El trigésimo capítulo del libro de Isaías denuncia la irónica dependencia de Jacob/Israel de Egipto, su antiguo e icónico captor.
Frente a las amenazas políticas contemporáneas, el pueblo se siente extrañamente atraído por el supuesto refugio de Egipto contra la tormenta.
¡Qué lástima!, dice el profeta, ese rechazo de la protección que está más cerca de casa, esa preferencia por un santuario sin valor en el abrazo de un imperio; es sólo el asalto de una tormenta diferente y más peligrosa sobre una nación que se tambalea ignorante.
Por tanto, así dice el Santo de Israel: Ya que habéis desechado esta palabra, y habéis confiado en la opresión y en el engaño, y os habéis apoyado en ellos, por eso esta iniquidad será para vosotros
como muro agrietado a punto de caer, como abultamiento en una pared alta, cuya caída viene de repente, en un instante. Su caída es como el romper de una vasija de alfarero, despedazada sin piedad;
no se halla entre sus pedazos ni un tiesto para tomar fuego del hogar o para sacar agua de una cisterna.Isaías 30:12-14 (LBLA)
Dos metáforas se agitan inquietas en la denuncia del oráculo. Primero un muro, luego una vasija.
Lo que comparten es la utilidad cotidiana que ofrecen: protección, primero, y provisión, después. Tal vez su utilidad cotidiana -imaginada en lugar de articulada- tenga por objeto contrarrestar la supuesta inutilidad de Egipto.
Sin embargo, vemos cómo se sacrifica su utilidad: Muro y vasija, dos elementos básicos de la vida cotidiana, yacen ahora destrozados hasta quedar irreconocibles.
Es «esta iniquidad» (העון הזה) lo que se describe en las dos metáforas. Sin embargo, no está del todo claro si debemos entender que la ofensa de Jacob/Israel será aplastada o -alternativamente- que el pueblo mismo se derrumbará a causa de su iniquidad. El texto no parece preocuparse por aclarar este punto.
Lo que sí está claro es la cascada de descriptores. Aquí, el pasaje de nuevo con énfasis añadido:
…por eso esta iniquidad será para vosotros como muro agrietado a punto de caer, como abultamiento en una pared alta, cuya caída viene de repente, en un instante. Su caída es como el romper de una vasija de alfarero, despedazada sin piedad; no se halla entre sus pedazos ni un tiesto para tomar fuego del hogar o para sacar agua de una cisterna.
Isaías 30:13-14 (NRSV, énfasis añadido)
Independientemente de cómo identifiquemos el referente primario de las dos metáforas, es difícil concluir que debamos entender otra cosa que Israel/Jacob hecho pedazos, trágicamente convertido por su propia locura en un ser tan inútil como el propio Egipto.
Un oráculo complementario que comienza en el versículo 15 -o tal vez deberíamos entenderlo como la continuación del pasaje que nos ocupa- nos hablará de mejores perspectivas. Pero no antes de que el lector haya asimilado la impactante imagen de Israel destrozado hasta quedar irreconocible por la obstinada estupidez de su realpolitik.