Pocas de las declaraciones del libro de Isaías acerca del ‘siervo del Señor,’ están tan densamente pobladas como la sección rica en imágenes al inicio de Isaías 49:
Escúchenme, costas lejanas, oigan esto, naciones distantes: El Señor me llamó antes de que yo naciera, en el vientre de mi madre pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, y me escondió en la sombra de su mano; me convirtió en una flecha pulida, y me escondió en su aljaba. Me dijo: «Israel, tú eres mi siervo; en ti seré glorificado». Y respondí: «En vano he trabajado; he gastado mis fuerzas sin provecho alguno. Pero mi justicia está en manos del Señor; mi recompensa está con mi Dios».
Y ahora dice el Señor, que desde el seno materno me formó para que fuera yo su siervo, para hacer que Jacob se vuelva a él, que Israel se reúna a su alrededor; porque a los ojos del Señor soy digno de honra, y mi Dios ha sido mi fortaleza: «No es gran cosa que seas mi siervo, ni que restaures a las tribus de Jacob, ni que hagas volver a los de Israel, a quienes he preservado. Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra». (Isaías 49:1-6 NVI).
Primero, tenemos una expresión de profunda intimidad entre el siervo y YHWH. Esto se hace explícito en todo el pasaje, pero el lector no debe perder su expresión implícita en las primeras palabras del pasaje. La invocación inicial (‘escúchame… presta atención’) es a veces ofrecida en el libro de Isaías por el profeta con la declaración inmediatamente siguiente que ‘YHWH ha hablado’. En otras ocasiones YHWH mismo utiliza esta expresión convocatoria él mismo.
Aquí, notablemente, es el siervo quien llama a los oyentes a la atención y entrega el contenido de la declaración: concretamente, el mensaje consiste en que YHWH es el iniciador de la existencia del servidor y su propósito. El efecto de esta transferencia de una expresión convincente familiar y autorizada a los labios del siervo, parece producir una elevación de su estatus.
En segundo lugar, hay un enfoque inquebrantable en este pasaje sobre la situación de las costas, los pueblos lejanos, las naciones y el extremo más lejano de la tierra. Unos dirían que estas expresiones pertenecen a los judíos que se encuentran en esos lugares. Sin embargo, me parece que el entendimiento tradicional de que estas son personas no judías goza de la preponderancia del apoyo de los datos. La visión convencional también recibe del apoyo de la yuxtaposición en el versículo 6, donde la comparativamente ‘cosa ligera’ del siervo que levanta las tribus de Jacob y trae ‘el preservado de Israel’ se opone a lo que es, por implicación, un logro más importante: Iluminando a las naciones y extendiendo la salvación de YHWH hasta el fin de la tierra.
Parece que el perfil del siervo, fortalecido en este pasaje en una medida que no debe ser pasada por alto, incluye la actividad y el logro genuinamente redentores en el interés de las naciones gentiles.
En tercer lugar, se observa la yuxtaposición de palabras y armas. Es decir, tanto aquí como en otros lugares la principal ocupación del siervo parece estar anunciando el propósito redentor de YHWH y su llamado a la gente a participar en ella. Sin embargo, el siervo afirma en estos versículos que YHWH ha hecho (tanto para el despliegue como para la salvaguardia, quizás en este último caso hasta el momento apropiado) que él sea como una espada y una flecha. Estos dos polos se unen en el exquisito detalle que…
Hizo de mi boca una espada afilada.
La implicación es que la actividad verbal del sirviente sirve para cambiar destinos y destinos en la forma en que la batalla cambia el estatus quo de las naciones en guerra en una dirección u otra. Su papel aquí no es consolador ni afirmativo, sino más bien uno que intenta un cambio profundo. Es decir, no consolida y fortalece lo que es; más bien lo transforma en algo nuevo.
Cuarto, no debemos pasar por alto la nota de trabajo agotador en la comisión del criado. El libro no es parco con el vocabulario que aquí entra en juego una vez más, mediante el verbo hebreo יגע, que lleva la mente del lector a un pasaje posiblemente más famoso como Isaías 40.27-31.
¿Por qué murmuras, Jacob? ¿Por qué refunfuñas, Israel: «Mi camino está escondido del Señor; mi Dios ignora mi derecho»? ¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se fatiga, y su inteligencia es insondable. Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil. Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, y los muchachos tropiezan y caen; pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán. (Isaías 40:27-31 NVI).
Así, como en el capítulo 49, es Jacob / Israel quien contempla la tragedia del cansancio final y encuentra que la fuerza de YHWH (כח) se convierte en el contrapeso efectivo de su fatiga frente a demandas implacables.
Finalmente, este pasaje insiste en lo que surge aquí como parte de un tema en desarrollo en el libro de Isaías: Jacob/Israel (aquí identificado también como el siervo) y YHWH se encuentran en una relación mutuamente glorificadora. El honor y la gloria (a veces complementados con la ‘belleza’) fluyen de un lado a otro entre YHWH y el siervo mientras el primero persigue su propósito y el segundo su comisión.
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