No hay cosa más hermosa que ver llover en mi país. No hay cosa más bendita después de los calores de marzo capaces de freírnos hasta los sesos, que escuchar allá en la lejanía, en las montañas, el rugido de los incesantes relámpagos que sin ton ni son descargan su luz intermitente y lo hacen retumbar todo como anticipo a los primeros aguaceros.
Y una vez que cae el primer “baldazo”, la creación suspira de descanso por el “agüita” bendita con que el Todopoderoso le muestra su misericordia. Todo se pone más verde, si es que eso es posible y para rematar se suelta un olorcito a tierra mojada delicioso preludio a los meses de meses de agua incesante que los alicios del norte se llevan a partir de noviembre para dar cabida al verano “helado” de diciembre.
Pero en el sentido más folklórico del costarricense el concepto de aguacero también tiene su peyorativo, y es cuando después de una mala acción o travesura recibiendo la justa retribución decimos que a alguien le llovió parejo.
Por supuesto nuestra naturaleza individualista celebra las más de veces que al otro le llueva, siempre y cuando uno pueda permanecer completamente seco de las inclemencias de algún aguacero feroz como esos que se dan por acá.
No han pasado inadvertidos tampoco los últimos aguaceros en el año más seco que recuerdo. Las noticias por radio y televisión inundan nuestra cabeza con denuncias sobre los abusos del movimiento neo apostólico, testimonios vienen y van, que fulano y mengano mercadean con la fe y un sinnúmero de situaciones que a la larga reales o no, nos desconciertan y hasta por qué no, nos provocan a los evangélicos de hueso colorado vergüenza ajena.
Y con tristeza nos damos cuenta que las congregaciones como cualquier organismo son maleables, corruptibles. Pero junto a este sentir otro sentimiento aflora y es que a la mayoría de los evangélicos conservadores nos cuadra que por los medios de comunicación les llueva parejo a todo ese grupo de sinvergüenzas.
El problema radica en que de tanto saborearnos el baldazo que les está cayendo—al punto que uno de ellos reconoció que le bajo el reiting congregacional y por supuesto las finanzas, perdamos la capacidad de reconocer los errores propios.
Abusos en la iglesia (con minúscula) existen y siempre existirán, congregaciones enteras han sido y serán engañadas, el Señor mismo manifestó sin pelos en la lengua, que la cizaña crece con el trigo, conocedor de la capacidad que tenemos para echar a perder casi cualquier ministerio, sino fuera por su bondadosa intervención divina.
A parte de los neo apóstoles, los pastores y misioneros no están libres de esas malas andadas. Ejemplos hay por miles, menciono algunos basados en mi propia experiencia: la mala paga que se da en las diferentes instituciones cristianas, y la forma tan cruda en que se le saca el jugo aquel que de buena voluntad está dispuesto a servir y la carga de funciones que se le asignan por un mismo salario con la excusa que el ministerio no tiene los medios económicos para retribuir su labor. O el colmo, comprometer a gente valiosísima a trabajar sin un salario que supla sus necesidades mínimas, con la excusa que no hay dinero para pagarle…cosas de la crisis.
Más aún, la total indiferencia a la legislación laboral del país y las decisiones descontextualizadas que se toman, perjudicando al otro, al que queda guindando cuando el liderazgo encuentra un nuevo elemento con más capacidad de ordeño. La poca o ninguna estructura administrativa de nuestras instituciones, que lo único que crea es un clima de incertidumbre, contribuyendo a una actitud endeble y asustadiza en sus empleados incapaces de abrir la boca por temor a quedarse sin el trabajito. Y la falta de controles que dan pie a que más de un líder sin querer, se le vayan los cincos contribuidos al ministerio a su propia bolsa.
Y que decir de la desigualdad laboral entre el misionero y el asalariado que al fin y al cabo es el que más bretea, por que las 40 horas semanales que debe rendir el misionero se le convierten por arte de magia en mensuales, y ni mencionar cuando después de tres meses disque de sudarse la chaqueta consiguiendo fondos en la United se da el lujo de irse 7 días a la playa con hotel todo incluido, sin un jefe que lo esté jorobando, ah! por que el misionero no tiene jefe, por lo menos uno inmediato que lo incomode. Y diosguardísimo a algún líder nacional se le ocurra por la mínima tocar su situación de confort poniendo en regla sus constantes salidas o consultándole sobre sus labores, por que seguro tendrá que enfrentar una batalla feroz con todo el green team. Y qué decir del síndrome “salvando al soldado Ryan” por que cuando uno de ellos mete la pata, lo sacan del campo de batalla a vista y paciencia sin dar explicaciones por qué al fin a quién hay que dárselas. Con tristeza reconozco que ya ni a los misioneros los hacen igual.
En medio de un baldazo esperado miro por mi ventana, y veo caer la lluvia beneficiosa regalo de la incomparable misericordia de Dios que sin distingo hace llover sobre buenos y sobre malos.
¿Malas memorias? Después de 25 años de trabajar con el Sanedrín, podría agregar muchas, pero como decía mi madre en boca cerrada no entra…agua, y como cuando llueve todo se moja…calladita más bonita.
Buenas noches amigos, muy agradecido en referncia a los tips que han publicado. Me ha gustado mucho. En aspectos referidos al liderazgo, hay tantas opiniones que uno mismo no sabe verdaderamenteque hacer o a quien seguir. A mi me parece que se debe poseer un adecuado criterio personal para saber verdaderamente lo que es ser conductor de personas hoy en da. Nos estaremos viendo.
Hola Hannia, me gustó mucho tu enfoque.
A todo esto hay mucho que reflexionar con respecto al cuidado que debemos tener de no caer en ningún extremo.
Por un lado soy testigo de organizaciones que trabajan con las uñas y muy difícilmente podrán competir con otras instancias que ofrecen mayor capacidad de solvencia económica. Entonces estas organizaciones no pueden aspirar a contratar a profesionales pues carecen de recursos para pagar competitivamente, pero hay grandes necesidades por atender y no pueden esperar, sobre todo cuando es una labor social. No queda entonces que echar mano ya sea de la buena voluntad, o de personas que si estén dispuestas a ser contratadas por un salario inferior, pero lo hacen de buena voluntad respondiendo a un llamado particular.
Hay otras organizaciones que si tienen más solvencia pero resulta que difícilmente encuentran a cristianos profesionales en determinadas áreas que puedan competir. Entonces no queda más que contratar a alguien que muchas veces no tiene los mismos valores cristianos.
pues dichas labores especializadas requerían la pericia de alguien sumamente competente.
Finalmente, muchas veces como creyentes tendemos a ver las grandes lineas de los abusos por así decirlo, pero rara vez nos detenemos a ver otros escenario que pasan invisibles, en donde también se da el abuso en todas sus magnitudes. Esto me recuerda a la exhortación que hace Dios a su pueblo en Isaías 58, que le recrimina a los líderes que son unos expertos, pero no en seguir los preceptos religiosos, sino en explotar al pueblo y a los más vulnerables. Por esta razón Dios no escucha sus oraciones. Me pregunto para cerrar, ?cuántas organizaciones están atravesando momentos de colapso y crisis, porque Dios ha cerrado sus oídos precisamente por falta de integridad ministerial? Solo Dios sabrá.