La historia, la genealogía y la confesión pueden ser falsificadas.
En su camino hacia una promesa profundamente conmovedora de ‘nuevas cosas’ que serán a la vez redentoras y fáciles de recibir, el capítulo 48 del libro de Isaías profundiza en la pretensión de Israel/Judá. Aquí vemos la lógica de ‘refinar’ a este pueblo ‘en el horno de la aflicción’, ya que desde la perspectiva de Isaías sólo una nación humilde puede recibir el futuro de YHWH. E Israel no será humilde hasta que sea humillada.
Escuchen esto ustedes, los de la familia de Jacob, descendientes de Judá, que llevan el nombre de Israel; que juran en el nombre del Señor, e invocan al Dios de Israel, pero no con sinceridad ni justicia. Ustedes que se llaman ciudadanos de la ciudad santa y confían en el Dios de Israel, cuyo nombre es el Señor Todopoderoso. (Isaías 48:1-2).
El pasaje comienza como si caminara hacia una declaración heroica. La identidad histórica de Jacob conduce a la nación a adularse por el nombre de ‘Israel’. Y probablemente debemos imaginar el detalle genealógico de la procreación cuando leemos que Jacob vino ‘de aguas de Judá´. Todo este legado se complementa con las actividades actuales de ‘jurar (juramento), por el nombre de YHWH y confesar (confesando) al Dios de Israel ´.
De repente, la aclamación del profeta, es interrumpida grotescamente.
… pero no con sinceridad ni justicia (v.2).
Es común, esta insistencia de parte de de los profetas israelitas, que las apariencias y la realidad divergen incluso—tal vez especialmente—cuando una persona afirma gozar del favor de YHWH.
Siglos después, el apóstol Pablo se consideraría a sí mismo en un terreno polémico y sólido cuando emite la afirmación sorprendente que…
Ahora bien, no digamos que la Palabra de Dios ha fracasado. Lo que sucede es que no todos los que descienden de Israel son Israel. Tampoco por ser descendientes de Abraham son todos hijos suyos… (Romanos 9:6-7 NVI).
Así como una abundancia de humo insinúa fuertemente la presencia del fuego, afirmaciones tan seguras de favor de YHWH llevan al astuto observador a preguntarse qué realidad está siendo oculta, por quién y por qué razón.
Sin embargo, la característica más sorprendente de Isaías capítulo 48 es que este duro diagnóstico de Israel/Judá no se coloca aquí como una palabra final de denuncia y destitución. Más bien, el profeta está en modo de diagnóstico, porque YHWH tiene a pesar de la obstinación de su pueblo el inquebrantable propósito de darles sanidad y un futuro.
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