Los giros más importantes terminan casi antes de que tengamos la presencia de ánimo para darnos cuenta.
También toda aquella generación fue reunida a sus padres; y se levantó otra generación después de ellos que no conocía al Señor, ni la obra que Él había hecho por Israel. (Jueces 2:10 LBLA)
No existe correlación entre el costo que supone para una sociedad el abandono de su legado acumulado y la rapidez con la que su pueblo puede dejar atrás sin pensarlo dos veces ese tesoro.
Se podría pensar que un cambio de tal magnitud requeriría largas generaciones de decisiones acumuladas. No es así. Basta con una sola generación distraída para que se produzca el cambio. Entonces, todo lo que se ha descubierto, construido, sembrado, apreciado, regado y repintado cada dos años bajo el sol abrasador desaparecerá. Serán los nietos quienes se preguntarán qué estábamos pensando, cómo pudimos permitir que esto sucediera. O tal vez, como niños de su edad, asumirán la verdad generalizada de que el camino abandonado era retrógrado, lamentable, vergonzoso y opresivo.
Si el libro de los Jueces enseña algo, es la rapidez con la que la vanidad egocéntrica surte efecto.
Y abandonaron al Señor, el Dios de sus padrs, que los había sacado de la tierra de Egipto, y siguieron a otros dioses de entre los dioses de los pueblos que estaban a su derredor; se postraron ante ellos y provocaron a ira al Señor. (Jueces 2:12 LBLA)
Sin embargo, también hay una cierta dosis de misericordia en la valoración que hace el libro de la difícil situación de los antiguos israelitas:
Cuando el Señor les levantaba jueces, el Señor estaba con el juez y los libraba de mano de sus enemigos todos los días del juez; porque el Señor se compadecía por sus gemidos a causa de los que los oprimían y afligían. (Jueces 2:18 LBLA)
Aun así, el panorama es casi en su totalidad uno sin redención.
Se nos enseña que el olvido distorsiona la mente. Cuando una sociedad pierde el control sobre la misericordia de YHVH —la profunda misericordia arraigada en su historia— pronto degrada a las mujeres, los niños y los débiles. Se vuelve un poco enloquecida. Luego, un poco más. Entonces, la sangre de inocentes mancha sus calles, mientras que teorías celebradas unánimemente explican por qué esto no es tan malo.
El olvido engendra asesinatos y asesinos, personas cultas y confusas que solo buscan su propio beneficio, sin conciencia que las frene, mientras el cuerpo justo del abuelo yace apenas frío en su tumba.
Por terrible que sea, el olvido no es inevitable. Como todas las virtudes y la mayoría de los vicios, se elige en un momento y luego se repite con el tiempo.
Así que corre hacia tus hijos. Reúne a tus nietos. Cuéntales lo que YHVH ha hecho. Encuentra palabras para contar la aterradora historia del largo viaje hacia el norte desde las casas de esclavos de Egipto. Muéstrales tus cicatrices mal curadas, tus marcas ocultas bajo las mangas. Cuéntales cómo te sentiste en el momento en que te diste cuenta de que el látigo del jefe ya no volvería a chasquear, ya no volvería a desgarrar, y su silencio se convertiría en la tranquila canción de la liberación. Enséñales a recordar.