Ante el terrible rechazo del culto de parte de YHVH, este capítulo introductorio ofrece una exhortación que pretende abrir camino a una situación diferente. Los lineamientos del primer capítulo de Isaías merecen ser tomados en cuenta como un mapa conceptual que orientará el lector en su encuentro con el libro entero.
Por lo tanto, los mandatos de estos versos no son particulares a una situación muy concreta y limitada por so contexto inmediato. Al contrario, ellos representan la prioridad ética que se notará a lo largo de libro y más allá en el legado bíblico.
¡Aprendan a hacer el bien!
¡Busquen la justicia y reprendan al opresor!
¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda!»Vengan, pongamos las cosas en claro
—dice el SEÑOR—.
¿Son sus pecados como escarlata?
¡Quedarán blancos como la nieve!
¿Son rojos como la púrpura?
¡Quedarán como la lana!
¿Están ustedes dispuestos a obedecer?
¡Comerán lo mejor de la tierra!
¿Se niegan y se rebelan?
¡Serán devorados por la espada!»
El SEÑOR mismo lo ha dicho.
El texto nos ofrece un ejemplar de la llamada ‘justicia poética’. Es decir, la consecuencias de las decisiones que uno tome corresponderán formalmente e irónicamente a las decisiones y las acciones que las generan.
La traducción al castellano oscuriza el uso del vocablo hebreo ‘acal: comer devorar.
La voz profética ofrece un opción dual a la luz de las exhortaciones que han sido articuladas:
Obedecer/confiar y en consecuencia comer bien o desobedecer/desconfiar y sufrir el resultado de ser ‘comido’.
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