, el Recolector de los desterrados de Israel, declara…
Dos cosas se destacan. Primero, en mi lectura, este impulso de recolección no se registra como uno enmarca un acontecimiento que ocurrió una vez y puede o no puede volver a ocurrir. Más bien, parece que la sintaxis presenta a esta reunión de las hijas e hijos errantes de Israel, como algo casi intrínseco a la personalidad de YHWH. No sólo los reúne. Él es su Recolector. Una y otra vez.
Segundo, la poesía del pasaje en sí recoge el elemento sorprendente, la naturaleza inesperadamente y generosa de la acción recolectora de YHWH, que se encuentra a través de la Escritura. Cuando YHWH haya terminado aquella recogida, que casi podría esperarse de la divinidad ambiciosa y amigable de Israel, habrá trabajo adicional por hacer y por lo tanto otras maravillas que serán anunciadas. Es decir, YHWH sorprenderá a su gente una vez más con aquellos que rescata y recupera. La comunidad de los redimidos será poblada con nuevas caras y acentos desconocidos.
Uno piensa aquí acerca de ese profeta posterior de Israel, uno que a su peligro declaró ser el rey del reino de YHWH. Él, también, tenía pensamientos extraños sobre su vocación de recolector:
Él entonces les contó esta parábola: ‘Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido”. Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.’ (Lucas 15: 3-7).
El brazo del Recolector es largo, sus piernas fuertes, su propósito más ilimitado de lo que sabemos o comprendemos.
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