El lector atento de Isaías no tardará mucho en discernir que ‘el destino final de Sión’ (Christopher Seitz) representa una de las preoupaciones mása centrales del libro de Isaías. Es más, es razonable opinar que esta temática figura en el libro como el tema más persistente, programático y unificador de toda la complejidad de sus sesenta y seis capítulos.
Sión será el centro y ombligo de toda la tierra. De ella emanará justicia, instrucción y luz. Hacia ella fluirán todas las naciones. Hacia ella serán recogidos y llevados todos los hijos e hijas perdidos de Jerusalén.
Otra manera de expresar lo mismo es afirmar que las fuerzas rendentivas de la historia con centrípetas. Sión restaurada, glorificada y embellecida representa su foco y destino.
Sin embargo, sería inusual que Isaías afirmara sus realidades de manera sencillista. Las verdades isaiánicas son, casi por definición, complejas.
Al trazar el tema mencionado a lo largo de la trajectoria del libro, uno se da cuenta que existe también una fuerza redentora centrífuga.
Las naciones en la visión programática del segundo capítulo fluyen hacia Jerusalén. Pero ellos realizan su itinerario precisamente porque la justicia y la instrucción saldrán de Jerusalén. La recapitulación de esa visión en el capítulo culminante del libro nos invita a contemplar una realidad atrevida: YHVH escogerá unos de aquellos gentiles que hacen su peregrinación escatalógica hacia Sión ‘para que sean sacerdotes y levitas’. No es del todo claro que estos realizarán su vocación religiosa en Sión misma. Quizá sus quehaceres sacerdotales y levíticos los llevarán hacia el mundo.
Semejante interpretación sería acorde con la afirmación reiterada en la tradición isaiánica que la gloria de YHVH y los que lo conocen ‘cubrirán la tierra como las aguas llenan (el área reservado para) el mar’.
Múltiples pasajes ‘centrífugos’ que no he mencionado condicionan la apariencia superficial de que el futuro que Isaías vislumbra se concentra exclusiva en una Jerusalén perfeccionada. La irresisitible atracción de Sión aparenta generar una dinámica centrífuga que lleva las verdades y la gloria que la caracterizan a los rincones más remotos del mundo. El notorio siervo de YHVH encarna la mencionada vocación.
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