El espléndido oráculo de redención que constituye el capítulo 52 del libro comienza con una serie de imperativos dirigidos a Sión/Jerusalén. Juntos forman una imagen completa de su antigua degradación, así como de una nueva identidad gloriosa. Devuelven la capacidad de actuar a la ciudad oprimida y personificada. Sión se convierte en un actor y no en un mero objeto.
Despierta, despierta, vístete de tu poder, oh Sión; vístete de tus ropajes hermosos, oh Jerusalén, ciudad santa. Porque el incircunciso y el inmundo no volverán a entrar en ti.
Sal del polvo, levántate, cautiva Jerusalén; líbrate de las cadenas de tu cuello, cautiva hija de Sión.Isaías 52.1-2 (LBLA)
La retórica de la exhortación merece especial atención.
En primer lugar, comienza con el doble imperativo cognado que caracteriza la segunda mitad del libro desde el momento en que se anuncia en las primeras palabras de Isaías 40.1:
Consolad, consolad a mi pueblo —dice vuestro Dios.
נחמו נחמו עמי, יאמר אלהיכם
Isaías 40.1 (LBLA)
A continuación, el pasaje atrae la intención del lector hacia su dirección intensamente vocativa al destinatario de sus imperativos:
Oh Sión … Oh Jerusalén, ciudad santa… cautiva Jerusalén, cautiva hija de Sión.
ציון … ירושלים עיר הקדש … שבי ירושלם … שביה בת ציון
Sin embargo, podría decirse que el rasgo más llamativo de la citación es la forma en que devuelve la agencia a la comunidad de los exiliados en la figura de la ciudad personificada. No se menciona a nadie que haga algo por ella. Más bien se la exhorta a que se despierte a sí misma de forma que encarne una nueva realidad, de hecho una nueva identidad. Los imperativos, seis si los imperativos dobles se cuentan como uno, fluyen del siguiente modo:
Despierta, despierta עורי עורי
Vístete de tu poder לבשי עזך
Vístete de tus ropajes hermosos לבשי בגדי תפארתך
Sal del polvo התנערי מעפר
Levántate קומי
Líbrate de las cadenas de tu cuello התפתחי מוסרי צוארך
Se dice que Sión es capaz de cambiar su suerte.
Donde ha estado dormida, se le insta a despertar. Donde ha estado débil, se la llama a la fuerza. Donde ha estado desaliñada y despeinada, se le ordena que se ponga las vestiduras de su gloria. Donde se ha agazapado en el polvo, se le ordena sacudirse para limpiarse. Donde se ha agazapado pasivamente, el imperativo es que se levante. Donde ha estado encadenada, ella misma -como si sus captores ya no existieran- ahora se quita las ataduras de hierro de su propio cuello.
La visión de Isaías asignará a Sión una serie de nombres nuevos y poderosos. A la luz de este asombroso oráculo, parecen casi una ocurrencia tardía. Sión es llamada aquí a convertirse ya en lo que significarán esos nuevos nombres.
La ciudad, que hasta entonces había actuado con crueldad bárbara, se convierte en la imaginación profética en el actor. Incluso YHVH se hace a un lado, por así decirlo, ante la impresionante protagonista de una nueva realidad impregnada de fuerza, dignidad, belleza y libertad.