Servicio Religioso FUSBC
11 julio 2019
Resiliencia
Tengo buenas noticias y tengo malas noticias. ¿Cuáles quieren escuchar primero?
….
Bueno, vamos con las malas:
En algún momento del semestre que en esta semana arranca, usted va a necesitar una resurrección. Lo digo con una cierta confianza, porque la matemática me respalda.
Considere esto: un semestre consiste en seis meses. Hoy es el día 11 julio y me tocó nacer un 11 de enero. Por lo tanto, he vivido 120 semestres y hoy me lanzo a las aguas de semestre número 121. Es decir, respecto a semestres, tengo experiencia y si me permite coquetear por un momento con una declaración prepotente, cuando se trata de semestres sé de lo que hablo, pues hoy estoy estrenando Semestre Número121.
Una cosa que he observado a lo largo de 120 semestres es que con cierta regularidad uno necesita una resurrección. La vida está rodeada de muerte, que toma la forma de la enfermedad … el cansancio … la depresión … la violencia … la injusticia … la desesperación … el pecado y mil formas de muerte más. Pues, la muerte no es tan creativa como la vida, pero sí es creativa. Sus caricias malévolas nos llegan en mil formas. Cuando el muy oportunista brazo de la muerte asciende del Seol y te agarra el tobillo, necesitas una resurrección.
Ahora para no volverme sentimentalista o exagerado, me aclaro que estoy hablando de ‘resurrección’ con ‘r’ minúscula. En lo que a este semestre concierne, no quiero hablar de accidentes de tránsito, divorcio, cáncer, enfermedad mental, despedidos injustos y despedidas dolorosas … tampoco de las demás circunstancias que en esta vida nos llevan al borde de la muerte. Es decir, no quiero insinuar que en las próximas 16 semanas usted u otro hija o hijo de nuestra comunidad vaya a enfrentarse con la necesidad de una resurrección tipo ‘R’ mayúscula. Es más, espero que no. Dios guarde.
Pero estoy trayendo malas noticias, si tan solo por un momento, para hablar con sinceridad … para no esquivar la realidad: Tarde o temprano, tú vas a necesitar una de aquellas también … es decir … una Resurrección, tipo R mayúscula. La vida es así. Rodeada de muerte. Tarde o temprano, te va a tocar. Nos va a tocar. Es cuestión de tiempo.
Decir otra cosa sería mentirles. Y aunque tengo instintos de cobarde y siempre los he tenido, no soy tan cobarde como para mentir a los miembros de mi familia, que es ahora lo que ustedes han llegado a ser.
Tú vas a necesitar una resurrección, tipo ‘r’ minúscula pronto y probablemente durante este semestre. Además, vas a necesitar una Resurrección tipo ‘R’ mayúscula eventualmente.
Esas son las malas noticias.
¡Qué alegría haber comenzado con las malas!, ¿no?
Ahora, vamos para las buenas …
*. *. *.
Primero, una observación.
El servicio religioso que practicamos en FUSBC es un carnaval de ironías.
En la hora cuando menos tiempo y atención tenemos, nos reunimos para recordar, juntos y en la presencia de nuestro Hacedor, las cosas más trascendentales de nuestra vida … los detalles más importantes de nuestra vocación como siervos de la misión de Dios.
Entre Hermenéutica 1 a las 7:00 a.m. y Teología Cristiana 2 a las 10:00, llegamos a este espacio con la ambición de encontrarnos con Dios. Cuando el alma todavía tiembla con las ocurrencias del Profe Nigel en Teología de la Misión y momentos antes de los asaltos del Profe Andrew en Historia de la Iglesia, apartamos 60 minutos para cantar, orar y recibir los avisos comunitarios que son la expresión verbal de nuestro quehacer comunal.
Es mucho, pues, esperar que en esta hora presten atención al rumiar de un profesor como este servidor, mucho menos que recuerden en detalle los ángulos que sus palabras trazan.
Por lo tanto, permítanme simplificar. Recuerden, por favor, solo una cosa:
Experimentamos el poder de Dios en nuestras vidas principalmente en la forma de la resiliencia.
Ahora, definamos términos: Un investigador define la resiliencia así:
Resiliencia: la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite, sobreponerse al dolor emocional que producen y seguir proyectándose en el futuro, a pesar de los acontecimientos desestabilizadores o condiciones de vida difíciles.
Esta definición se refiere a una capacidad humana, y lo es, gloria a nuestro Creador que creó la capacidad humana.
Pero hoy quiero convencerles de que la resiliencia es también la manera principal en que tú experimentas el poder de Dios en tu vida. Es una forma de resurrección.
Lo digo a partir de ese empalme mío donde se conectan 120 semestres de observación y experiencia de muerte y resurrección, por un lado … y el testimonio bíblico, por el otro. De esos 120 semestres, quizás 20 han traído en su abrazo el olor acre de la muerte.
Me permito hablar así por que a mí me ha tocado el poder de la muerte … y a partir de esa muerte he conocido el poder de Dios en mi vida para poder superar vivencias matadoras con vigor y con esperanza. Lo digo por que ando en este cuerpo y en esta alma los cicatrices que me ha dejado la muerte … pero camino hoy con el paso de hombre resucitado. Y yo, con todo y ese cojear con lo que los tocados por la muerte caminamos, casi no puedo esperar para ver lo que hoy y mañana nos traen. Lo digo porque en varios momentos de mi vida pensé que todo se me había perdido. Pero, al contrario, el Señor me regaló canto nuevo en mi corazón y una Aleluya en mi lengua. Digo estas cosas porque la vida se me está volviendo doxología … alabanza.
