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Posts Tagged ‘Josué 1’

A diferencia de sus piadosos guardianes, la narrativa bíblica que gira en torno a prostitutas y mendigos rara vez condena a sus protagonistas. A veces parecen casi videntes, personas que vislumbran lo que los transeúntes ceñudos pasan por alto por completo.

Y Josué, hijo de Nun, envió secretamente desde Sitim a dos espías, diciendo: Id, reconoced la tierra, especialmente Jericó. Fueron, pues, y entraron en la casa de una ramera que se llamaba Rahab, y allí se hospedaron.

Existen algunas dudas sobre si Rahab era realmente el tipo de mujer como la tradición la ha descrito. Pero no muchas. Probablemente era una prostituta que vivía en las murallas de Jericó, dispuesta a satisfacer las necesidades de los viajeros por el precio habitual. Su icónica verdad no consiste en negarse a distorsionar los hechos cuando le conviene, ni en elegir un comportamiento que genere confianza en una sociedad monógama cuyos hombres solían buscar placeres superfluos en sus viajes de negocios. En el primer caso, miente a sus compatriotas sobre el paradero de los espías israelitas a los que ha escondido en su tejado. En el segundo, sus servicios son del tipo que se sabe que fracturan familias cuando el que es cabeza de familia regresa a casa algo bastante satisfecho de sus labores de viaje.

La verdad de Rahab consiste en su percepción de que YHVH tenía su propio propósito devastador para Israel y que esto acabaría con la vida, la familia y la comunidad tal y como ella las conocía. Con una urgencia que los estudiosos del Nuevo Testamento llegarían a reconocer como una decisión existencial ante la intrusión escatológica, ella se une a la invasión de Israel y, gracias a su astucia, consigue garantizar un paso seguro para su familia extendida en medio de la calamidad de Jericó.

A menudo son aquellos que viven en callejones y sobre muros quienes escapan de las ilusiones impuestas a la gente común por el statu quo y su presunta inevitabilidad. Rahab, como otros marginados, detecta el rápido movimiento de la mano de YHVH en el crepúsculo y entrecierra los ojos para ver cuál podría ser su oscuro propósito.

Ella no es condenada por su profesión, sino alabada por su perspicaz decisión cuando YHVH rompe su quietud y actúa.

Esto también es fe, por la cual las prostitutas y los mendigos siguen siendo recordados, e incluso se les da un nombre. Rahab, Bartimeo y sus improbables descendientes siguen proyectando sombras en los callejones y sobre las paredes.

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