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Posts Tagged ‘Isaías 4’

Uno de los motivos dominantes del juicio de Israel en el libro llamado Isaías es la tala del poderoso árbol que es Jacob/Israel. De hecho, esta noción aparece en la Visión Generadora del profeta en Isaías 6.13. Allí, la restauración se insinúa -discutiblemente- en la cláusula final, donde ‘la semilla santa’ y ‘su tronco’ parecen referirse a un remanente del pueblo que finalmente será restaurado.

Pero aún quedará una décima parte en ella, y esta volverá a ser consumida como el roble o la encina, cuyo tronco permanece cuando es cortado: la simiente santa será su tronco.

 Isaías 6:13, LBLA

El conmovedor oráculo de la regeneración que aparece en el cuarto capítulo del libro hace algo bastante parecido.

Aquel día el Renuevo del Señor será hermoso y lleno de gloria, y el fruto de la tierra será el orgullo y adorno de los sobrevivientes de Israel. 

Isaías 4:2, LBLA

De un modo que anticipa varios motivos de restauración de este libro, el ‘fruto de la tierra’ y muy posiblemente ‘el renuevo del Señor… y el fruto de la tierra’ se contraponen a ‘los supervivientes de Israel’. Las imágenes no son, en apariencia, iguales.

Existe una interpretación diferente de la sintaxis y el vocabulario que elimina esta ambigüedad, reflejada ya en la Septuaginta y tan recientemente como la traducción inglesa de la Biblia hebrea de la Jewish Publication Society:

Τῇ δὲ ἡμέρᾳ ἐκείνῃ ἐπιλάμψει ὁ θεὸς ἐν βουλῇ μετὰ δόξης ἐπὶ τῆς γῆς τοῦ ὑψῶσαι καὶ δοξάσαι τὸ καταλειφθὲν τοῦ Ισραηλ…

Isaías 4:2, LXX

But on that day God will gloriously shine on the earth with counsel, to uplift and glorify what remains of Israel.

Isaías 4:2 , New English Translation of the Septuagint)

In that day, The radiance of the LORD Will lend beauty and glory, And the splendor of the land [Will give] dignity and majesty, To the survivors of Israel.

Isaías 4:1, Jewish Publication Society

Probablemente sería inexacto calificar esta tradición interpretativa de antimesiánica. Más bien, representa una lectura no mesiánica de un texto que choca con la tradición masorética. El Tárgum Jonatán es una voz temprana que lee el texto mesiánicamente de un modo que refleja el camino seguido por la mayoría de las traducciones de Isaías a las lenguas modernas, incluido el inglés.

In that time the Messiah of the Lord will be for joy and for glory, and those who perform the Law for pride and for praise to the survivors of Israel.

Isaías 4:2, The Aramaic Bible

A nuestros efectos, es importante señalar que la presentación masorética de 4.2 contempla una doble presencia en la tierra habitada por el Israel restaurado, que tal vez prefigura la presencia del siervo intensamente personificado frente a una población remanente restaurada en el cuarto Cántico del Siervo en 52.13-53.12. En cada caso, el pueblo está allí junto a otra presencia que sigue siendo enigmática y que es en ocasiones colectiva y en otras una entidad singular, pero siempre profundamente unida al pueblo.

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El oráculo críptico que constituye este capítulo, el más breve del libro titulado Isaías, ofrece una de las combinaciones más seductoras de la tradición isaística.

Al profeta y a los proclamadores de su mensaje les encanta fusionar la noción de sobreviviente/remanente, por un lado, con la de belleza/gloria, por otro. De hecho, el libro de Isaías no sería lo que es si no fuera por esta extraña alquimia.

Vale la pena citar íntegramente tres de los seis versículos del capítulo, destacando las palabras más estrechamente relacionadas con esta observación.

Aquel día el Renuevo del Señor será hermoso y lleno de gloria, y el fruto de la tierra será el orgullo y adorno de los sobrevivientes de Israel. Y acontecerá que el que sea dejado en Sión y el que quede en Jerusalén será llamado santo: todos los que estén inscritos para vivir en Jerusalén. Cuando el Señor haya lavado la inmundicia de las hijas de Sión y haya limpiado la sangre derramada de en medio de Jerusalén con el espíritu del juicio y el espíritu abrasador.

