Insondable
Servicio religioso FUSBC, 26 julio, 2018
¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos! (Nuestra amiga la Reina Valera ofrece una alternativa a esta última exclamación del apóstol: ‘¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!’) «¿Quién ha conocido la mente del Señor, o quién ha sido su consejero?» «¿Quién le ha dado primero a Dios, para que luego Dios le pague?» Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.
(Romanos 11:33–36 NVI)
* * *
Pareciera que la realidad y el dialecto de la Biblia Hebrea cobran mucha fuerza en la vida del apóstol Pablo. Lo digo porque, a la luz de su experiencia de Cristo, él apóstol no puede sino replicar la cadencia poética de tantos brotes de alabanza que él conoce a partir de esos rollos antiguos.
¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos! … dice con paralelismo hebreo a pesar de estar escribiendo en griego … ¡Cuán insondables—sabroso el vocablo … ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!
Y, sin embargo, aquí estamos … estudiantes, profesores, administradores de un seminario bíblico, donde semana en semana … asignatura en asignatura … a lo largo de nueve semestres (o diez … u once …) sudamos precisamente para sondar sus juicios y sujetar sus caminos a nuestro escrutinio.
Extraña realidad … extraña complejidad … extraños nostros.
Entre mis amigos cercanos figuran varios diccionarios, pues el hablar y el entender a uno no le nacen como quisiera.
Uno de estos amigos me ayuda de la siguiente manera:
insondable
adjetivo
- Que es tan profundo, que no se puede alcanzar su fondo. Ejemplo: ‘honduras insondables; en esta zona del océano hay un abismo insondable’
- Que no puede ser conocido o comprendido por ser misterioso, difícil o impenetrable. Ejemplo: ‘en el orden de la técnica también hemos llegado a un punto que abre perspectivas insondables’
¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!
En el momento que Pablo se permite tal afirmación, está llevando a su conclusión una lucha libre con la siguiente realidad: la forma en que Dios redime su mundo es menos predecible, sorpresivamente dolorosay más generosade lo que nosotros habríamos preferido. Ante semejante Dios … ante semejante redención desconcertante … lo único que Pablo puede hacer es alabar.
¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!
Es interesante que él apostal diga acerca de una realidad que él ha invertido tres densos capítulos precisamentepara explicares—al final del día—insondable … e inescrutable … inexplicable.
Como le he oído decir al Profe Milton Acosta, rumiando con acento medio-costeño, ‘Algo pasa aquí.’
* * *
Pero cambiemos de tema … si solo por un momento.
Estoy aprendiendo a entender paisa …
Es difícil.
De hecho, me siento resentido con la rectora, pues ella me dijo que me tocaba hablar un idioma diferente al inglés. Pero no son uno, son dos: español y paisa.
Puedo conversar estas cosas con ustedes, por que la rectora anda en Bolivia. Ojalá le estén obligando a enseñar en Quichua. Eso sería muy justo.
Ustedes conocen a nuestro colega Fabián que, entre otras cosas inescrutables que todavía no entiendo, es jardinero y papá de Jennifer. Fabián y yo hemos conversado muchísimo en estas semanas, pues Karen y yo estamos embelleciendo el espacio que nos corresponde con maticas y materas y enredaderas y árboles y colibrís y una que otra zarigüeya. Calculo que hemos comprado y sembrado unas 124 especies de mata ahí arriba. Fabián tiene por lo menos cuatro nombres para cada una, 2 en español, dos en paisa, y eso es para no hablar de los momentos cuando Fabián adopta un tono de voz muy de profesor y me dice, ‘David, el nombre vulgar … el nombre criollo para esta matica es …’ (tal y tal cosa).
Si exagero, me van a perdonar, porque solo exagero un poco.
Me temo que Fabián y Karen se hayan entrado en un pacto conspiratorio de cubrir el globo en verde. Lo único que yo quería es sembrar unas tantas florecitas …
Fabián y yo nos hemos vuelto amigos. Yo disfruto de su amistad y me atrevo a pensar que Fabián no me considera insoportable, a pesar de que hay conversaciones en las que no tengo la más mínima idea de qué me está tratando de decir.
