Las audaces hijas de Zelofehad proyectan una sombra notable mientras avanzan hacia la Tienda de Reunión para presentar su caso ante Moisés. A lo largo de páginas dedicadas a genealogías, distribución de tierras y establecimiento de gremios, el libro de Números no ha mostrado prisa en registrar el nombre de una mujer.
Sin embargo, sería un error interpretar en este pasaje un atisbo de feminismo incipiente o siquiera una inclinación hacia la igualdad de género. El asunto en cuestión es la preservación del nombre del padre, un hombre desafortunado por no haber dejado hijos varones y, por tanto, vulnerable a ser borrado de la memoria de Israel. Tal destino sería, al menos, tan trágico como la ausencia de descendencia masculina o la muerte misma.
Los estudiosos de la ley israelita —viene a la mente con facilidad la gran obra de Michael Fishbane, Biblical Interpretation in Ancient Israel— identifican en circunstancias como la de las hijas de Zelofehad un pretexto legal que da lugar a declaraciones deliberativas, como las que aparecen en los versículos 8 al 11. Estas constituyen un vertimiento de legislación casuística que, si bien resulta extraña como palabras de YHVH mismo, parece natural como el fruto de la reflexión comunitaria ante un caso de prueba.
Independientemente de su origen, este texto establece un mecanismo por el cual la comunidad israelita puede honrar el nombre de aquel que, en su infortunio, murió sin hijos varones, del mismo modo que honra a quienes partieron rodeados de ellos. Es un procedimiento que encarna el mandamiento de amar al hermano.
No obstante, hay un impacto residual en el hecho de que las hijas de Zelofehad sean quienes fuerzan la cuestión. Este cameo femenino es uno de los primeros de muchos en los que mujeres fieles y determinadas —adjetivos que a menudo van de la mano— trascienden los límites que se les han impuesto y parecen forzar la comprensión divina o humana. Aunque los guardianes de la tradición suelen resistirse ante tales irrupciones, el texto en sí rara vez lo hace.
Aquí hay más que una simple refinación de las leyes de herencia.
No todos los marginados son pobres. No toda piedad es pasiva. No toda súplica dirigida a YHVH se expresa con voz cargada de testosterona.
La mirada de YHVH —y la de su pueblo— rara vez puede ser confinada por la mera convención. Las hijas de Zelofehad también son nombradas.
Leave a comment