Isaías 4:2-4 (LBLA)

Baste decir que la rama y el fruto, de resonancias hortícolas, se aferran enigmáticamente a los sobrevivientes de Israel y al que queda en Sión y permanece en Jerusalén. El hecho de que tanto la rama como el fruto sean hermosos, gloriosos, orgullo y honor con respecto al remanente sobreviviente engendra una interpretación mesiánica de esta declaración, ya que parece insinuar dos entidades en lo que podríamos llamar Jerusalén-después-de-la-tormenta en lugar de una sola. Por cierto, el hebreo que subyace al estático y doblemente enunciado “será” (2x) se traduce mejor, a mi juicio, por “llegará a ser”. Esta traducción respeta tanto la sintaxis hebrea (…יהיה ל) como la idea central contextual del paso de un estado lamentable a su opuesto.

Los versículos aquí extraídos sitúan este embellecimiento y glorificación en un momento futuro en el que el eventual resto del pueblo de Judá habrá pasado y sobrevivido a alguna calamidad purificadora. La secuencia ya es evidente en los versículos citados anteriormente. La naturaleza de esta catástrofe fructífera queda aún más clara en los versículos que siguen.

… Cuando el Señor haya lavado la inmundicia de las hijas de Sión y haya limpiado la sangre derramada de en medio de Jerusalén con el espíritu del juicio y el espíritu abrasador.

La llama de YHVH se convierte entonces en un escudo divino sobre Sión en los versículos restantes del capítulo, una transformación narrada en prosa que resuena profundamente en el anterior compromiso redentor de YHVH con Israel.

Entonces el Señor creará sobre todo lugar del monte Sión y sobre sus asambleas, una nube durante el día, o sea humo, y un resplandor de llamas de fuego por la noche; porque sobre toda la gloria habrá un dosel;  será un cobertizo para dar sombra contra el calor del día, y refugio y protección contra la tormenta y la lluvia.

Isaías 4:5-6 (LBLA)

¿Qué debemos hacer con estos gloriosos sobrevivientes, pintados con un pincel alusivo en este primer capítulo de un libro enorme que no ha hecho más que empezar cuando nos encontramos con el lienzo impresionista desde el que nos miran?

Para empezar, conviene subrayar que nada de lo retratado en este cameo se opone a la trayectoria más larga y extensa del libro. Más bien, la historia de la purificación a través de un desastre diseñado y llevado a cabo por el apasionado Protector Divino de Jerusalén es parte integrante del paquete isaístico. Todo lo que descubrimos aquí es constante con esa historia mayor. Si la historia se cuenta brevemente aquí, se desarrollará, prometerá, declarará e insistirá una y otra vez antes de que este rollo pueda enrollarse y guardarse.

Lo mismo ocurre con la noción de que quienes se someten a la tormenta y sobreviven a sus azotes emergerán hermosos, honrados y santos. Estas espléndidas cualidades, que en el texto se aferran de forma natural al propio YHVH y a todo lo que restaura, se prometen aquí a quienes soporten la tormenta en el dialecto más íntimo que este libro sabe hablar: el del renombramiento.

Y acontecerá que el que sea dejado en Sión y el que quede en Jerusalén será llamado santo: todos los que estén inscritos para vivir en Jerusalén.

Isaías 4:3 (LBLA)

El lenguaje de las “promesas proféticas” se utiliza bastante a menudo y con mucha ligereza en relación con la compañía de los profetas bíblicos.

Sin embargo, sin él nos quedaríamos perplejos ante un texto como el cuarto capítulo de Isaías, incapaces de hablar.

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A pesar de su complejidad estructural, el Canto de la Viña del quinto capítulo del libro de Isaías se presenta con una formidable contundencia. Como parábola, es breve. Uno supone que el profeta condujo a sus oyentes por el camino de un cuento bien contado, para luego golpearlos en las entrañas con su carga condenatoria.

El propio YHWH, escenificado como el viñador, habla así:

¿Qué más se puede hacer por mi viña, 
que yo no haya hecho en ella? 
¿Por qué, cuando esperaba que produjera uvas buenas
produjo uvas silvestres?

Isaiah 5:4 (LBLA)

De hecho, una especie de indignante rabia impregna el material de la primera mitad del libro. Pocas veces en las Escrituras hebreas se retrata a YHVH con una indignación tan vulnerable y herida. Algunos de los primeros traductores de la obra, tal vez intuyendo que un sentimiento tan transparente era indigno de su deidad, utilizaron su prerrogativa de traductores y un aerógrafo verbal para retocar el material ofensivo y convertir a YHVH en un juez más augusto e impasible.