En términos generales, a Fabián le comprendo hasta el momento cuando se entusiasma sobre una matica y el tipo de abono que a esa matica le gusta. Su dialecto en ese instante se acelera. O a veces el hermano entra en una euforia a media tarde mientras me cuenta las glorias de alguna comida paisa. Me pregunta ‘¿Lo conoce, David?’ Y cuando respondo, ‘No, Fabián, todavía no lo conozco’, me da aquella mirada sospechosa de que sea el peor criminal del mundo, y comienza a discursar a alta velocidad sobre las glorias del milagro culinario que estoy perdiendo por terco y por tonto.
Lo pierdo, total. Fabián podría estar hablando chino, y entendería lo mismo que le entiendo en paisa.
Fabián me dice que él y mi esposa se comunican por señales de humo. Pero creo que él y ella se entienden mejor que Fabián y yo, por lo menos cuando me está hablando criollo.
A veces no nos entendemos a tal extremo que el único remedio es sentarnos allí y reír. Y, sin otro remedio, eso es precisamente lo que hacemos.
* * *
O en el mismo orden de cosas, Karen y yo nos encontramos en un taxi con un chofer que habla puro paisa. El habla y habla y habla y Karen me pregunta ‘¿Qué dijo?’ Yo le digo, ‘Amor, no entendí ni papa …’
Es duro. Es frustrante.
Pero de aquí a un año, voy a entender más. De estoy estoy seguro.
De aquí a un año, Fabián y yo nos encontraremos hablando acerca de la diferencia entre tango arbustivo y tango corriente, y le voy a entender en un 85%. O Fabián se va a liberar de un discurso sobre la gente absurda que piensa que la enredadera lágrimas de oroy la enredadera lluvia de oroson dos enredaderas distintas en lugar de la misma. Y le voy a entender en un 95%.
De aquí a un año … ese taxista me va a dictar una conferencia sobre la relación existencial que une las calles y las carreras y las diagonales y hasta las transversales en un éxtasis urbanístico como no se ha inventado nunca en otro lugar en todo el mundo. Y le voy a tener una idea más o menos de lo que anda diciendo. O acerca del taxista paisa que es muy hincha del Nacional, voy a poder reportar a la señora, ‘Amor, dice que no hay como creer que ese árbitro dio esos 5 minutos extra a Tolima cuando no debieron ser ni 3.’ … o ‘Amor, el caballero explica que el mejor restaurante para comer bandeja paisa queda en un callejón donde la 70 cruza con la 18 y que es un barrio tranquilo.’
Cada vez que yo comprendo más, se da un momento de satisfacción. Pero no es un momento eterno. Es pasajero. Lo inescrutable se vuelve un poco más entendible. Lo insondable se hace un toquecito menos incomprensible.
Pero la gloria no consiste en ese momento de satisfacción. Al contrario, la gloria del momento consiste en que abre puertas nuevas … se vislumbran horizontes que antes no se podían ver … a uno el momento le invita a entrar un poco más adentro en lo insondable.
Cada nuevo momento de entendimiento no es un punto final. Es un nuevo inicio.
Esto le da sentido a la oración del mismo Pablo, quien declara a sus lectores en Éfeso que….
… Pido que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios.”
(Efesios 3:17–19 NVI)
Es claro que Pablo no considera que las profundidades de Dios no se pueden conocer del todo. Al contrario, el ora que sus lectores conozcan—no pasemos rápidamente por encima de este deseo apostólico—… que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento.
Lo que cada seminarista debe entender es esto: Lo insondable de Dios no es una puerta tirada en la cara. Es una invitación a entrar y conocer.
Ahora, los límites de nuestro conocimiento dictan que el objetivo no es conocer exhaustivamente, mucho menos reducir y dominar. Al contrario, el fin de nuestro conocimiento es alabanza/doxología … si las cartas de Pablo nos enseñan algo, tiene que ser esto.
Pero, reconocidos esos límites, el camino que nos conduce a comprender cada vez más a Dios y a sus propósitos—ese camino tiene un nombre: la obediencia… y el sonido que hace tiene también un nombre: doxología.
* * *
Pero de nuevo cambiemos de tema … otra vez, por solo por un momento.
Hace varios años, mi hermano menor me informó que en la tienda de bicicletas que él solía visitar, había una bicicleta de ruta disponible a buen precio. Esa belleza había tenido dueño, pero por las apariencias, era casi nueva y de la talla que a mí me correspondía. John sabía que yo andaba buscando el momento para seguirle en los caminos del ciclismo, y era el momento.
