Los profetas tienen poca paciencia con aquella religiosidad que asume que la bendición material es respaldo de YHWH. La gente fácilmente se resbala en estas creencias, pensando que ser rico es ser sinónimo de bueno. Isaías no quiere ser parte de esa falsa moral.
Has abandonado a tu pueblo, a los descendientes de Jacob, porque están llenos de astrólogos de Oriente, de adivinos como los filisteos, y hacen tratos con extranjeros. Su tierra está llena de oro y plata, y sus tesoros son incalculables. En su tierra está llena de caballos, y sus carros de guerra son incontables. Su país está lleno de ídolos; el pueblo adora la obra de sus manos, lo que han hecho con sus propios dedos. (Isaías 2:6-8 N.V.I., ligeramente editado)
La ironía—con Isaías siempre hay ironía—gira sobre la palabra en hebreo מלא, que significa ‘estar lleno’. El profeta hace una denuncia picante sobre la falsa religión con este verbo, repitiendo el concepto como si no existiera un mañana.
La primera y la última de las frases indicadas en cursiva emplean מלא, señalando la amplitud vaga de su religión. Su misma piedad es un hecho errante, su religiosidad es un rechazo al Dios israelita tan excluyente, quien declara que no hay otro que se compare con él.
La segunda y la tercera frases en cursiva refieren a su riqueza. Ellos no son buenos por ser ricos. Ellos son, al mismo tiempo, muy malos y muy prósperos.
La idolatría, para los profetas, no es jugando. No es mantener la mente abierta, no es el perfume de los sofisticados, ni una preferencia estética entre multitudes de opciones.
Al contrario, la idolatría es traición, rebelión, es el equivalente espiritual de estar estúpidamente caliente, excitado y hambriento con la esposa del vecino. No hay nada bueno en eso.
Es posible maquillar la idolatría con un baño de oro y decorarla con plata. Sin embargo, sigue siendo el camino que conduce a la destrucción.
Las riquezas, declara el texto, no son el respaldo de Dios. A veces la riqueza es sólo la riqueza, son sencillamente las baratijas brillantes de los condenados.
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