Contra todas las protestaciones de la vergüenza, tu pasado no te define.
Lo que has sido no coincide con quién eres. O lo que llegarás a ser.
Esta es al menos, la promesa de YHWH a sus abatidos exiliados en Babilonia.
«Tú, mujer estéril que nunca has dado a luz, ¡grita de alegría! Tú, que nunca tuviste dolores de parto, ¡prorrumpe en canciones y grita con júbilo! Porque más hijos que la casada tendrá la desamparada—dice el Señor— (Isaías 54:1 N.V.I.).
La falta de hijos en el Antiguo Testamento era una gran vergüenza. Quizás tener un hijo y luego perderlo, fue peor que nunca haberlos tenido. Este es un ejemplo del alcance cultural que subyace en la literatura bíblica.
En la cosmovisión radical de Isaías, YHWH no quiere nada que ver con las pretensiones arrogantes de la vergüenza. Al contrario, aquella que no ha cortado el aire con gritos en la labor de parto, después encontrará recompensa con gritos de alegría cuando nuevos hijos e hijas invadirán su hogar.
La experiencia humana sostiene que solamente aquello que ya ha pasado, podrá ser. Una vez más, para YHWH esta lógica no le representa. Él es el Creador de cosas nuevas, cosas no habladas, cosas inimaginables, anhelos profundos, demasiado salvajes y poderosos para las palabras. Él encuentra esos anhelos, los satisface, los crea, los respalda. Luego libera a los suyos para que lleguen a ser lo que han anhelado.
La religión que la Biblia asume y representa no es ningún credo domesticado.
La fe que halla expresión en estos rollos es salvaje, contraintuitiva, imposible y—en un instante—real. La vida con YHWH no conoce límites, con excepción de aquellos que la providencia de su amor ha establecido.
La mujer estéril en un momento queda restaurada a la fecundidad, descubriendo hijos e hijas que ella no trajo a luz, fluyendo a su lado como ríos de agua. De igual manera, el futuro de YHWH llega espontáneamente desde ángulos y fuentes nunca previstos. No obstante, estos hijos son suyos, son de ella y no de otros. Son regalo de YHWH, fortuna sobreabundante.
A ella se le olvida extrañar los hijos biológicos de esos sueños desechos. No tiene tiempo para echarlos de menos, tan ocupada está con esta cosecha imprevista, riendo, dando volteretas. Ellos se ríen bulliciosamente. Sólo el deleite de ella resuena más.
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