Me compré la bici, pero hasta el verano norteamericano pasado, yo tenía poca oportunidad de estrenarla. Resulta que, cuando la iglesia donde me crié en el estado de Pennsylvania nos ofreció la casa misionera de ellos para que tuviéramos donde vivir después de vender nuestra casa … y mientras levantábamos los fondos que eventualmente nos traerían a Colombia … aceptamos.
Era el momento perfecto para volverme un ciclista disciplinado (y por unos seis meses, lo fui, hasta caer encima en invierno norteño): … una zona campestre y agrícola … con caminos pavimentos excelentes … un paisaje hermoso de colinas undulantes, ríos hermosos y una que otra montaña.
¡Arranqué!
Durante las primeras semanas, los kilómetros que pude atravesar sumaban a cifras modestas.
Esas primeras colinas … casi me matan.
La lucha era tanto física como sicológica. Por un lado, habría que fortalecer pulmones y piernas. Por otro, yo tenía que vencer el sentido de pánico que afligía cuando me encontraba cuesta arriba en una lucha tenaz con la gravedad, con esa zapatillas de chocles bien ancladas en los mismos pedales … con la dificultad que eso presenta si uno tiene que parar rápidamente porque ya no puede subir más la cuesta …
¡Fue difícil!
No … me dije en ciertos momentos, ¡Es imposible! ¡¿Qué tonterías estaba pensando yo al decidir que yo podía … que yo quería… hacer un nuevo deporte a mi edad?!
Pero … con cada salida, lo imposible se volvía posible. Volvía a la casa agotado … sintiéndome medio derrotado y medio triunfante, pues hoy había agregado unos kilómetros más a mi record anterior … o mi tiempo promedio por milla había bajado levemente … o había descubierto un nuevo rincón del valle hermosamente campestre donde décadas antes me había criado.
En la medida que yo iba venciendo los límites de mi radio de acción (mi distancia tope), se me abrían nuevos mundos. Andando a solas, montado en bici, descubría mundos hermosos, escondiditos en el mismo paisaje donde me había criado, ignorante en mi juventud de los encantos del lugar.
Impenetrantes horizontes se volvían penetrantes. Las fronteras … los límites … se me iban desvaneciendo.
Es más, descubrí algo en la subcultura del ciclismo: nadie se jacta de lo que ha podido hacer. Los avances y logros de uno son relativos y relativizados. En esa subcultura, si he llegado a ciertos niveles de rendimiento, es para animar al recién llegado que todavía ha acumulado pocos kilómetros … aquella persona que es un novato … esa persona que no sería capaz de imaginar las millas que ‘monto’ en una semana dada … que no ha impresionado a nadie y no sabría como impresionar, pues ese mundo todavía le es … ajeno … desconocido … inescrutable … insondable.
Por un lado, aquellas distancias crean miedo, pues representan sumas imposibles de kilómetros sudados. Por otro lado, cada nueva incursión realizada con humildad y compromiso convierte lo imposible en posibilidad ya experimentada … ya hecha realidad.
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¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!) «¿Quién ha conocido la mente del Señor, o quién ha sido su consejero?» «¿Quién le ha dado primero a Dios, para que luego Dios le pague?» Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.
(Romanos 11:33–36 NVI, ligeramente alterada)
Si Pablo está afirmando que la sabiduría y el conocimiento de Dios quedan al otro lado de una puerta cerrada … remotos … intocables … ajenos … inaccesibles … pues, cerremos las puertas y despidamos los colegas y profesores, preferiblemente antes de la fecha de entrega de los próximos trabajos y exámenes.
Pero si los insondables juicios de YHVH … y los inescrutables caminos del Dios Trino representan una realidad que podemos experimentar … en que podemos gozar de una real participación … una gloria que podemos admirar y alabar …
Entonces cada pasito que tomamos hacia el conocimiento de Dios crea nueva capacidad de entender y hablar el lenguaje de Dios … cada kilómetro recorrido en los caminos de Dios representa nuevas fuerzas acumuladas para viajar aún más distancias con libertad, responsabilidad y gozo.
Y lo mejor de todo es que nunca llegamos realmente a penetrar completamente lo glorioso de nuestro Padre … nunca sondeamos lo insondable … nunca se nos agota el aceite de la jarra de Elías … las tinajas de agua convertida en vino nunca se nos vacían. Nuestra alabanza nunca tiene que caer en silencio.
Y a pesar de que habremos comprendido más del amor inmedible de Cristo de lo que considerábamos factible, nos vuelve genuino y natural confesar a la par de nuestro hermano Pablo …
¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!… Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.
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