Isaías no es tanto el heraldo de comienzos poco probables, como él es el profeta de re-ediciones poco prometedoras.
Su interés idiosincrásico no es la historia de los orígenes, pero más bien es la anticipación de las cosas muertas que surgen en silencio a la vida. En el capítulo 11 del libro que lleva su nombre, el profeta asume la destrucción de la monarquía davídica. Habiendo hecho esto, este oráculo convincente se remonta a Isaí, el padre de David, el antecedente pastoral de reyes y reinos. Es como si un nuevo comienzo requiriera una retirada radical al momento antes de que la larga trayectoria de la decepción israelita en sus reyes se hubiera disparado sobre su arco tortuoso.
Y brotará un retoño del tronco de Isaí, y un vástago de sus raíces dará fruto. Y reposará sobre El el Espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del Señor. Se deleitará en el temor del Señor, y no juzgará por lo que vean sus ojos, ni sentenciará por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará al pobre con justicia, y fallará con equidad por los afligidos de la tierra; herirá la tierra con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios matará al impío. La justicia será ceñidor de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura. (Isaías 11:1-5 LBLA).
Este vástago sin nombre de la casa de Isaí emerge de un árbol muerto, cortado hasta el tocón y dejado para pudrirse en medio del bosque de reinos que no funcionaron.
Su intimidad con YHWH es impresionante. En esta relación reside su capacidad. De hecho, está saturado con el Espíritu capacitador de YHWH, que descansa sobre él en la forma en que una densa niebla toma posesión virtual del valle sobre el que desciende. En consecuencia, este nuevo David—si es así como debemos entender el hijo de este Jesse— no se ve afectado por la eventual ceguera y la sordera de Israel. Él ve y escucha más allá de las apariencias, más allá de posturas, más allá de las hipocresías nacionales que hacen afirmaciones a la rectitud ya la inevitabilidad que engañan a todos menos al observador más perceptivo.
Como resultado, la justicia, más que las falsas manipulaciones de los impotentes por los poderosos, toma su lugar generador de vida en el centro de la vida compartida de la nación.
Como tantas veces en este largo libro, nos movemos a un profundo anhelo por tales líneas. Y luego se fue a preguntar en algo cercano a la exasperación interpretativa…
Como usualmente a lo largo de este gran libro extenso, semejantes líneas nos conducen hacia un profundo anhelo. Luego, afligidos por casi una exasperación interpretativa, nos preguntamos …
Pero, ¿quién es … ?
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