La realidad de la violencia figura en la historia redentora como consecuencia de la resistencia de las naciones a la determinación de YHVH de llevar justicia y salvación a su mundo. Las buenas intenciones y aspiraciones idealistas de la humanidad no son suficientes para borrar la trágica realidad, que la voluntad de YHVH y la voluntad de los seres humanos generalmente entran en un inevitable conflicto.
Acercándonos al libro de Isaías podemos observar que todas las naciones pueden anticipar y disfrutar de la bendición de YHVH sometiéndose a lo que Isaías titula su consejo. Pero la triste realidad es que no todas las naciones están preparadas para aceptar una posición que resulta dependiente, secundaria. Para estas, YHVH se convierte en un Dios Guerrero. Las imágenes que interpretan esta situación no son en nada atractivas (a menos que uno sufra inocentemente a manos de los opositores de YHVH…).
¿Quién es este que viene de Edom,
desde Bosra, vestido de púrpura?
¿Quién es este de espléndido ropaje,
que avanza con fuerza arrolladora?«Soy yo, el que habla con justicia,
el que tiene poder para salvar.»¿Por qué están rojos tus vestidos,
como los del que pisa las uvas en el lagar?«He pisado el lagar yo solo;
ninguno de los pueblos estuvo conmigo.
Los he pisoteado en mi enojo;
los he aplastado en mi ira.
Su sangre salpicó mis vestidos,
y me manché toda la ropa.
¡Ya tengo planeado el día de la venganza!
¡El año de mi redención ha llegado!
Miré, pero no hubo quien me ayudara,
me asombró que nadie me diera apoyo.
Mi propio brazo me dio la victoria;
¡mi propia ira me sostuvo!
En mi enojo pisoteé a los pueblos,
y los embriagué con la copa de mi ira;
¡hice correr su sangre sobre la tierra!»
El texto en Isaías expresa el asombro divino al descubrir que no hay seres humanos dispuestos a entrar a la batalla con él. Él, YHVH, entra totalmente solo al campo de batalla y no por eso resulta imparable. La trágica historia de la humanidad se vislumbra a la sombra de su total ausencia en la acción guerrera de un Dios dispuesto a combatir la resistencia de las naciones contra su justicia. Hubiera sido apropiado que le acompañara un vasto ejército de hombres de guerra justos y capaces para la batalla. Pero no hay nadie.
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