El Libro de Isaías en reiteradas ocasiones aborda los temas del cansancio y el descanso.
YHWH es visto como quien ofrece descanso y reposo al abatido, más típicamente en el contexto de aquellos que regresan del exilio y del reposo que se experimenta en el espacio propio de uno. El subtexto trata con un pueblo obstinadamente agitado que se rehúsa a recibir lo que YHWH en su misericordia le ofrece. Ellos aparentan preferir la agotadora experiencia de ser sacados de su lugar y quedarse dispersos entre las naciones, donde nadie tendrá piedad de un pueblito sin techo y sin reposo.
Incluso, la colocación de los que regresaban de la cautividad en la tierra que una vez les había extraviado, regularmente se expresa con un verbo que resuena como ‘causar para descansar’ (hebreo: נוח).
Los ídolos que Israel/Judá eligió, son vistos como cargas para llevar; es decir, ellos causan cansancio en lugar de aliviarlo.
No obstante, YHWH hace regresar a sus hijos, o permite que sean llevados por otros, de regreso a su tierra, de tal forma que el cansancio quedará tan solo como un recuerdo que con el tiempo se desvanecerá. De hecho, tales personas ‘se levantarán como alas como águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no desmayarán’.
Qué extraño es entonces encontrar que en medio de un terrible juicio de Isaías, hay un oráculo que presenta la terrible situación del pueblo de YHWH en el exilio como su rechazo del descanso, una preferencia para permanecer sordos ante esta oferta de reposo. El profeta insinúa que solo los captores foráneos de Judá les harán comprender a los hijos rebeldes de YHWH, aún si éste lo hace pidiendo prestado el lenguaje indescifrable de los babilonios para lograrlo.
Pues bien, Dios hablará a este pueblo con labios burlones y lenguas extrañas, pueblo al que dijo: «Este es el lugar de descanso; que descanse el fatigado»; y también: «Este es el lugar de reposo». ¡Pero no quisieron escuchar! (Isaías 28:11-12 N.V.I.).
Puesto que el libro de Isaías y el canon en el que se erige como pilar, permiten extender esta dinámica más allá de sus históricos orígenes y hasta los márgenes de nuestra lucha constante con Dios y el mundo en el que nos ha colocado, uno podría preguntar:
¿Cómo es posible que nos hayamos vuelto tan nerviosos, tan destrozados, tan fatigados y tan distantes de casa?
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