Sin embargo, para nosotros, lectores del libro hebreo de Isaías tal y como nos llega en una fina y moderna traducción, es necesario situarnos ante ese notable fenómeno que tradicionalmente se ha etiquetado como ‘la ira de Dios’. Fuera del interludio parabólico, el texto se refiere a él una y otra vez al afirmar en su narración de la depravación de Judá que ‘por todo esto su ira no se ha apartado, y su mano está todavía extendida’.

La mejor manera de entender esta furia celestial es en los términos en que el propio libro la presenta. Desde ese punto de vista, es la justa indignación de una deidad generosa ante un pueblo que ha despreciado de forma irracional y atroz toda apariencia de relación con su benefactor. Uno empieza a percibir, al menos dentro del ámbito del autor o autores del libro, lo razonable del dolor de YHVH.

Por otra parte, el libro enmarca la ira de YHVH dentro de una trama que subraya su agresiva y obstinada determinación de orientar las cosas hacia un fin mejor, de encontrar la reconciliación con este pueblo y de saturar su destino con esa plenitud de bienestar que llamamos bendición.

Por último, no cabe duda de que el libro es más displicente en cuanto al coste de la rebelión de un pueblo de lo que la sensibilidad moderna -adiestrada desde el seno materno para negarse a creer que algo importe tanto– puede aceptar cómodamente. En este libro, la ira de YHVH está destinada a crear víctimas sobre las que se expresan pocos remordimientos en el camino de la purga de un remanente que vivirá en su planeada bendición. Nosotros nos apartamos de tal finalidad, pues creemos, entre nuestras muchas suposiciones, que la reputación de ningún dios importa tanto y que las personas deben estar apartadas a cualquier precio del sufrimiento, especialmente cuando éste es judicial o retributivo.

Una utilidad de este gran libro podría ser la de preguntarnos por qué creemos tales cosas. En un momento en el que hemos aprendido a reconocer los motivos y el poder que hay detrás de todo pensamiento y acción, estos podrían ser temas dignos de nuestra inspección cuando respondemos o reaccionamos a la ‘ira de Dios’ que Isaías nos presenta con un consuelo implacable.

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Si hay algún pasaje en todo el enorme volumen de Isaías que capture con mayor precisión la trayectoria del libro que su cuarto capítulo, es difícil imaginar cuál sería dicho pasaje.

Aquel día el Renuevo del Señor será hermoso y lleno de gloria, y el fruto de la tierra será el orgullo y adorno de los sobrevivientes de Israel. Y acontecerá que el que sea dejado en Sión y el que quede en Jerusalén será llamado santo: todos los que estén inscritos para vivir en Jerusalén. Cuando el Señor haya lavado la inmundicia de las hijas de Sión y haya limpiado la sangre derramada de en medio de Jerusalén con el espíritu del juicio y el espíritu abrasador, entonces el Señor creará sobre todo lugar del monte Sión y sobre sus asambleas, una nube durante el día, o sea humo, y un resplandor de llamas de fuego por la noche; porque sobre toda la gloria habrá un dosel;será un cobertizo para dar sombra contra el calor del día, y refugio y protección contra la tormenta y la lluvia.

Isaías 4:2-6 (LBLA)

El breve oráculo se refiere a la suciedad de Sión y a las manchas de sangre de Jerusalén sin permitir que este escrutinio eclipse la belleza y la gloria que serán suyas.

La clave para entender cómo puede mantenerse esta paradoja se encuentra en el núcleo de esta breve declaración profética. Pocas veces un futuro perfecto se presenta con más consecuencias:

… cuando el Señor haya lavado la inmundicia de las hijas de Sión y haya limpiado la sangre derramada de en medio de Jerusalén con el espíritu del juicio y el espíritu abrasador.

Isaías 4:4 (LBLA)

Aquí es donde el drama del colapso y el renacimiento se pone al rojo vivo. Las grandes expectativas de YHVH para su pueblo son un futuro en el que insistirá con el mayor celo redentor. Sin embargo, Sión no alcanzará su destino final sin la limpieza ardiente que es el juicio de YHVH. No hay otra forma de llegar allí desde aquí.

El hebreo משׁפט requiere en cada caso que el traductor elija ‘justicia’ o ‘juicio’. El matiz es importante cada vez que hay que tomar una decisión, y hasta cierto punto esta necesidad lingüística oculta un hecho crucial: Sión sólo estará llena de justicia cuando haya sobrevivido a la plenitud del juicio.

Para el estudiante de este enorme rollo, casi puede decirse que el capítulo cuarto dice todo lo que hay que decir. El resto son comentarios.

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