Las pobres y tristes descripciones del pueblo de YHWH en los momentos más oscuros, sirven para iluminar justamente lo que YHWH desea para su pueblo cuando logre ser sanado y restaurado.
El Libro de Isaías aborda cuestiones de conocimiento y comprensión, en algunos casos desde el lado más oscuro y en otros, desde el lado de la salud y la bendición.
En el primer capítulo del libro, Judá/Israel es comparado con los animales de granja en cuanto a su comprensión y conocimiento.
El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no entiende! (Isaías 1-3 N.V.I).
Los instintos de los animales, en este caso el buey y el burro, quienes buscan satisfacer sus necesidades básicas, sirven de ilustración para comprender el contraste que presenta Isaías con un pueblo que se comporta como éstos. En hebreo las palabras que entran al escenario son ידע y בין.
Isaías subraya lo extremo de la falta de percepción que Judá manifiesta por su decisión de omitir el objeto que normalmente corresponde a estos dos verbos. No es tanto que no conocen esto, ni entienden aquello. ¡Tragicamente, ni conocen ni entienden nada!
En la presentación poco usual de los acontecimientos en el libro, la infame comisión profética que es sometido el profeta, no ocurrirá hasta que ciertas cosas hayan quedado primero registradas.
El capítulo seis, finalmente Isaías contempla “al Rey” en una visión en el templo. Él se encuentra quebrantado por esta manifestación. Pronto la severa misericordia del llamado profético de Isaías toma forma. Debió haber parecido una experiencia pavorosa, severa y sin piedad alguna.
Entonces oí la voz del Señor que decía: — ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y respondí: —Aquí estoy. ¡Envíame a mí! Él dijo: —Ve y dile a este pueblo: “Oigan bien, pero no entiendan; miren bien, pero no perciban.” (Isaías 6:8-9 N.V.I.).
El libro enfatiza algo así como cuando se raspa en el fondo de un barril, pero en este caso lo que se encontrará serán fines redentivos. Israel volverá a re-aprender a ver, a escuchar, y a entender. Aunque primero para ello debería ser conducido al extremo de la lógica de su rebeldía. Y antes de todo eso, deberá experimentar la verdadera ceguera, y la sordera genuina.
Nuevamente las palabras son ידע y בין, esta vez en orden invertido. Israel/Judá tiene que dejar de conocer y cesar de comprender para que pueda—con el tiempo, mediante la misericordia y justicia YHWH—volver a aprender a conocer y a entender.
Uno puede imaginar un pueblo cuyo carácter y comprensión toman su lugar al centro de su persona. Aquella comunidad, en la que el ver y el oír son capaces de producir su fruto, y dirigir a sus súbditos a un profundo compromiso empático entre sí y con su mundo.
Cómo anhela el corazón pertenecer a tal pueblo, ocupar su espacio en su seno, rodeado por el sabio, el justo y la persona alegre—con conocimiento y entendimiento.
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