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Posts Tagged ‘Ciro’

El capítulo 45 de Isaías evoca uno de los numerosos ‘discursos de soberanía’ de la Biblia hebrea. En ellos, un superior -YHVH en la mayoría de los casos- pone en su supuesto lugar a un inferior que ha presentado una queja. Las sensibilidades modernas se apresuran a gritar ‘¡abusador!’, y en algunos momentos parece una acusación viable.

En cualquier caso, el discurso describe una arquitectura moral en la que no se cuestiona el rango relativo de los participantes. El menor en este arreglo debe practicar una cierta conformidad ante el mayor. Así son las cosas.

¡Ay del que contiende con su Hacedor, el tiesto entre los tiestos de tierra! ¿Dirá el barro al alfarero: «Qué haces»? ¿O tu obra dirá: «Él no tiene manos»?
¡Ay de aquel que diga al padre: «¿Qué engendras?». O a la mujer: «¿Qué das a luz?».

Así dice el Señor, el Santo de Israel y su Hacedor: Preguntadme  acerca de las cosas venideras tocante a mis hijos, y dejaréis a mi cuidado la obra de mis manos.

Isaías 45.9-11 (LBLA)

Esta retórica es bastante transparente en lo abstracto. Sin embargo, suele haber un contexto concreto que le confiere algo de conmoción y, en ocasiones, aporta una nota de justificación a sus afiladas aristas.

Este es sin duda el caso aquí, donde el rey persa Ciro aparece tanto antes como después de los ‘ayes’ y las preguntas retóricas que pueblan este discurso de soberanía. De hecho, parece que la elección de YHVH de ungir y luego desplegar a un rey pagano en beneficio de su ‘siervo’ Jacob se encuentra en la génesis misma del pasaje citado.

Hay que admitir de entrada que las circunstancias aquí descritas desafían cualquier expectativa.

En el primer versículo, YHVH llama a Ciro su ungido. La palabra hebrea משיח (su siervo = משיחו) se convertirá a su debido tiempo en el principal generador de la palabra en castellano ׳mesías׳, que de hecho no es más que una transcripción del sustantivo hebreo. Además, YHVH afirma haber cogido a Ciro de la mano. Ambas expresiones juntas sientan las bases para la conquista prácticamente ilimitada del mundo conocido que se promete al rey persa en los versículos siguientes.

Puede resultar agradable imaginar a Israel como sujeto y objeto de esta descripción. Israel, el ungido de YHVH, fortalecido por el propio alcance de YHVH. ¿Pero Ciro, el rey pagano y sucesor persa del imperio de Babilonia? La trama ha dado un nuevo e inquietante giro.

La única limitación a la intimidad y colaboración que encierran a YHVH y a Ciro como co-conspiradores imperiales es la cláusula concesiva ׳aunque no me conozcas׳ (versículos 4-5), que se dice dos veces de Ciro. Paradójicamente, Ciro es ungido como el propio ׳sometedor׳ de naciones de YHVH, pero no se le concede el mérito de conocer a YHVH, que de alguna manera sigue siendo prerrogativa de Jacob. De hecho, toda la anomalía que es Ciro toma forma en beneficio de Jacob. Ni Ciro ni su nación persa suplantan a Jacob/Israel. Sin embargo, a Ciro se le concede tanto una intimidad táctica con YHVH como el fortalecimiento por parte de YHVH, todo por el bien de Jacob/Israel.

Por amor a mi siervo Jacob y a Israel mi escogido, te he llamado por tu nombre; te he honrado, aunque no me conocías.

Isaías 45.4 (LBLA)

Si esta descripción de las circunstancias es aceptable, entonces volvemos a la cuestión de qué genera el discurso de soberanía de este capítulo, con su potencialmente humillante sometimiento de Israel a YHVH en las figuras de vasijas de barro al alfarero, arcilla al moldeador divino, niño a los padres.

Parece que la objeción implícita de Israel a que YHVH redima a su pueblo de esta forma centrada en Ciro es la motivación de esta densa y compleja metáfora. No hay otra dinámica en el contexto que se preste a ello, sería inusitadamente abstracto que el comentario nos llegara como una mera instrucción moral, y -una vez vislumbrada con claridad- la queja de Israel sobre la metodología redentora de YHVH encaja perfectamente con el argumento del capítulo.

Incluso la declaración culminante de la primera unidad del capítulo (versículos 1-7) destaca con mayor nitidez si se considera que el despliegue de Ciro por parte de YHVH es el punto central en torno al cual gira el discurso:

…el que forma la luz y crea las tinieblas, el que causa bienestar y crea calamidades, yo soy el Señor, el que hace todo esto. 

Isaías 45.7 (LBLA)

YHVH, al parecer, se presenta aquí como el Señor del Exilio así como del Retorno, el Amo de Ciro tanto como el Dios de Jacob. El texto no permite a YHVH eludir la responsabilidad de las tinieblas y el infortunio, que en el contexto deben implicar al menos la calamidad del exilio de un modo que no excluye ni el papel de Babilonia ni el de Persia. De hecho, YHVH se nombra a sí mismo arquitecto y hacedor de las tinieblas.

‘¿Vas a redimir así a los hijos de Jacob?’, uno se imagina a un viejo y fiel judío quejándose en sus oraciones más serias, con los labios temblorosos de indignación. ‘¿Vas a mancillar tus manos con este rey pagano?’

‘No hay nadie como yo’, responde YHVH, sin ocultar un escalofrío de placer divino.

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