El libro titulado Isaías deja un espacio particular para los niños influyentes.
Tanto si la historia de la redención de Isaías se considera próxima al destino de Judá en medio de los episodios imperiales de Asiria, Babilonia y Persia, como si se considera a lo largo de una trayectoria que incluye lecturas mesiánicas de los textos en el Nuevo Testamento, los niños ejercen una sorprendente y potente intervención.
En Isaías 9 -hay que tener en cuenta que la versificación hebrea y la española difieren en una unidad- se producen cambios repentinos y exuberantes.
La sección que comprende Isaías 9:1-7 (versificación en español) oscila sobre una bisagra que podría entenderse mejor como el preludio de una luz gloriosa en lugar de una oscuridad desesperada y una celebración pacífica donde momentos antes el pueblo conocía una opresión sangrienta. La torta se voltea repentinamente y en direcciones felices en estos dos rangos de experiencia.
Se entiende que el autor de esta revolución es YHVH, por medio del discurso en segunda persona de los versículos 3 y 4. Cito ahora los cinco primeros de los siete versículos del pasaje, con el 3 y el 4 en cursiva.
Pero no habrá más lobreguez para la que estaba en angustia. Como en tiempos pasados Él trató con desprecio a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí, pero después la hará gloriosa por el camino del mar al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz; a los que habitaban en tierra de sombra de muerte,
Isaías 9:1-5 (LBLA, enfasis adicional)
la luz ha resplandecido sobre ellos.
Multiplicaste la nación, aumentaste su alegría; se alegran en tu presencia como con la alegría de la cosecha, como se regocijan los hombres cuando se reparten el botín.
Porque tú quebrarás el yugo de su carga, el báculo de sus hombros, y la vara de su opresor, como en la batalla de Madián.
Porque toda bota que calza el guerrero en el fragor de la batalla, y el manto revolcado en sangre, serán para quemar, combustible para el fuego.
A continuación, Isaías da uno de los giros característicos de la tradición. Vuelvo a poner en cursiva, esta vez las referencias al niño que ahora presenta el texto.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros;
Isaías 9:6-7 (LBLA)
y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto.
El nacimiento de este niño es un momento monárquico de gran importancia para nuestro autor. Los académicos eruditos se apresuran, y es comprensible, a situar el nacimiento de este niño real en lo que sabemos de los reyes y las casas del Próximo Oriente Antiguo, lo que produce una interpretación muy contenida en el momento histórico del texto.
Los grandes títulos atribuidos al niño pueden desvirtuar esta lectura, pero es una interpretación viable en su contexto. Es de suponer que un niño engendrado en la casa de David crecerá para liberar a la casa real y a sus súbditos de la opresión imperial. La resonante expresión hebrea כי ילד ילד־לנו בן נתן־לנו-Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado- sitúa la liberación en la persona de un infante o un simple muchacho. Es la manera que tiene YHVH de realizar sus mayores hazañas redentoras por medio del menos prometedor de los agentes humanos. Se rompe el yugo imperial y Judá estalla en una celebración de agradecimiento.
Es un cuadro conmovedor y cuya utilidad para el entendimiento entre israelíes y judíos no es difícil de apreciar.
Por supuesto, no es el final de la historia.
Más bien, el Evangelio de Mateo del Nuevo Testamento ofrece una lectura complementaria del texto. Elijo la palabra resaltada con cuidado. No es necesario concluir y, en cualquier caso, es imposible probar que los lectores mesiánicos judíos de la Biblia hebrea (en muchos casos a través de su traducción griega, la Septuaginta) rechazaron o descartaron una lectura inicial históricamente contenida de un texto como éste. Es posible que nunca conozcamos sus hipótesis precisas al respecto. Al menos, un evangelista como Mateo ofrece una lectura adicional y, ciertamente, una que para su comunidad probablemente eclipsó casi por completo la anterior.
Cuando Él oyó que Juan había sido encarcelado, se retiró a Galilea; y saliendo de Nazaret, fue y se estableció en Capernaúm, que está junto al mar, en la región de Zabulón y de Neftalí; 14 para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías, cuando dijo:
¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles!
El pueblo asentado en tinieblas vio una gran luz, y a los que vivían en región y sombra de muerte,
una luz les resplandeció.Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
Mateo 4:12-17 (LBLA)
La cuestión ha cambiado en el siglo VIII. La luz gloriosa ha vuelto a sustituir a la oscuridad. La opresión imperial de otro tipo ha sido vencida de un modo que da lugar a una celebración pacífica.
Un reino bendito ha recuperado o asegurado el dominio efectivo.
La fe cristiana, por tanto, entiende el nacimiento de Jesús en términos revolucionarios, que dan la vuelta a la torta y que resuenan con la gravedad de vida o muerte de las texturas del oráculo de Isaías. Además, acepta la supuesta inclinación de YHVH a utilizar a ‘los más pequeños’ -lenguaje que se hará familiar en los labios de un niño adulto- para llevar a cabo su mejor obra.