Tiempos atrás, la vida me otorgó la satisfacción de compartir aulas y espacios pastorales con un amigo y colega costarricense quien no ha flaqueado en mantener los lazos de la amistad desde mi emigración hacia la patria en 2004. Recientemente el mencionado Alexander Cabezas, ahora miembro imprescindible del equipo de Viva Juntos por la Niñez en Costa Rica, se permitió ventilar unos pensamientos que a este peregrino vivificaron el corazón.
Creo que el despiadado dualismo que aflige el corazón del evangélico latinoamericano peligra el movimiento del cual éste es hijo/a, miembro, y partidario. La inocente furia con la que tantos proponentes de nueva unción renuncian sus estudios—si es que los tienen—debe llamar la atención a los educadores, sin lugar a duda. A mi criterio, sin embargo, más que una factura razonable que se puede pasar a los educadores de ministros el volumen y el tono de semejantes declaraciones testifica del vacío intelectual que un fuerte movimiento evangélico ha dejado en sus pasos. Se han separado la vida del espíritu y la vida de la mente, para dejar a un lado todo aquello que concierne a una adecuada comprensión de la creación (naturaleza, sociedad, cultura, etc.), con resultados trágicos que apenas estamos comenzando a reconocer.
Por no ser partícipes en la Gran Conversación que ha ocupado pensadores y actores desde siglos atrás, concluímos que Dios está haciendo algo nuevo en mi pequeño momento y espacio que hace obsoleto e inutil cualquier otro punto de refererencia y que me reduce a una comunicación directa con Dios que conducirá—por que el Creador nunca pidió precisamente esto—a una pobreza personal y una irrelevancia histórica.
Sin embargo, tengo esperanza.
Puedo hacer esta afirmación, porque conozco a muchos que no han doblado rodilla ante los ídolos de la relevancia ni ante una falsa y facilmente controlada imagen a la que en nuestra flaqueza humana y empobrecidos instintos dualistas atribuimos la personalidad del Espíritu Santo de Dios.
Los que sirven a su generación desde la Red Viva son representantes de una perspectiva que procura ser siempre más sabia, más informada, más activa, más efectiva y—en palabras arcaicas que logran comunicar hasta el día de hoy una esencial postura del alma—más dedicada a buscar a Dios en todo lo que piensan, dicen, y hacen.
Espero que las líneas de mi amigo Alex te nutren como me han nutrido a mí.
Las reproduzco a continuación, con el permiso del autor.
-canterbridge
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HACIA UNA TEOLOGÍA EN LA PRÁCTICA ______________________________________________________________________
Alexander Cabezas M .
Poco tiempo atrás me encontraba en un congreso de pastores en mi país. El líder quien continuaba en la exposición inició diciendo:
Reconozco que los estudios teológicos de nada me han servido ante el nuevo mover que Dios está trayendo a nuestra congregación…
Dicha declaración arrancó algunos aplausos en medio de la multitud, pero también arrancó interrogantes para otros que estábamos allí presentes tratando de entender hacia donde se dirigía con esa introducción. Luego el pastor continuó diciendo:
…Dios ha visitado mi congregación de manera sorprendente.
Por supuesto, Dios obra de manera increíble en medio de su pueblo. La historia tiene registros de preciosos despertares de la iglesia en tiempos específicos como en Europa, Norteamérica y nuestra America Latina. Sin embargo, no logro entender ¿Por qué continuamos pasándole “una factura” a la teología?
Es importante recordar, una teología bíblica se centra en Dios y su Palabra, nunca ha sido opositora de los actos portentosos de Dios “busca percibir la acción de Dios en la historia, el pasado, el presente y el futuro” (Steuernagel: 2006: 34).
Me parece que cuando no entendemos como esta disciplina se conjuga y articula con el diario ser y quehacer con la comunidad de fe; terminamos levantando barreras las cuales nos separan de ella. Por otro lado, reconozco que algunos han hecho un mal manejo de la misma y así se han encargado de darle mal prestigio.
Por esta razón me gustaría hacer algunos aportes camino hacía una teología en la práctica para América Latina.
La teología debe proporcionar reflexión rumbo a la acción.
No puede haber una dicotomía entre la reflexión teológica y la acción. Esto produce un distanciamiento entre nuestro discurso y los hechos. Entre nuestra ortodoxia (tener la creencia correctas) y nuestra ortopraxis (realizar las acciones correctas).