Recuerda tan solo esto: Experimentamos el poder de Dios en nuestras vidas principalmente en la forma de la resiliencia.
Viendo retrospectivamente a partir del primer día de mi Semestre 121, me pregunto cómo podría haber sido diferente, pues somos hijas e hijos de un Creador que se deleita en la resurrección.
Los rabinos captaron en parte este deleite divino y humano en levantarse para descubrir lo nuevo de Dios, pues imaginaron cada madrugada como una nueva creación, un momento en que aquel Adán que es cada hombre se levanta de su cama para descubrir una nueva creación al lado de su Eva, que es cada mujer.
Pero toca que la Biblia nos hable con aun mas claridad.
Les ofrezco un texto representativo de cada testamento:
- el primero, largo y complejo testamento, ese mar de géneros literarios, idiomas e imperios que algunos estudiamos.
- y luego el testamento pequeño y sencillo que es el estanque del Profe Christopher y otros.
Para no complicar, hablemos de dos textos bien conocidos.
Sorprendemos en pleno chillar al poeta que llora en las conmovedoras líneas de Lamentaciones desde las cenizas de Jerusalén destrozada:
(El Señor) me ha estrellado contra el suelo; me ha hecho morder el polvo. Me ha quitado la paz; ya no recuerdo lo que es la dicha. Y digo: «La vida se me acaba, junto con mi esperanza en el Señor.» Recuerda que ando errante y afligido, que me embargan la hiel y la amargura. Siempre tengo esto presente, y por eso me deprimo. Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Por tanto, digo: «El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!» (Lamentaciones 3:16–24 NVI)
En el verso 22, donde solemos entender ‘El gran amor del Señor nunca se acaba …’, el vocabulario (si no el paralelismo) sugiere que debemos entender otra cosa: ‘Es por el gran amor del Señor que no somos consumidos …’
En el dialecto del Antiguo Testamento, estas palabras son declaración del poder de la resurrección. Ellos carecían del lenguaje que Pablo y otros convertirían en pan diario nuestro. Pero conocían la mismísima realidad: que el amor poderoso de YHVH—suחסד—no puede permitir que la muerte sea la última realidad.
Por eso, y solo por eso, no somos consumidos.
Por semejante intuición, los profetas del exilio se percataron de que el exilio—la muerte nacional de Israel—no pudo tener la última palabra. Por tal revelación, nace un Israel que descubre el poder de su Dios en la resiliencia que le regala una nueva mañana … nace, un pueblo de YHVH resucitado de una experiencia que fue diseñada para matar … y que supo matar … y que efectivamente mató y exterminó pueblos ahora desconocidos.
Ahora, nuestro apóstol. Ahora, Pablo que entiende las conexiones irónicas entre creación y nueva creación … entre primera vida y vida hecha nueva … entre muerte y resurrección … entre el poder de Dios y la resiliencia humana. Palabras conocidas:
Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo.
Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros. Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. Dondequiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo. (2 Corintios 4:6–10 NVI)
A veces no entiendo al apóstol Pablo. A veces el tipo no me cae muy bien. En otros momentos, siento que habríamos sido mejores amigos.
Pues en unos 20 de mis 120 semestres, he sido atribulado … pero no abatido; perplejo … pero no desesperado … perseguido … pero no abandonado … derribado … pero no destruido … medio muerto … pero resucitado por el mismo poder de Dios que levantó de los muertos a mi hermano mayor, Jesucristo.
Experimentamos el poder de Dios en nuestras vidas principalmente en la forma de la resiliencia.
Es posible que alguno de ustedes sea un Elías, convocando a 400 profetas de Baal a las llamas que los consumen. Es posible …
Es posible que entre nosotros anda aquel profeta que levanta aquella poderosa voz profética de Dios y declara sobre la ciudad de Medellín su vocación y su destino. Es posible …
Es posible que nuestra comunidad abrigue al Billy Graham colombiano que con temperamento genuino y humilde declara la redención que hay en Jesús y observa que miles y miles se acercan a la plataforma para conocer a este Jesús. Es posible …
Que el poder de Dios opere así entre nosotros, quizás con la excepción del masacre de los profetas paganos.
Pero para la mayoría nuestra verdad es otra y no es menos: Experimentamos el poder de Dios en nuestras vidas principalmente en la forma de la resiliencia.
En este semestre de tu vida o en otro, algo va a pasar que casi te mata.
Pero vas a sobrevivir. Es más, vas a conocer el poder de Dios como el poder de la resurrección que es, pues ¿cómo un Dios que se autodenomina Yahveh—Hacedor de Vida—podría tener y dar poder que no fuera para crear vida?
Vas a ser una hija o un hijo del Altísimo hecha/hecho para la resiliencia.
Hay un detalle más, pues les dije que hay malas noticias y que hay buenas noticias. Pero esa fue una mentirilla blanca.
La realidad es más interesante: Hay malas noticias … hay buenas noticias … y hay noticias excelentes.
Ahora, quiero darte las noticias excelentes: Con el poder de Dios en tu vida … y con la voluntad de experimentar las garras del Seol cuando tu vocación lo requiera … y con el horizonte escatológico por delante que contextualiza el misterio de tu vida y le da sentido …
Con todo esto, no vas a ser meramente una persona de resiliencia: ¡Vas a ser sencillamente imparable!
Así sea, familia. Así seamos.
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