El gran swing en el libro de Isaías, la gran bisagra sobre la que gira, es el movimiento entre el juicio y la misericordia.
Más particularmente, el libro entrega al lector este gran swing—si se me permite llamarlo de esta manera—en función de un golpe personal de parte de YHWH y luego su misericordia sobre Israel/Judá.
Un vistazo viene en la anticipación efusiva del capítulo 60 del embellecimiento de Sion en manos de extranjeros y del lujo de su producto económico y cultural más fino.
Los extranjeros reconstruirán tus muros, y sus reyes te servirán. Aunque en mi furor te castigué, por mi bondad tendré compasión de ti (Isaías 60:10 NVI).
El castigar en cuestión es el exilio de Judá a Babilonia, sufrido en tiempo delimitado. Por el contrario, la restauración impulsada por la misericordia es abierta y sin conclusión. Por lo tanto, existe una relación asimétrica entre uno y el otro. La ira y el golpe son temporales. El favor y la misericordia están destinados a permanecer.
Isaías expresa temas como éste casi en el estilo de una fuga musical, donde se afirma un tema y luego re-expresa en variaciones aquí, allí, y luego otra vez. El profeta extiende su su trato del tema de la asimetría aún más, mediante la implementación de la lengua del breve momento.
Te abandoné por un instante, pero con profunda compasión volveré a unirme contigo. Por un momento, en un arrebato de enojo, escondí mi rostro de ti; pero con amor eterno te tendré compasión—dice el Señor, tu Redentor— (Isaías 54:7-8 N.V.I.).
Se nos dice que el duro trato de YHWH a Judá es bastante diferente al trato de su regreso hacia su pueblo en misericordia, al menos de dos maneras.
- El primero es corto, mientras el segundo es largo.
- Isaías parece presentar el juicio como necesario, pero ajeno a la conducta acostumbrada de YHWH. La misericordia restaurativa, por el contrario, fluye ferozmente de su propio corazón.
A riesgo de perder nuestro camino, esta mirada a la asimetría puede o no ayudarnos a entender una palabra sorprendente y oscura sobre el juicio en Jerusalén/Sion que ocurre antes en el libro:
Sí, el Señor se levantará como en el monte Perasín, se moverá como en el valle de Gabaón; para llevar a cabo su extraña obra, para realizar su insólita tarea (Isaías 28:21).
Sea o no el caso, el libro aporta información adicional sobre el pathos divino en el tierno soliloquio materno que nos espera en el capítulo 49.
Pero Sión dijo: «El Señor me ha abandonado; el Señor se ha olvidado de mí».
« ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! Grabada te llevo en las palmas de mis manos; tus muros siempre los tengo presentes » (Isaías 49: 14-16 NVI).
Isaías está plenamente convencido de que el camino hacia la redención de Judá debe pasar por el horno del fuego judicial. No obstante, el profeta no puede permitir que esta aflicción se acerque en demasía al centro de los propósitos de YHWH para su pueblo. A riesgo de disminuir la experiencia de aquellos que nunca regresaron de Babilonia, el exilio aparece aquí como un momento necesario, lamentable y breve. Es sólo la antesala de la Jerusalén resplandeciente.
El bien merecido sufrimiento de Judá aparece aquí en el texto como un breve momento de deserción, una llamarada momentánea de ira justa que transciende un momento antes de que un Dios misericordioso tenga su anhelada oportunidad de amar de nuevo con ese amor que define el amor mismo.
El lector podría preguntarse cuán importante era esta realidad para el profeta y para los custodios de su mensaje, que ellos se arriesgaron a utilizar estas imágenes profundamente humanas para caracterizar al Dios que permanece invisible.
Solo así.
Leave a Reply