Decimos que los evangelistas, misioneros, pastores, ¡esos si son los hombres de acción!, mientras los maestros, los teólogos, escritores, son nada más los “pensadores abstractos”. Se critica a los teólogos quienes se quedan en la “reflexión y no aterrizan”.
Por otro lado, en las iglesias y organizaciones se nos caracteriza por ser más “activistas que pensadores”. En nombre del activismo vivimos de “acción en acción”. Nos complacemos por los cuantiosos eventos, las muchas reuniones, y actividades que desbordan de gente. No obstante, no evaluamos si estos mismos responden a planes fundamentados basados en objetivos estratégicos, perdurables en el tiempo y realmente con propuestas que busquen un impacto. Es así como nos conformamos más por resultados cuantitativos, que calificativos. Las acciones tanto de las iglesias como de los proyectos, deberían surgir de análisis reflexivos y planeados que colaboren a plantear propuestas que transformen vidas.
Ocupamos tanto hombres de acción como pensadores. Acciones que nos conduzcan a producir en pro del cumplimiento del reino. Es imperativo ante las grandes falencias que viven nuestros niños, niñas y adolescentes y otras poblaciones más vulnerables. A la vez, ocupamos reflexiones que nos ayuden a discernir los tiempos, a meditar, escribir y pensar desde la realidad de nuestro entorno, y no asimilar tantos postulados teológicos, materiales y libros provenientes de otras latitudes, que no nos permiten desarrollar nuestra identidad latina.
Hacer teología es comprometernos al servicio de los demás.
Cuando algunos inician alguna formación teológica creen que por manejar algunas herramientas y conocimientos, pueden construir el perfil ideal de lo que “es y debería ser la iglesia del Señor”. Dicha actitud puede hacer perder el enfoque del servicio pues se olvida que en esencia la iglesia es tanto “divina como humana” (no es perfecta en su lado humano).
En vez de idealizar teorías; requerimos más personas con experiencia de campo y que sufran “penalidades como obreros”, solo así tendremos una mayor comprensión para amar, entender, trabajar por y para la iglesia. Además, nos ayudará a aportar desde la realidad de nuestras comunidades de fe y no desde ideales teóricos aislados.
Una vez un pastor me manifestaba su preocupación. Cuando un líder de su iglesia tenía la vocación para el servicio le recomendaba prepararse. Al poco tiempo notaba como algunos de ellos lejos de utilizar lo aprendido para el servicio, se volvían engreídos, arrogantes inyectados solamente por el conocimiento. Terminaban creyendo que por manejar algunos conceptos y realidades teológicas estaban por “encima” de los cristianos promedios (por supuesto, este no es el producto que esperan las mismas instituciones para sus estudiantes) Este pastor estaba resuelto a no enviar a nadie más a preparase. Esta no era la solución, según le hice ver, pero es la realidad vivida por muchos pastores y líderes en sus congregaciones gracias a personas sin experiencia en el campo y con mucho para “criticar”.
Adquirir formación teológica debería ayudarnos a reconocer nuestra condición de neófitos e ignorante que somos, y lo mucho que necesitamos de la iluminación e intervención del Señor, rumbo a cumplir la misión para Dios y al pueblo que servimos. Recordemos, la iglesia con todos y sus defectos sigue siendo “la amada del Señor. ¿Lo es para nosotros?
La teología no es para algunos.
Debemos liberarnos de estos tabúes, la teología no es un ejercicio para algunos intelectuales o una elite de líderes. Si bien no todos hemos sido llamados a tener una vocación teología formal. Como creyentes tenemos un serio compromiso de sustentarnos en las Escrituras, “presentar defensa a todo aquel que nos demande razón de la esperanza que hay en nosotros” (1 Pedro 3:15), “escudriñar la Palabra la cual da testimonio de Cristo” (Juan 5:39) y asumir la actitud de los Bereneos quienes cada día confirmaban si lo dicho por “Pablo y Silas era bíblico” (Hechos 17:11).
Lamentablemente en algunas comunidades de fe el estudio serio de la Palabra “es visto como algo por lo cual los cristianos comunes no deben preocuparse, y que en realidad podría estorbar su vida cristiana si lo toman demasiado en serio” (Bruce: 1986: ix). Lo cierto es que los ministerios cristianos, la educación cristiana, el discipulado, la pastoral infantil, entre otros, se nutren de la teología. Actualmente vemos que es más fácil digerir el mensaje elaborado desde un púlpito u otro escenario, que esforzarnos por confirmar si los que se está predicando, enseñando y diciendo tiene su base bíblica.
Me pregunto ¿si de esta disyuntiva algunos han aprovechado para introducir ideas y pensamientos, cuyas conclusiones provienen de hombres irresponsables e inescrupulosos que de verdades provenientes de la Palabra?
Necesitamos sensibilizar al pueblo a tener una dedicación especial por el estudio y asumir una actitud Bereana. Valdir un excelente teólogo brasileño dice: “la teología es cosa de la iglesia Cosa de este pueblo de Dios que se sabe tan desfigurado y complicado, pero tan amado e involucrado por Dios. Es cosa de esa iglesia que ha experimentado la acción de Dios en su vida, en el curso de la historia, y se sabe canal privilegiado de la vivencia y del anuncio de la gracia de Dios en Cristo Jesús (Steuernagel: 34). No tenemos excusa para decir: “la teología no es asunto nuestro”. Munir Chiquíe pastor y teólogo de Bolivia llega a este análisis: “no comprendo por qué algunos pastores le tienen cierta desconfianza, si ellos mismos en el solo hecho de abrir la Biblia los domingos y dar su sermón, ya están haciendo reflexión teológica. Están leyendo el texto en comunidad, están tratando de entenderlo y de aplicarlo, están participando del milagro divino y a la vez humano, bíblico y a la vez teológico, incomprensible y a la vez sencillo, de comprender la voluntad de Dios y transformar nuestro entorno”.
La teología como filtro cristiano.
Cuando la teología nos ayuda a plantearnos preguntas y tratar de buscar respuestas relacionadas con nuestra esfera cristiana; nos estamos valiendo de un valioso instrumento como filtro para las conclusiones bíblicas y doctrinales. Si un mover no produce un genuino arrepentimiento, vidas transformadas, un compromiso radical entre sus miembros con la comunidad que sirve, entonces dicho mover es como las “olas producidas por el mar que cuando chocan con la playa se disipan tan rápido como se formaron”. Es allí donde la teología debería llevarnos a “evaluar lo que se está haciendo y de evaluar a la luz de la Palabra para ver si en efecto está contribuyendo a los objetivos del Reino de Dios y su justicia” (Padilla: 2006: 22).
Por supuesto, asumir una posición profética, no necesariamente nos hará populares en algunas círculos. No obstante, es un compromiso que tenemos ante Dios por proveer guía dirección y exhortación a su pueblo. Seamos fieles a Dios y busquemos su aprobación, ante que la de los hombres. “mientras otros van tras el aplauso de las multitudes, él (cristiano), se consagra a su labor silenciosa de pensador cristiano. Sabe que cuando los aplausos no se escuchen más, las ideas seguirán triunfantes, porque la Palabra del Señor permanece para siempre 1 Pedro 1:25” (Núñez: 1996:149)
La teología considera el contexto social.
Hacer teología también debería ayudarnos a plantearnos interrogantes y buscar respuestas desde nuestro contexto, cuyo fin nos conduzca a identificarnos con las problemáticas que vivimos en lo social, político, cultural entre otras. La iglesia encarnada es aquella que tiene un alto compromiso con el mundo. Considera al niño, niña, al joven, y al adulto en toda su esfera moral, física, espiritual y material. En este sentido, también se necesitan discipulados que digan “algo acerca de la crisis ecológica, de la carrera armamentista, de la injusticia en el mundo, de los derechos humanos, del consumismo despersonalizante, de la miseria inhumana, en fin, de los innumerables problemas que están en el corazón de Dios y que forman parte de Su proyecto de redención eterna” (Segura: 2001: 11). Aunque la teología se refuerza en otras disciplinas, no por ello debemos olvidar que nuestro punto primordial de partida es la Palabra de Dios, “de lo contrario la teología corre el peligro de llegar a ser sierva de la sociología y determinados intereses políticos” (Núñez: 217).
Algunos siguen creyendo que hablar de “responsabilidad social”, es tratar con la “Teología de la Liberación”, corriente surgida en los sesentas la cual tomó muchas vertientes, entre ellas ideas políticas bélicas que incitaban a las masas a establecer el reino a cualquier precio (es sabido que algunos sacerdotes y pastores dejaron sus sotanas y Biblias para participar en revoluciones armadas). Nuestra labor no es “establecer el reino”, sino promoverlo y trabajar por él.
Otros extremos intentaron ensalzar al pobre garantizándole su salvación más por su condición social que por las decisiones éticas, morales e espirituales.
Dicha Teología fue un intento de respuesta ante el silencio de la iglesia en su falta de accionar social. Sin embargo, como dice John Stott: “yo habría deseado que los cristianos hubiesen sido los primeros en llegar con una teología de liberación realmente bíblica”(Stott: 1995:336), pero fue hasta 1969 en el Primer Congreso Latinoamericano de Evangelización, celebrado en Bogotá, Colombia, que generó CLADE I, donde se habló sobre la urgencia de asumir nuestra responsabilidad social (Núñez: 217). -Algo que no debería haber sido nuevo si examinamos que siglos atrás los profetas y los evangelios hablaban con propiedad sobre este tema-
Para los que vivieron su juventud cristiana en la décadas de los setentas, saben que el mensaje por algunos sectores cristianos evangélicos sobre enfatizaban lo “espiritual más que lo material”. ¡Cristo ya venía!, se promovía dejar de estudiar, por congregarse y salir a predicar pro de la “salvación de las almas”, sin contemplar la realidad adyacente y holísticas de las personas. Hoy día algunos han dado un giro, el mensaje ha recaído más lo “material que en lo espiritual” y se anima al cristiano a reclamar mezquinamente la prosperidad y a disfrutar de las añadiduras del Reino en el presente a cualquier precio.
Un extremo como el otro son tan perjudiciales para el desarrollo pleno de nuestra fe y confianza en el Señor, como para la iglesia y dichos mensajes no responden al mensaje bíblico.
Concluyo diciendo, la teología tiene mucho que aportarnos en este caminar hacía una iglesia que busca madures, estabilidad, dependencia de Dios y a su Santo Espíritu, pero a la vez, consciente que esta misma debe conducirnos por el bienestar integral de la iglesia, ¡esa misma que Cristo viene a buscar! Además, hacer teología es una disciplina y una herramienta que nos compromete con Dios y con otros creyentes, en la búsqueda de responder a las demandas de la iglesia y del mundo donde vivimos y servimos. Solo así estaremos en condiciones de ser promotores y promotoras de cambio y transformación.
Amen, por los hombres y mujeres quienes reconocen que construir teología “exige oración e interacción con una comunidad de fe que ponga a prueba no sólo su fidelidad a la revelación de Dios en Jesucristo sino también su validez práctica para la vida y misión de la Iglesia en su situación concreta…”
Bibliografía:
Milne, Bruce. Conoceréis la Verdad. Logoí: Miami, Florida.1986.
Núñez, A. Emilio. Teología y Misión Perspectivas desde América Latina. Publicado por la Oficina Regional para America Latina y el Caribe de Visión Mundial Internacional. 1996.
Padilla, Rene, ¿Qué es la Misión Integral?, serie El Camino. Editorial Kariós. Buenos Aires, Argentina. 2006.
Segura, C. Harold. El Discipulado que se Necesita. Unión Bautista Latinoamericana, Cochabamba, Bolivia.2001.
Steuernagel Valdir. Hacer Teología Junto a María. Colección FTL, número 26. Editorial Cairos. Buenos Aires, Argentina 2006.
Stott, John. El Cristianismo Contemporáneo. Grand Rapis, Michigan. Nueva Creación, 1995.
Soy Colombiana y vivo en Lancaster, PA. Quisiera solicitar videos, cassettes, libros o material para edificarme en la Palabra. Preferiblemente material gratis.
Necesito esa ayuda.
Marta Estrada
Invitamos a los lectores a responder a la solicitud de Marta, preferiblemente por la via de su correo electrónico.
Canterbridge
Hola!!! estoy muy de acuerdo con este tratado,les dejo mis cordiales saludos desde URUGUAY y les deceo muchas BENDICIONES en TODA su LABOR!!! Angelo Barreiro.
Hola Angelo,
¡Recibe un saludo fraternal desde cantabridge! Voy a comunicar el mensaje que has puesto al autor de la pieza indicada!
Un abrazo,
David, de parte de cantabridge